Terror

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Era un día como cualquier otro, las luces le cegaban en ocasiones. Eran apenas las 12 de la tarde, no fue a la escuela. De hecho, ya eran semanas que no lo había hecho, se pregunta si 2D estará preocupado por ella.

Pasan la horas pero no las siente, lo que sea que se haya metido es bastante fuerte. Ve el reloj y en lugar de ver números puede distinguir muñecos bailarines.

Noodle estaba drogada.

Demasiado. Tanto que ni siquiera sentía sus pies, tampoco pensaba. Reía tontamente mirando el techo de la discoteca, imaginando aún mas figuras y seres bailando en este.

Las personas le hablaban pero ella no contestaba. Tampoco es como si esas mismas insistieran demasiado, pues se hallaban en peor o igual estado.

Había olvidado hace tiempo el placer que causaban en ella, había pasado tanto tiempo que se sentía inexperta otra vez. Miró su reloj notando con dificultad que eran las tres de la mañana, muy tarde, ¿o temprano? Rió.

De todos modos nadie la esperaba en casa, apenas recuerda, si lo hacían. Estaba Katsu.

"Nada que un poco de ratones no pueda solucionar"

Se acomoda en su sitio notando un grupo de hombres acercarse a ella.

No recuerda con exactitud que le dijeron pero cuando se dio cuenta estaba siendo arrastrada por uno de ellos, era gigantesco, uno de sus brazos enormes la toman. Miraba el agarre de sus manos, sintiendo el tiempo lento e inmortal.

Abruptamente sintió el aire calar sus huesos, y su cuerpo chocar contra la fría superficie del suelo. Viró a duras penas al sujeto en cuestión desabrochar sus pantalones. El terror le atacó.

Comenzó a forcejear cuando el se agacho y tomo sus brazos por encima de su cabeza, imposibilitandola. Pataleo a todas direcciones, fue ahí cuando recibió el primer golpe, a un costado de su mejilla.

El calor que emano esta fue suficiente para comenzar a gritar, otro golpe la silencio. Su fuerza es brutal pues no puede contra el.

Las lágrimas mojaron sus mejillas cuando unas callosas manos recorrieron su cuerpo, asqueada volvió a removerse, siendo golpeada una y otra vez. Ya no sentía nada otra vez. La repugnante risa de su atacante en su oído.

Rogó porque las drogas en su cuerpo no acabaran su efecto, pues sentía a la perfección aquel monstruo invadiéndola una y otra vez con repugnante fuerza, desgarrandola, lastimándola. Lloró toda la noche, aun cuando el sujeto en cuestión ya no estaba.

Susurró vulgaridades cerca de su rostro, su aliento a tabaco y alcohol se colaban repugnantes. En un segundo lame su mejilla y le dan ganas de vomitar, suplica una y otra vez por perdón, porque se apiade y la deje en paz pero su ritmo parece aumentar.

Gimotea y el cubre su boca con su mano, es rugosa, horrible, espantosa. Solo desea morir, que aquello acabe.

Mira las estrellas, viendo en ellas el escape infinito que deseaba con desesperación. Intenta recordar a Russel y su amabilidad, a Murdoc y su divertido egocentrismo, a Stuart y su amorosa actitud. Estaba asqueada, adolorida, asustada. Ve al cielo y ruega a dios porque la salve.

Pero sus súplicas no son escuchadas. Las lágrimas cayendo en el cemento.

Mas aun bajaron de sus ojos cuando miró sangre debajo de ella al despertar, se levanta, llendo a paso lento a su hogar, donde aquellos recuerdos no pudiesen alcanzarla.

Cuando camina la gente le mira, la juzga, nadie la ayuda.

Algunos hasta le dicen que se lo merece, que es su culpa.

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