Solo cuando te ví (Rubius&Tú)

[Libro 2] -Cap. 11.

P.O.V _____

Noté que no podía respirar con total libertad. Abrí los ojos, desorientada.

Un chico alto, de tez pálida, se encontraba encima de mí. Tardé un par de segundos en comprender que estaba desnudo. Tardé otro par en comprender que yo también estaba desnuda. No pude evitar pegar un grito.

Rubius se desperezó, y abrió los ojos. Su dulce rostro se encontraba en calma.

Dirigió su preciosa mirada hacia mi, y sonrió.

-Buenos días, preciosa. — Susurró, y comenzó a enderezarse —.

-Buenos días. —Sonreí—.

No sé como, pero se hizo un hueco a mi lado. Apoyó mi cabeza en su pecho, y empezó a acariciarme el pelo suavemente.

-¿Cómo estás? —Susurró dulcemente.

-Genial. Estoy genial... —Respondí.

Tras unos segundos de silencio, volvió a hablar.

-Dimelo... ¿Te hice daño?

¿Y a que venía eso ahora? Me lo pensé dos veces antes de responder.

-No, ¿por?

-Hmm... Por nada. —Murmuró.

Decidí dejarlo pasar, así que no insistí.

Minutos después, caí en los brazos de Morfeo.

***

Unas fuertes sacudidas me despertaron.

-¡Despierta! —Decía Rubius a lo lejos—. ¡Despierta, _______.

-¿Eh? ¿Qué paaasa? —Dije desganada.

-¡Han tocado! Vístete, corre.

Abrí los ojos. Rubius estaba terminando de abrocharse los vaqueros torpemente, parecía muy apurado.

Entonces, caí en la cuenta de lo que decía.

Cómo si hubieran respondido a mis pensamientos, la puerta volvió a sonar.

-¡______ sigue en el baño! —Mentía Rubius a quién fuera que estuviera traqueando.

-¡Vamos a entrar! —Decía una voz masculina.

-¡Estoy bien, estoy bien! —Chillé. Rubius se río.

Me acomodé aquel molesto trapo de hospital a toda prisa. Mientras, Rubius ponía todo en su lugar. Finalmente, abrí.

***

Salí del hospital. Era increíble la vergüenza que había pasado.

Flashback...

Las caras de los doctores eran épicas. Era obvio que nos habían oído.
Pasaron a mi destartalada habitación de hospital, examinandolo todo con cuidado.
-Ya sé que la echaste de menos, muchacho... —Le dijo un doctor a Rubius— pero podrías haberte contenido un poco, ¿no?
Automáticamente miré a Rubius,  que se rascaba la cabeza y miraba para el suelo, avergonzado. Yo no fui menos, y me mordí el labio. Deseaba que me tragara la tierra más que nada.

...

Iba con paso firme hacia la parada de taxis. No sabía cuanto tiempo había pasado, ni donde se encontraba Rubén. Estaba más que arrepentida de lo sucedido unas horas antes.

Si, ya lo sé. Pero es que... Fue algo espontáneo. No significa nada, ni para él, ni para mí.

Vale, él me gustaba. Bueno, le quería, todo había que decirlo. Pero nuestro amor... Es enfermizo. El no puede vivir sin mi, y yo no sin el... Por eso mismo creo que mejor dejarlo hasta aquí.

Tras unos 20 minutos andando, por fin divisé la parada de taxis. Después de unos minutos esperando, un taxi paró. Suspiré, y me metí en el mismo.

-A la calle Juan Carlos l, por favor. —Le pedí al jóven de cabellos rizados marrones.

-Claro. —Dijo esa voz tan agradable.

Tras unos minutos de silencio atronador, el chico habló.

-¿Cuántos años tienes? —Dijo de repente.

-Di... diecinueve... —Me puse uno más, puesto que no quería parecer una cría.

Otro silencio incómodo.

-¿Y tú? —Pregunté.

-Veinte. —Río, y me sorprendí. Parecía menor—. ¿Tan mayor parezco? —Me uní a sus risas.

-No, al contrario. Parecias mucho menor.

-Eso está mejor. De todos modos, me lo dicen mucho. Gracias. —Se giró un poco para sonreírme—. ¿Y cómo te llamas?

-_______, me llamo _______. —Respondí.

-Yo me llamo Carlos.

-Que nombre tan bonito. —Me sinceré.

-Ya hemos llegado. Encantado, _______. —Se giró y pude ver que tenía los ojos verdes y grandes. Sus pestañas parecían no tener fin.

-Igualmente. —Sonreí, y salí del coche.