Capítulo 4.

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Mi reflejo es impresionante, irreconocible. El chico que está frente a él, es completamente un desconocido para mí. Cabello brillante, sedoso y rubio, ojos alegres y intrépidos, una sonrisa impresa que contagia felicidad. Arreglo la chaqueta de mi traje, para mostrar algo más de formalidad.

― Te ves muy bien, Peter. ― Valerie saca la corbata de mi cajón más cercano, se acerca hacia a mí y la hace sobre mi cuello. No sé de qué manera mirarla. No puedo verla con normalidad a sus ojos castaños. No después de aquella especial conversación. ― Si no llegas con una chica a casa, es porque no ven lo lindo que eres ― besa mi mejilla, para luego salir de mi cuarto y cerrar la puerta.

Doy un suspiro al ver que Valerie deja la habitación. Dios, la conversación entre ella y Chritian no me deja de dar vueltas. Basta ya, tengo una fiesta esperándome.

Hoy es la primera fiesta del último año. Siempre a los que llegan a este último nivel, hacen variadas fiestas, para aprovechar cada segundo antes de abrir las puertas a la realidad, y ser un verdadero adulto. Además de que la misma escuela nos permite y asigna un lugar para cada celebración, este mes es el gimnasio.

Se supone que los estudiantes deben ir algo elegantes y formales, para dar una buena impresión para las otras escuelas.

Giro mi cabeza, a dirección a la ventana, donde puedo perfectamente ver a la de al frente. Ahora ese molesto visillo se encuentra a un costado de la ventana, permitiendo penetrar mi mirada. Reconozco que es la habitación de Dylan, sus paredes son azules, tapizadas de varios fotografías y pósters ¿Acaso Dylan es quien me observa todo el día? O ¿alguien mas que habita ahí? Bueno, lo dudo, ya que el sabe que me siento observado, sería raro que fingiera.

Trato de olvidarlo, me volveré loco resolviendo ese misterio. Rápidamente salgo de mi casa y me subo al auto de Valerie, que me estaba esperando ya hace varios minutos. Pasan el tiempo rápido, hasta llegar a la escuela, muchos estudiantes ya están llegando, parejas, amigos hasta reconozco profesores ¿Profesores? No tenía ni la menor idea que ellos también podían asistir. Oh, no, espero que no esté presente Kelia, no me gustaría ser expectante de la pelea entre mi prima y profesora.

― Bien, yo puedo volver a casa sólo, tu puedes irte tranquila.― Le digo a Valerie, mientras salgo del auto y cerrar la puerta, bajo hasta la ventana, para poder mirarla― así puedes ver a tu nuevo novio.

Ella solo sonríe y me desea suerte, antes de desaparecer en la lejanía que se va sometiendo el vehículo. Me enderezó y camino por la entrada, para mezclarme con la masa de gente, todos hablan y ríen, están felices, son libres de hacer lo que quieran en la escuela ¿Quién no se pondría feliz ante esa posibilidad? Sonrío, sintiendo su alegría, filtrar mi cuerpo, recargandolo de energía.

Ya entrando a el gimnasio, divisó a Rowling y Richard. Un escalofrío me recorre el cuerpo completo, tal vez deba escabullirme o pasar desapercibido. Pero mi opinión cambia de bandazo. Veo el enorme banquete que patrocina la escuela. Dulce, salado, amargo y ácido. Todo tipo de sabores se desprende en aquella larga mesa.

Mientras pasa el tiempo, yo como todo lo que mi estómago puede. Veo los refrescos que hay. Lo extraño es que hay alcohol en la palma de la mano de los alumnos, la mayoría aún no es mayor de edad, pero pienso que está sección es para los profesores. Tomo lo más ligero que hay. Agua. Para que no me llene tanto y poder seguir atiborrando el estómago con dulces.

Me siento en una de las pocas sillas, que está a los costados del gimnasio, teniendo en frente la pista de baile. Paso minutos tragando varios pastelitos de pie de limón, cuando ya terminé el quinto, escucho una voz:

― Tus moretones están mucho mejor. ― Me sobresaltó por la repentina compañía. Agradecí haber terminado el pie de limón, porque con el respingo cayó el envoltorio.

