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Ya era de mañana, hacía un poco de frío.

Stuart estaba despierto desde mucho antes que la alarma, así que no fue problema apagarla cuando hubo comenzado a sonar. Ve a su lado, su novia adormilada colocándose ropa ocultando la desnudez de su cuerpo, preparándose para ir al colegio.

Muerde su labio inferior excitado, quiere tomarla de las caderas y hacerla suya toda la mañana. Se abstiene con todas sus fuerzas.

-Me voy 2D -se despide dándole un beso en los labios, quiso hacerlo breve, sin embargo Stuart la tomó del antebrazo e intensificó la acción.

-No te vayas -murmura ronco, un escalofrío recorre la espalda de la fémina.

-Tengo que -replica con libido, el responde besando su cuello -No quiero llegar tarde Stu -empieza a desistir hasta que escucha un llamado en la puerta.

-¿Pequeña estás ahí? -se separan rápidamente antes de que abra la puerta, el de pelo azul se cubre hasta la cabeza asustado -Se enfría el desayuno -ella asiente, para su suerte ya estaba cambiada.

-Enseguida bajo Russ -sonríe. Mira desconfiado a ambos y cierra de nueva cuenta, se sienta en la cama -Eso estuvo cerca -da una risa nerviosa, el hace lo mismo.

-Perdón Noodsy, me deje llevar -siente como acaricia su cabello amorosa, cierra los ojos cuando coloca un beso en su frente.

-No pasa nada Toochi -se levanta tomando sus cosas, le encanta que lo llame de esa manera -Nos vemos mas tarde -cierra la puerta. Cuando ya no la ve, se acomoda para dormir unos minutos hasta que en un parpadeo recuerda la noche anterior.

"Mañana les diremos"

Tiembla de los nervios, han pasado semanas planeando como se lo dirán. Finalmente se habían sentido lo suficientemente valientes hasta el día de ayer, decididos a que esa tarde contarían sobre todo.

Tiene mucho miedo de la reacción de ambos, del futuro desconocido que les espera.

La tierna sonrisa de Noodle cruza en medio de la obscuridad, no importa que pase, junto a ella todo es posible.

Todo es mejor.

...

La japonesa moría de ansiedad a lo largo de todas sus clases, cuando llegara a casa le esperaba una confesión.

Sus manos no dejan de sudar, por primera vez en todo este tiempo le tiene pavor a su hogar. Le ha contado a sus amigas, quienes soltaron un chillido de emoción y le hicieron saltar al mismo tiempo emocionadas.

Obviamente no faltaron las bromas, las cuales le hicieron reír en más de una ocasión

Tales como que ellas ya no creían que se debería casar de blanco o que se habían saltado la celebración hasta la luna de miel.

Sabía que ellas hacían esas bromas para hacerle olvidar el nerviosismo que le acompañaba cada día desde que decidieron casarse, ama su forma de ser y su amabilidad. Suspira nostálgica recordando su preparatoria, recordando la soledad que le provocaban los pasillos.

Sonríe tontamente cuando en su mente aparece la imagen de su prometido. Que bien sonaba esta palabra.

-Primero deberían saber si están de humor -aconseja la de piel morena -Porque si están con mal genio yo mejor ni me acerco -cruza sus brazos elegante mientras alza la cabeza soberbia.

Ríen con sus expresiones corporales, le salen tan naturales que cuesta tomarle en serio.

-Le llevo razón a Ange -asiente la de pelo rojo, Liz, para ser exactos -No será bueno que se lo digan molestos, esperen el mejor momento para atacar -bromea y ríe. La otra piensa profundamente.

Amor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora