Capítulo 32

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El joven se quedó helado al escuchar esa voz. Cruzó una mirada con Nany, y descubrió que ella también estaba llena de incertidumbre. Durante unos segundos de inquietud, nadie pronunció ninguna palabra. 

-Rears, soy yo...Santo...-la voz sonaba opaca tras la pared.-No sé que os habrán dicho, pero es todo mentira. Estoy aqui, con Mireia.-Rears contuvo un fuerte suspiro. 

-Comprendo que no querais saber nada de nosotros, pero es mentira cada palabra que os hayan dicho.-Mireia salió en su defensa y en la de Santo frente al silencio tras la pared. 

-¿A caso no es verdad que mataste a Senom?.-preguntó el joven, inquisitor.

-Bueno... eso es cierto...-su voz se rompió y estalló en llanto.

-Pero ella lo hizo en defensa propia...¿verdad?-Nany habló, buscando defender a su amiga, aunque no estaba segura de que fuese la mejor idea. 

-Claro que si, solo lancé aquella bomba de humo para defenderme y poder huir. De no haberlo hecho, ahora mismo estaría muerta.-aún se rompia su voz cada vez que hablaba, pero pornunciaba cada palabra con fuerza. 

-¿¡Bomba de humo!?-preguntaron los dos chicos al unisonoro.

-Exactamente. Ella no les atacó directamente, por lo tanto es imposible que matara a Senom.-sentenció Santo con firmeza.

-Pero eso quiere decir...-Nany no fue capaz de terminar la frase.

-Quiere decir que el gemelo tuvo que morir de otra forma. Y solo Siru estaba allí con él.-aclaró Rears, ayudando a su amiga a terminar la frase. 

Ninguno dijo nada durante unos instantes. Todos estaban intentando asimilar la nueva información que ahora sabian. Los gruñidos de Sayu sacaron a todos de sus pensamientos.

-Tenemos que sacaros de ahí.-las palabras de Nany devolvieron a todos a la realidad. Que dos de sus compañeros estaban encerrados y debía sacarles si querian tener alguna oportunidad de ganar en la guerra que dentro de poco iba a empezar. O quizás ya había empezado. 

-No hay manera, llevamos horas intentandolo con golpes, pero esta pared no cede. Quizás tenga algún escudo mágico que esté proteguiendolo. No lo sé.-se notaba que el joven estaba decaido y sin ánimo para nada. 

-Quizás ella sepa como lograrlo.-respondió Nany, mirando a su nueva mascota, esperando que hiciera algún gesto o algo que les liberara a todos de este problema.- Ah, me refiero a una especie de lobo super adorable que hemos encontrado.-dijo para explicar a la pareja a quién se refería con el "ella". 

Sayu la miró con dulcura y giró la cabeza. Como toda respuesta comenzó a crecer, a duplicar su tamaño. Los jóvenes se apartaron lo máximo de ella, asustados. El animal, al ver su reacción se comenzó a reir, o eso parecía. Se acercó a la pared que les separaba de sus amigos, se apoyó sobre ella y... las rocas comenzaron a ceder, a agrietarse. En menos de unos segundos, la barrera de piedras había desaparecido y una gran nube de polvo, que iba desapareciendo, lo cubría todo. Nadie habló hasta que el polvo de hubo dispersado. 

-¿Pero qué coño habeis hecho?-el rostro de Santo se montraba sonriente, aunque su tono era asustado.

-Sacaros de ahí.-Nany estaba abrazada a su mascota, que volvía a tener el mismo tamaño de antes.-Las gracias a ella.-dijo, y con un gesto de cabeza les indicó a los recién rescatados al animal. 

-¿Cómo ha podido esa cosita echar abajo la roca?-Mireia también se había acercado al animal y le estaba acariciando la cabeza y el lomo.

-Emmm...Creció muy rápido.-dijo como única respuesta Rears, que aún observaba a Sayu con cara de sorprendido. 

-Detalles a parte, tenemos que salir de aquí, fuera se va a empezar una guerra, y nuestros amigos están siendo dirigidos hacia la boca del lobo.-Santo miraba a Nany y a su mascota con profundo agradecimiento y cariño. Después se abrazó a su amigo, en señal de saludo y cogiendo a Mireia de la mano empezaron a seguir al animal, que ya les estaba enseñando el camino de salida de allí. 

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El recién llegado se sentó cerca del fuego, ya extinguido, esperó a que la gente se fuera despertando una a una y se sentaran a su lado para desayunar. Siru fue el primero que se parcató de su presencia. Le extrañó un poco ver al chico allí y un escalofrio recorrió su espalda cuando Mingrem clavó su dura mirada en él. Pero hizo todo lo posible para que no se notara lo nervioso que se había puesto. Nadie le preguntó al joven que estaba haciendo allí. Todos supusieron que se había unido a ellos tras velar la muerte de su hermano. Y la verdad es que estaban agradecidos, pues ahora pensaban que les sería más facil enfrendarse a su enemigo, aunque la verdad es que ninguno tenía ni idea de a cuantos se enfrentaban, los cual les hacía sentir muchas dudas. Quizás les superaban en numero y aquello había sido una operación suicida. Pero si se quedaban encerrados en aquella casa, igualmente les hubiera llegado el momento de luchar por defenderse. Más tarde o más temprando se debía de enfrentar, así que más vale pronto. Puede que los dioses les sonrieran y pudiesen pillarles por sorpresa y ganar. Pero solo era un deseo, una posibilidad... un milagro para muchos. 

Siru se había puesto como lider del grupo tras la supuesta traición de Santo, y los rumores eran muchos sobre Anikomory, pues varios juran haber visto a ambos pasar la noche juntos. Lo cual daba mucho para pensar. Pero ninguno comentó nada al respecto con ellos, no solían entrometerse en la vida sentimental de sus compañeros. Aunque fuese algo extraño y digno de sospecha. 

Tras observarles durante unos instantes, el joven se acercó a la pareja que conversaba apartada del grupo. Parecía una conversación íntima y seguro que cualquier otra persona no se había atrevido a interrumpirla. Pero a él no le importaba nada de eso. Saludó a la chica con una leve inclinación de la cabeza y clavó la mirada en Siru.

-¿Dónde está?.

-¿Quién? No sé a lo que te refieres.-respondió Siru, algo confuso. 

-Quiero saber donde se encuentra la asesina de mi hermano.-su voz sonaba indiferente, pero el obvio que esa frase estaba cargada de odio. 

-¿Para qué quieres saber eso, muchacho?

-Porque pienso arrebatarle la vida.-sentenció Mingrem

Secreto de clanes.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora