Observo de lado a lado. Mi propósito es encajar. Claramente, es fácil recalcar que con solo mirarme, se sabe que no pertenezco aquí. Busco un lugar, algún rincón o sitio para escabullirse y encerrarme en mi burbuja.
Me siento realmente fuera de lugar. Trago con fuerza y arreglo mi corbata, procurando de que el agarre de la corbata sea más ligero, me revuelvo el cabello para quedar con un gran torbellino rubio, ignorando las horas que dedique en arreglar mi cabello a duras penas.
Observo a Valerie desde lejos, compartiendo con un grupo de chicos de diferentes rasgos físicos, todos mayores, más maduros. En los chicos la barba que brota de su rostro es muy evidente y las chicas tienen una mirada decidida. Mi prima es por la razón de que estoy aquí. Me obligo a venir junto a ella, solo por el hecho de ser como las demás chicas. Lo encuentro realmente estúpido ¿Por qué necesariamente debe ser como la mayoría? Las chicas no dependen de los chicos, ni viceversa, pero claro que Valerie no lo tiene en mente.
Miro de un lado a otro, visualizando en mi campo de vista una pequeña y única ventana cercana, en otras palabras. Mi objetivo. Valerie está muy ocupada coqueteando con un chico, así que no le importara que huya de aquí cuanto antes ¿...Cierto? Camino lentamente hasta quedar unos metros de la ventana, pero algo cambia mi parecer. Una puerta. Corro desesperado por tomar aire fresco hasta toparme con el, llenando completamente mis pulmones y exhalando dramáticamente.
Ahora, hay que buscar el sitio donde quedarme hasta que Valerie se aburra de la fiesta. Lo mejor que hay son unos balancines casi destrozados. Realmente vejestorios. Me parece que si doy un pequeño toque con mi dedo se haría añicos. Bueno, es el único lugar. Rodeo los balancines hasta sentarme en uno de ellos, mis ojos dan a la calle en la cual hay unas pocas personas sentadas por el jardín de la casa de la fiesta y autos de los invitados ¿Qué tal si tomo un taxi y me voy a casa? O ¿Tomo el auto de Valerie y me largo de aquí? No, mejor no.
Escucho un sollozo ahogado, como si no quisiera que lo escucharan. Me volteo hacia mi derecha y veo a alguien. Es una chica, debido a su cabello largo y su vestido, pero no puedo ver su rostro. Esta inclinada hacia adelante, apoyando sus codos en sus rodillas, envolviendo su rostro en una cortina castaña y brillante.
De inmediato activo mi modo alerta. Estaba sollozando, así debe de haber una razón de aquello. Alargo mi cuello, discretamente. Intentando de ver algo, cualquier cosa que me indique para intervenir de algún modo. Carraspeo, para llamar su atención, para luego musitar educadamente:
–– Disculpa... ¿Te encuentras bien? –– estiro mi cuello para ver su rostro. Ella voltea y me desconcierta la tristeza que inundan sus ojos. Me preocupa que le haya dejado de esa manera, tan destruida. Imagino millones de escenarios horribles ¿Le habrán robado o tratado de violar? Mis ojos recorren su rostro para ver algún tipo de herida.
Su tristeza es contagiosa, me estremece y ahora me limito a mirar sus rasgos. Tiene los ojos mieles, y una nariz pequeña y puntiaguda. Sus labios tiemblan con el ritmo de que sus ojos miran mi rostro. Es guapa, es bellísima. Bajo la mirada, algo avergonzado. La culpa me sube al hombro y susurra. Yo, aquí, acechando su imagen y diciendo estupideces en mi mente, mientras que ella esta terriblemente deteriorada, triste y desolada. Trago con fuerza, azorado.
– ¿Estas bien...? –examino su expresión al insistir. Pensará que soy un fisgón, pero no luce bien y seria muy feo de mi parte simplemente ignorarlo.
– Lo estaré, no te preocupes. –sorbe su nariz, pasando el dorso de su muñeca por ella.
Reparo al segundo de que no quiere entablar nada conmigo. Suspiro y volteo nuevamente a su dirección. Sus ojos posados en el suelo, lucen huecos, sombríos e hinchados de tanto llorar. Muerdo mi lengua. Peter, dejo en claro que no quiere hablar contigo. Bufo. Lo sé, pero el chisme me mueve.
