Capítulo 11.

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Escucho como todos los libros, cuadernos y lápices se van directo a los bolsos y mochilas, para finalmente estruendo del cierre, llevándola al hombro. La clase extra ya había concluido, que sinceramente, hubiera comprendido un poco más, si Kelia no me distrajera tanto. Lleva un pantalón corte recto que la hace lucir tan elegante. La tela ceñida a sus caderas y suelto en sus muslos. Aparto la vista antes de ponerme colorado.

Todos se van a sus respectivos hogares, mientras que esperaba sentado, a que quedará vacío. Kelia mientras organizaba sus documentos, me mira a menudo, tal vez, esperando lo mismo que yo.

Quedar solos.

Una vez que toda la clase salió del salón. Dando paso a un silencioso momento entre ambos, me incorporo.

― Hola. ― Digo, acercándome a su escritorio, pongo mi mochila al hombro, mientras le sonrío.

― Hola ― Sonríe de vuelta ― ¿Estas esperando algo? ― ensancha su sonrisa. Organiza más papeles y vuelve a mí.

― Tal vez...― Digo fingiendo desinterés, mirando el techo.

― ¿Sólo tal vez?

― Sólo tal vez.

Ambos reímos.

Kelia deja repleta la mesa de papeles. Con habilidad los apila, dejando completamente impecable. Guarda sus cosas, concentrada en lo que hace, mientras yo solo observo. Me pongo cómodo, apoyando mi espalda contra la pared. Me gusta observar a ella, más que a los demás. Su cabello el día de hoy lo lleva lacio, por lo que cae sobre su rostro a menudo. Lleva un mechón detrás de su oreja. Su perfil sale a relucir. La luz de la ventana iluminando su piel.

Inspiro, para mirar hacia otro lado, sonrojado. Por Dios, eso ha sido tan atractivo. Kelia sube el rostro hacia mí, totalmente ajena de mi momento de admiración hacia ella.

― Estoy lista ¿Tienes algo que hacer ahora en la tarde? ― se levanta y toma mi mano por un segundo para luego soltarla. Quise que nuestras manos entrelazaran por más tiempo. El roce de piel haciendo cosquillas. Sin embargo, no hice nada. Sabía que a Kelia no le gustaría. Nos podrían ver. Me limito a sólo volver a ella y suspirar.

― Nop. ― hago una pausa ― Solo estar preocupado toda la tarde por mi madre ― aprieto los labios y levanto las cejas, mostrando aburrimiento y angustia a la vez ― Cool ¿no crees?

Mi madre. Aun no me saco es llamada de la cabeza. Pensaba intentar llamar nuevamente al mismo número por la tarde. Durante la mañana intenté, pero nadie contestó

― Ajá ¿y tus deberes? Así mantienes tu cabecita rubia más ocupada― dice, divertida, picando la punta de mi nariz con ternura.

La arrugo inconscientemente ― Tú sabes que soy lo suficiente responsable. ― digo, fingiendo parecer egocéntrico. Haciendo que Kelia ría ante mi actuación ― ¿Te parece si vamos a una cafetería y conversamos ahí? ¿O podemos ir al cine? ― Propongo, entusiasmado.

Hace días estoy intentando convencer a Kelia que salgamos. Una cita. Fuera de la escuela. Algo novedoso, pero ella siempre se rehúsa con distintas excusas. Sé muy bien que tener un trabajo de practicante y ser universitaria quita mucho tiempo, pero podría hacerme un hueco ¿no?

― ¿por qué no vienes conmigo mejor? Pasaremos en mi casa, podemos ver una película, tratar de relajarnos y luego ver qué hacer con lo de tu madre. ―me sonríe, tratando de convencerme. Suelto una risilla, algo melancólica.

Bueno, eso es mejor que una cita.

― Será difícil no angustiarse por ella, debería de hablarle a Valerie ― La castaña baja la mirada y suspira. Me toma esta vez la mano, entrelazando nuestros dedos.

Menor Que Tú.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora