Era un lugar muy diferente a este. En ese lugar habitaba un personaje que va a ser el protagonista de mi historia. Un joven, llamado Santo, que estaba a punto de conocer algo sobre el que nunca esperaría.
Era un día normal para él, tenía que entrenar para el torneo que tendría lugar la próxima semana. Pero esta vez estaba solo en el gimnasio, algo un poco extraño, pues a estas alturas solía estar lleno de gente entrenándose. Solo había una chica, que nunca había visto por allí. Estaba en una esquina de la sala, levantando unas pesas que parecían demasiado para ella, pero la verdad es que las levantaba con mucha facilidad. El joven después de estar observándola durante un buen rato decidió ir a saludarla. Era muy guapa, su nombre era Nayara. Se presentaron y estuvieron un buen rato hablando. Los dos conectaron enseguida. Al terminar decidieron no despedirse, pues ambos querían seguir hablando el uno con el otro. Fueron paseando y conversando. En un momento la conversación tomó un rumbo un tanto extraño para Santo. Ella empezó a hablar sobre una secta que seleccionaba a luchadores con poderes especiales para el combate. El desconocía del todo eso, y quería saber más sobre el tema, así que le pidió que le contara algo más. Pero ella se negó, diciendo que antes de seguir contándole nada tendría que saber si él era digno de saberlo. Una vez dicho esto, le pidió que el paseo terminase en ese instante, y ambos se dirigieron a la casa de Nayara. Se quedaron unos minutos hablando, en el portal de su casa. Santo le rogó de nuevo que le contase algo más sobre esa secta. Ella se enterneció del chico y le prometió que mañana le llevaría a un lugar donde empezaría a comprenderlo todo. Eso hizo que Santo se alegrase. Se despidieron con dos besos en las mejillas, aunque ha ambos no le hubiese molestado que los besos hubiesen sido en otro sitio. Ella desapareció detrás de la puerta con un guiño.
Al día siguiente, el tiempo pasaba muy despacio, para Santo, pues estaba deseando que llegase el momento de volver a ver a Nayara. Llegaron las 8 de la tarde, la hora en la que habían quedado, para él esa hora era un poco más tarde de lo habitual, pero ella él había dicho que tenía que ser en ese momento del día en el que el sol ya había desaparecido. Fue a recogerla a su casa, Nayara ya le estaba esperando en la puerta. De un salto le beso la mejilla y se cogió a su brazo. Comenzaron a hablar de como les había ido el día, y antes de darse cuenta, habían llegado a lo que parecía un local en ruinas, Santo se impresionó bastante al ver lo lujoso que era por dentro, pero para su sorpresa todo era de una decoración un tanto peculiar, era antiquísimo, parecía una mezcla de azteca y romano. Había una puerta que estaba custodiada por dos hombres musculosos que llevaban un escorpión tatuado en el brazo derecho. Vestían unos chalecos sin mangas y unos pantalones largos rojos. Tenían cara de poco amigos, eso infundía miedo y un respeto muy grande. Ella se dirigió hacia estos hombres y con unas palabras les abrieron las puertas. Daban a una sala grandísima, con la misma decoración, pero esta vez más bien parecía el interior de un volcán. Había hileras de hombres con la misma vestimenta que los primeros, pero con otros colores y otros tatuajes. Santo no salía de su asombro. Al fondo de la sala, había un señor mayor con una túnica roja que le llegaba a los tobillos. Enfrente suya había una especie de piscina poco honda, la diferencia era que esta estaba llena de algo que parecía lava. Ellos de dirigían hacia este señor. Unos pasos antes de que ellos llegasen asta el. Este se acerco, para cuando Santo se dio cuenta Nayara ya había desaparecido, y él se encontraba solo frente a aquel extraño hombre. Pero para su sorpresa no sentía miedo. El hombre le puso las manos sobre sus hombros. Santo miro a su alrededor y pudo observar que todos le estaban mirando. Se volvió a girar para mirarle la cara a aquel individuo. El señor comenzó a hablar con una voz profunda pero al mismo tiempo tierna, que infundía confianza. Hablaba como si estuviera narrando una oración.
- Bienvenido Santo. Llevábamos mucho tiempo esperándote- le dijo mientras con una mano señalaba a todos los que les observaban- Mi nombre es Arturo y tu eres la pieza que nos faltaba.
- ¿Yo? ¿ pero si no soy nadie especial y mucho menos lo que ustedes estaban esperando? No entiendo nada.
- Enseguida lo entenderás todo, pero antes debes introducirte en el fuego sagrado, para saber a que clan pertenecerás. Te explico, hay varios clanes: Los tigre, los lobos, - fue diciendo mas nombres de animales y señalando a los distintos grupos que había en la sala - los cobras, y los más fuertes los escorpiones
- Comprendo. Pero ¿qué tengo que ver yo con todo esto
- Lo comprenderás todo cuando el ritual haya concluido. Nayara te lo explicara todo.
Una vez dicho esto. Santo asintió y sin pensarlo mas veces se quito la camiseta como le había indicado Arturo. Se introdujo en el fuego sagrado. Que para su sorpresa no era lava, ni nada parecido, parecía simple agua. Al cabo de llevar unos minutos sintió un fuerte ardor en su brazo derecho. Después de un corto tiempo, salió, pero había algo distinto en él, una fuerte luz emanaba de su brazo, tras unos segundo esa luz se disipó y dejo a la vista una marca de escorpión. Frente a esto, toda la sala estallo en un gran aplauso y furor. Nayara
- A partir de hoy vas a descubrir tu verdadero yo, y vas a vivir mil y una aventuras.
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Secreto de clanes.
FantasyEs una historia que crea un mundo donde más de uno quisiéramos vivir. Deja volar la imaginación y conviértete en uno de los personajes. Con ellos podrás sentir el poder del amor, la amistad y la traición.