– ¿De verdad...? – digo, arrepentido de inmediato de haber hablado. La chica me ojea, en sus ojos veo como tiene todas las intenciones de golpearme para dejarla en paz. Por lo tanto, intento remendarlo – Digo...no puedo desatender tu mal estado... ¿No quieres un vaso de agua o alguien con quien hablar? ¿De verdad no necesitas nada? – artículo, discreto.
Quedo estático, esperando que me maldiga o simplemente me deje solo, pero, por el contrario. Ella suelta una sonrisa irónica y saca un pañuelo que su bolso de cuero, se suena su nariz, quedando roja. Vuelve hacia mí.
– Tu eres de la frase "Sin chisme no hay parranda..." en persona – mis mejillas se calientan. Abro mucho los ojos y sin saber dónde mirar, bajo mi cabeza ¿eso fue una broma? Bueno. Al menos no esta molesta, pero tampoco quería proyectar esa imagen de mí. Que vergüenza.
Al reparar en mi semblante, suelta una sonora carcajada. Espontánea y divertida. El final de sus ojos se estrecha. Se achinan de tal forma que ni siquiera recuerdo que estaba llorando hace solo unos instantes.
– Esta bien, esta bien...–dice por fin, después de unas suaves risas continuas. –me caíste bien. –confiesa con desinterés. – Te daré lo que quieres – carraspea y se endereza, – Solo...no juzgues. Al menos no tan duramente.
Vuelvo a alzar mi cabeza, curioso. Noto que ella está más cómoda luego de reírse de mí. Debería de probar eso más seguido para hacer amistades. Que se rían de mi para agarrar confianza. Anoto esa estrategia en mi lista mental. Me acomodo en mi propio lugar, entusiasmado por la idea de que compartirá lo sucedido conmigo, me despierta la curiosidad. Además de que querer en cierto modo ayudar alivianar su pena.
– Mi novio me dejo por mi mejor amiga y eso apesta. – dice sin poder creérselo– Es ridículo pero lo peor de todo es que los indicios de la infidelidad estaba frente mis ojos y yo nunca las detecte. No me juzgues, por favor.
¿Es una broma? No lo digo por educación, pero ella tiene razón, es totalmente ridículo. Yo de verdad pensé que era algo más grave, pero no la cuestiono, tal vez está enamorada. Es cruel pero no puedo sentir una gran compasión hacia ella, nunca me he enamorado, así que no sé por lo que está pasando. Aprieto los labios, no brota ni la más mínima idea de que decirle ¿Acaso le doy el consejo de Dylan le da a su hermana? ¿Un clavo saca a otro clavo?¡Claro que no, es estúpido!
Inhalo y luego digo con mucho cuidado:
– Creo que es ridículo, pero no te juzgo. –le miro para ver cómo reacciona, pero no parece que quiera golpearme, así que sigo – Solo elegiste malas personas las cual compartir. Deberías conocer personas más honestas y transparentes.
Se queda meditando mi discurso en silencio, para luego asentir y mirar las flores del jardín. Vuelve asentir, pero esta vez para si misma. Repara en mi existencia y me da una media sonrisa, algo melancólica. Vuelvo a notar su nariz roja y sus mejillas un poco húmedas.
– Tal vez...tal vez tengas razón. –dice, lánguida.
Me siento culpable al ver sido tan directo, se vio herida al escuchar brotar las palabras de mi boca, como si hubiera tomado el peso real de aquella situación. Por lo cual decido, comentar algo irónico, con intenciones de bromear:
– ¿Solo tal vez? –insto a bromear.
Ella suelta una risita, pero al instante su rostro se nota cansado, finalmente decreta seguir la broma. – tal vez mucho.
Rio un poco para calmar el ambiente, iba a soltar alguna estupidez, pero la castaña se adelanta con una pregunta:
–¿Cómo te llamas? –ladea su cabeza – acabo de tener una conversación a base de algo sumamente personal y ni siquiera se tu nombre.
Respondo sin rodeos – Peter... – de pronto ciertas chispas de curiosidad y confianza me da el valor para preguntar por el suyo. – ¿y... tu? ¿Cuál es tu nombre?
– Kelia.
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Hola, me gustaría saber si tienen mas ideas u opciones para la portada. Si es asi mándenmela por privado, Gracias.
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Menor Que Tú.
Teen FictionSé que pensarás que es una más de las historias cliché, pero en las demás hay un patrón que a pesar de ser populares, hay un patrón que hay que romper y desencadenar. Kelia se ve muy marcada por ese patrón, ideal. El alto, ella bajita. El hombre...