Capítulo 18.

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Me dirijo hacia la sala, con los nervios de punta, con Emily pisando mis talones. Mi madre al sentir nuestros pasos, se voltea y sonríe.

― ¡Hijo! ¡Me puedes ir a buscar los exóticos chocolates de los que te hable! Los de Australia ― asiento sin muchas ganas y le doy una mirada rápida a Dylan.

― Hey, Lentes, ve ayudarlo ― reclama Emily. Dylan eleva la mirada hacia mí, con notorio rencor y se me revuelve el estómago. Se levanta de mala gana, para luego seguirme por las escaleras hasta llegar a la habitación de mi madre.

Noto la tensión en el aire, así que decido romper un poco el hielo:

― Y...¿Cómo has estado? ― digo de la nada al pasar por el umbral de la habitación.

― Está bien, hasta que tuve que estar aquí contigo ― dice, con desdén. Aprieto los labios, ignorando ese comentario. Uy, si que está enojado. Carraspeo.

Noto la maleta en una esquina de la habitación y me acerco a ella. Comienzo a tantear la maleta y sus bolsillos. Volteo para saber dónde quedó Dylan, y vuelvo a la maleta, cuando reparo que está apoyando en el umbral con los brazos cruzados.

― ¿Que te dijo Emily en la cocina? ― pregunta con el ceño fruncido.

Trago en seco.

― Me dijo que se irá con su hermano biológico, un irlandés ― digo, con desinterés mientras tanteo con mis palmas entre los bolsillos. Al notar un protuberancia y crujidos de envoltura, saco los chocolates, para dejarlos bajo mi brazo. ― Quería hablar contigo.. ―comienzo mi discurso. ―Sobre lo del otro día.

Su expresión se suaviza y se endereza, alejándose del umbral. Noto como sus mejillas se tornan rosadas, sus lentes se desequilibran hacia la derecha y recién noto que no lleva su gorra. Mi comentario lo distrajo del tema de Emily lo suficiente, así que vuelvo a insistir.

― Lo que paso la última vez... ― mascullo, Dylan arruga sus cejas y  evita la mirada.

― No tuvo que pasar, fue un error ― bajo la mirada, para luego asentir  lentamente y busco dentro de los muebles, por si hay más chocolates escondidos por allí, o tal vez para esconder mi orgullo herido.

― Pero me dejo muchas dudas. ― digo sin mirarlo, revolviendo las cosas dentro del mueble.

― ¿Dudas? ¿Qué tipo de dudas? ― titubea.

― Dylan ― sentencio. Mis manos vuelven a tocar envolturas de golosinas. Los saco del mueble y cierro este con cuidado, para voltearme a él. Suspiro y digo sin más rodeos ― ¿Por qué rayos me besaste?

Parpadea y me observa con detenimiento. Titubea por varios segundos. Abre su boca y luego la vuelve a cerrar. Tu rostro se tuerce, pero finalmente dice:

― Si querías disculparte, bien...― rueda sus ojos. Cambiando el tema olímpicamente― Te disculpo, pero no te responderé eso. Además, estaba borracho. ―Mira hacia otro lado.

Okey, no sabía como interpretar eso, lo cual me deja aún más confundido. Intento no demostrarlo, así que sonrío, y me apoyo en el umbral, fingiendo confianza.

― Había olvidado lo orgulloso que eres ― arruga sus cejas, molesto e intenta salir por el umbral, pero antes de que se vaya lo agarro del brazo y lo hago voltear.

Me queda mirando, confundido.

― No he pudido sacarme ese beso de la cabeza, Dylan ― Confieso descaradamente. Dylan titubea y suspira, nos miramos directamente por muchos segundos, para zafarse de mi agarre.

― Creo que debería bajar ― dice, para correr escaleras abajo.

Me quedo de pie, con los chocolates en la mano y después de unos minutos tomó en cuenta todo lo que hice y dije ¿Cómo se me ocurre acosarlo de tal manera? Mi estómago y pecho se oprimen, me sonrojo y me avergüenzo de mi mismo.

Menor Que Tú.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora