Solo cuando te ví (Rubius&Tú)

[LIBRO 2] -Cap. 7.

Entramos en el coche de Willy. Yo me senté delante, y Alex, Mangel y Wismichu detrás.

-¡Eeh! –Gritó Mangel. –¿Y por que er illo puta'h de Rubiuh tiene que i' delante'h?

Me reí, miré para donde estaban. Todos se estaban descojonando, menos Mangel, que me miraba serio.

-Porque estás rojo, y yo no. ¡Además, ¿Porque tendrías que ir tu delante? No te jode.

Me sacó el dedo corazón, y me dijo:

-Te pire'h ya.

Eso solo aumentó mis carcajadas. Dirigí la mirada hacia delante.

Willy arrancó el coche,y este dijo:

-¿A quién llevo primero?

-A mi, te pilla más cerca, y así no tendrás que dar más vueltas de las necesarias.

-Muy bien. –Dijo, y arrancó el coche.

Arrancó el coche, y en segundos ya habíamos puesto rumbo hacia mi respectiva casa.

Veía como pasaban los coches a nuestro lado. Aunque decidí apartar la mirada, ya que con todas las cervezas que llavaba encima, lo único que haría sería marearme.

-¡Eh, hijoh de puta! –Escuché a Mangel detrás.

-¿Que te pasa ahora? –Le pregunté.

-¡Arguien ma' tocao' el culo! Putos. Putos todos.

Miré a Wismichu,que miraba a Alexby con cara de "ahí le has dao".

Entonces, miré a Alexby, que se tapaba la cara para que no vieran que se reía. Ya no pude aguantarme más, y empecé a reirme como un poseso.

-¡Alexby! ¡Alexby fue! ¡Alexby puto! -Dije yo, y empecé a señalarle como si fuera un retrasado mental.

-¡No, yo no fuí! Fue Willy.

-¡¿Que dices?! –Dijo Willy entre risas. 

-¡Güilirres, cabrón! –Dijo Mangel. Eso solo aumentó mis carcajadas.

-Guille, no sabía que te gustaba Mangel, ¿eh? –Dijo Wismichu.

Reímos, y Willy contestó:

-Vale, explicarme como puedo tocarle el culo a Mangel si estoy conduciendo.

Hubo un pequeño silencio, que Mangel rompió:

- Ah... No había pensao' en eso.

-He sido yo, lo confieso. –Dijo Alexby entre risas. –Pero estaba muy esponjoso, necesitaba tocarlo.

-Ay Dioh mio... –Dijo mi mejor amigo. –Wismichu, ayúameh', Alehby me quiere violah.

-Anda callar. –Rió Guillermo. –Ya hemos llegado.

–¿Ya? Joder, que corto se me ha hecho. –Dije.

-Eso es porque estabáis bastantante entretenidos, ¿verdad Alex? –Dijo Willy, y al instante comprendí porque lo dijo.

-¡Alehby invertido! –Gritó Mangel.

-¡Qué no! Solo era curiosidad.

-Pues haber si esa "curiosidad" no se transforma en otra cosa, ¿eh? –Dijo Willy.

-Venga, dejaros de gilipolleces. –Intervine yo. –Mangel, vamonos.

-Me cago en to'h. Gente, hahta otra. –Dijo mi mejor amigo, y salió del coche.

-Adios. –Me despedí de mis amigos.

-Adios. –Se despidieron ellos.

Mangel y yo nos giramos, y entramos a nuestro edificio.

-Vaya nochecita, ¿eh? –Comenté.

-Jodeh, ehtoy echo mierda.

-Le gustas a Alexby, ¿sabes? –Bromeé.

De pronto, Mangel se quedó de piedra, y dejó de caminar. Sus ojos no expresaban más que sorpresa.

-Oye, que era broma. –Le tranquilicé.

-¡¡Que no eh eso, Rubius!! ¡Mira! ¿Esa no eh _____?

Miré en su dirección, y efectivamente, _______ se encontraba en el suelo.

Tardé unos segundos en reaccionar. Cuando por fin supe que la chica a la que amaba se encontraba en el suelo. No se movía. En un segundo, corrí a su lado, y me puse de rodillas.

-¿______? ¡¿________ que te pasa?! ¡Responde joder! ¡Mangel!

En segundos mi mejor amigo se encontraba a mi lado.

-¡¿Que cohoneh pasa'h?

-¡Llama a la ambulancia, corre!

Se quedó plantado sin saber que hacer. Ansioso, le urgí.

-¡¿A que esperas?! ¡¡Llama de una puta vez, joder!!

Por fin reaccionó, y cogió el móvil. Se lo puso en la oreja, y empezó a hablar.

Mientras que Mangel hablaba, dirigí la mirada a la mujer mas preciosa que había visto. Yacía pálida, casi parecía que estuviera muerta.

Me deshice de esos oscuros pensamientos, y la tomé en brazos, igual que si fuera un bebé.

Miré a mi mejor amigo, y vi que ya había colgado.

-¡¿Que te han dicho?  –Pregunté–

-Vienen ya'h. ¿Pero que cojoneh ha pasao'?

-No lo sé Mangel, no lo sé, pero no me gusta ni un pelo...

-Ehtá blanca.  –Dijo señalando a _____–

-Joder... –Logré musitar–

De pronto, abrió los ojos mientras estudiaba mi rostro con detenimiento.

-T-te recuerdo... –Susurró, y puso una frágil mano sobre mi mejilla–

Tragué saliva, sin saber que decir.