Observo a mi lado, y sonrío inconscientemente. Tal vez sonrío por la sorpresa que me genera el hecho que esté hablándome después de nuestra última situación. Me alegra verla un poco más aliviada. Sus facciones lucen frescas.

Kelia toma un sorbo de su refresco que no reconozco.

― Si, el tiempo ha sido mi mejor aliado ― digo, tímido. Toco mi ojo izquierdo. Aún lo siento un poco dormido, pero su color está mejorando. Ella alarga su mano hacia mi rostro. Repite el trazo que hice sobre mi ojo, de forma distraída. Provocando un temblar en mi espalda.

― Si, está mejor. ― Afirma. Toma una de las sillas para sentarse junto a mí. Pronto noto algo en su mirada. Está inquieta pero relajada, demasiado relajada para ser normal, como si estuviera borracha. ― ¿Sabes? ― Suelta una risa, mientras hace una pausa. ― no recordaba tu nombre, desde el día que te vi en el campo de fútbol, vi tu plantilla de estudiante. Recuerdo que Dylan me ayudó a llevarte a la enfermería, tienes un muy buen amigo.

― Dylan no es mi amigo,― Digo, sonriendo. Aunque en realidad no estoy seguro de ello.

― Pero debería. ― contesta, mientas sonríe también. Sus mejillas están sonrosadas. Puedo ver lo bien que se siente, como si estuviera completamente ausente de las palabras que dice.

Me detengo a observar su vestido: Rojo brillante. Muy bonito color que a ella le queda realmente bien, esparciendo y apegado a sus interminables curvas. Primera vez que veo a Kelia de esa manera. Una manera algo física, corporal, se siente extraño. Soy un adolescente, que tiene muchas hormonas alborotadas, pero aún así siempre trato de mantenerme al margen, aunque no sepa mi límite.

Bajo mis ojos al suelo, totalmente rojo para concentrarme en algo más que su cuerpo. Le vuelvo a mirar el rostro y de pronto suelto:

― ¿Porque cambia tanto tu humor conmigo? Desde que te vi en el biblioteca, en el cual estabas muy distante, no has vuelto a ser tan dura conmigo. ― mi voz sale más aguda de lo que quería. Me arrepiento de inmediato. Sonó como sí me estuviera ahogando. No me ayuda a bajar el calor de mis mejillas.  

Recuerdo lo distante que fue cuando aclaré que estudiaba aquí. Luego en el campo de fútbol. Cortés, pero distante. Y ahora. Me alegra que sea tan agradable conmigo, no me quejo. Sin embargo es tan...voluble. La mayoría de la gente mantiene solo una postura al relacionarse con otra, pero Kelia desafía esa mayoría. Conmigo. Su bipolaridad me está turbado y confundiendo.

Ella ríe, de manera tan genuina y ridícula, que contagia, siempre contagia sus emociones a las mías. Siento un repentino remolino en mi estómago, haciéndome sonreír con ella. Intento relajarme un poco. No sobre pensar las cosas. Ella no parece que lo estuviera haciendo. Vuelve a tomar un trago de su bebida para seguir riendo.

― ¿Para que seguir amargada? Estoy feliz, tu estás feliz, todos los que están aquí están felices ¿Para que arruinar la situación con seguir distanciando nuestra relación? ― toma otro trago. ― Soy tu profesora, no tú mamá, Peter.

Asiento. Sintiendo que por primera vez entre nosotros, una conexión.

De la nada, ella levanta el mantel, permitiendo ver que tiene bajo el. Una enorme botella de alcohol. Ella la saca de ahí y se sirve en su vaso, para tomar un gran trago y luego soltar un alarido de adrenalina.

Frunzo el ceño. Yo sabía que de alguna manera estaba ausente de este mundo.

― ¿E-eso es alcohol?― es lo único que digo, de forma inmediata. Como sí no fuera obvio. Kelia vuelve a tomar el contenido del vaso en solo un trago ― Eh ¿Qué haces?

― Que más. Relajarme y tratar de olvidar. ― Levanta la botella y toma de ella misma. Miro a todos lados, preocupado. Necesito ayuda ― Encontré la solución de mis problemas. ― Levanta la botella, como si fuera un trofeo. ― el jodido alcohol.

Esto va a terminar mal.

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Hola! Se que el capítulo anterior no fue el mejor, pero entrega un dato clave.
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Gracias♡
Adiós.

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