Capítulo 15.

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Habia pasado alrededor de dos horas después de la extraña situación sobre Emily, Dylan y Kelia. Me sentía vacío y confundido a la vez, una opresión en el pecho, nervioso. Como un ataque de pánico, pero severo y largo. Sin llegar a un peak, sin saber cuando se terminará. No sé que es peor. Esto, o un ataque de pánico en sí.

Dylan esta en mi habitación, arriba, dejó a Emily en su casa, para volver por alcohol y sin mi permiso encerrarse en mi habitación. Así de descarado, pero no estoy enojado con él, estoy confundido y cuando pueda le pediré una explicación. No quiero ver a Emily, pero no la culpo estaba ebria. Y a Kelia la quiero dejar en paz, su espacio.

Fue todo un torbellino de información y situaciones que ni siquiera logró comprender, pero me vale por ahora.

Me introducía cada vez más a la fiesta, sintiendo mi pecho retumbar y mis oídos explotar. Atisbo en la masa de gente. Quiero salir a un lugar tranquilo, pero el jardín trasero esta repleto de imbéciles con botellas de alcohol, así que me escabullo entre la turba y me dirijo hacia la salida por el jardín delantero, que sorprendido lo veo solo con la luna.

La oscuridad absorbe todo el cielo. Me permito a lanzarme sobre el césped, ignorando los pequeños quejidos saliendo de mi boca por mi cuerpo adolorido. Maldito de Dylan golpea duro. Mis músculos se relajan y me siento tan completo por primera vez en mucho tiempo, suspiro y sonrío. Siento esa sensación irse, aquella sensación de opresión. Al inhalar pasa todo el aire por mis pulmones, sintiendo me sano. Luego río, le siguen carcajadas para luego volver a suspirar. Es bueno sentirse sano.

Me siento liviano. raramente liviano. Yo no fui culpable de nada.

Kelia se fue, Emily también, ambas estan molestas. Dylan esta allá arriba, y no me importa, me importa un carajo. Literalmente, que se jodan. Estoy perfecto. He logrado despejar mi mente por mi sólo. Perfecto ¿Saben lo difícil poder controlar tu cuerpo y mente para que no te hunda en la ansiedad? Bueno,  es una puta mierda no saber hacerlo. La mente es traicionera. Así que me alegro haber pasado sus obstáculos, supongo que me los sé de memoria.

― Hola.― ladeo mi cabeza, sintiendo el roce del césped en mi mejilla, hacia la cerca dónde separan las casas entre vecinos. Es una chica desconocida. ― ¿Tu eres Dylan? El hermano de Emily.― Noto de inmediato un acento extraño en su inglés.

―¿Qué? ― reacciono. Me levanto con rapidez, sintiéndome sumamente pesado, para correr hacia la cerca. ― ¿Quién eres? Porque mi vecina no, aquí vive la Señora Mendes y no tiene hijos.

―¿Eres Dylan o no?― Niego con la cabeza y ella me mira con fastidio.― Bien y ¿dónde está?

― Pero soy su amigo.

La chica rueda los ojos.

― No me importa que seas su amigo, quiero hablar con él, es urgente. Solo... ― me mira impaciente.― ¿Me puedes decir dónde está?

― Está aquí, en mi casa. Si quieres puedes entrar. ― Ella no dice nada, solo con extrema fluidez, pasa ambas piernas por la cerca y termina al otro lado de la casa, la miro impactado, sus piernas no deben de pesar nada. Ella se acerca y me mira.

― Sólo dile que lo espero aquí y que soy la chica de la otra vez, la castaña con el pelirrojo. No, ― se pausa para pensar― más bien, dile vengo de parte de los Roth.―  No entendí absolutamente nada pero obedezco al ver la de nuevo a la chica. Da miedo, así que vuelvo entrar para subir corriendo mi habitación.

Abro la puerta con rapidez, encontrándome a Dylan recostado en mi cama y repetirle lo que me dijo la chica. El levanta la cabeza con cansancio, se levanta y me sigue hacia abajo para volver con la chica.

Menor Que Tú.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora