CAPITULO FINAL

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Lo primero que veo al abrir los ojos por la mañana es el desgastado ejemplar de «50 sombras de Grey» que me volví a releer anoche en un intento de despejar mi mente.

Me levanto y cojo el móvil para ver la hora. Son casi las once de la mañana. También tengo un mensaje. Miro de quién es. No se me cae el móvil de puro milagro.

De: Rubén Doblas

Para: _____

Asunto: Importante

No tengo mucho tiempo para explicaciones, lo único que te pido es que vengas esta noche al sitio donde nos conocimos.

Ruben x.

Oh. Me quedo pensativa. ¿Qué será eso tan importante que quiere decirme? Pero no puedo esperar hasta la noche, así que tecleo su número y le llamo. Tras un largo minuto de espera, me salta el buzón de voz. Mierda.

Me visto lo más rápidamente que puedo, ignorando completamente a mi subconsciente, que no para de chillarme que seguramente ses algo malo lo qué me va a decir. Oh...

Pero, a fin de cuentas, ¿de verdad me importa?

Sí. La verdad es que si me importa, y mucho.

¡Pero si fuiste tu quién lo dejaste hecho una mierda, huiste de el, lo abandonaste! ,grita alguien invisible en mi oreja, provocandome un leve llanto.

Me decido a no pensar más en esto en lo que queda de queda de día, porque al final voy a trastornarme aún más.

Salgo de mi cuarto y me dirijo a la cocina, estoy muerta de hambre.

Me preparo unos cereales con leche y me los como, pensativa. Caigo en la cuenta de que mamá no está en casa; seguramente se haya ido ya a trabajar.

Dejo el cuenco vacío en el lavavajillas y cojo mi bolso, decidida a dar un paseo aunque solo sea para refrescarme las ideas.

Voy sumida en mis pensamientos mientras bajo las escaleras, cuando me encuentro con una figura conocida.

–¿Mangel? –Susurro.

Mangel está sentado, con la espalda en la puerta de su piso, y la cabeza en las rodillas. No sé si son imaginaciones mías, pero puedo distinguir dos lágrimas caer a ambos lados de su cara, pasando por su reciente barba...

Ni siquiera me mira. Lo repito, por si no me ha oído. Nada. Parece una estatua. Decido acercarme. Me agacho hasta ponerme a su altura

– Mangel. —Susurro— Mangel, ¿qué pasa?

— Dejame. –Responde con voz seca.

–Mangel...

– Dejame. –Repite.

– Solo dime que te pasa. –Intento sonar razonable, pero parezco más que nada desesperada.

–¿Qué que es lo que me pasa? —Grita y levanta la cara para mirarme fijamente a los ojos— ¡Tú eres lo que me pasa! Todo esto es por tu culpa... ¡Por tu puta culpa!

Agacha la cabeza y vuelve a llorar, desconsolado.

Oh...

Solo quiero salir de aquí. No aguanto ni un minuto más. Ya empiezo a notar que me falta el aire.

Y entonces, no las puedo retener más, y las lágrimas comienzan a recorrerme la cara, empapándola.

¿Qué se supone que he hecho? Tendrá que ver con lo que me quiere decir Rubén esta noche? Es obvio que si.

Solo cuando te ví (Rubius&Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora