Capitulo 25

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Todo se volvió blanco, durante unos segundos no se podía ver ni oír nada. Como si el tiempo se hubiese detenido.

Pasados estos instantes de preocupación, miedo y confusión, Siru se puso en pié como pudo. Aún le temblaban las piernas por la cercanía de su último suspiro. Alzó la mirada al lugar donde se encontraba hace tan solo unos instantes. Pudo ver el destrozo que había provocado la explosión. No había rasto de césped, flores, árboles, ni de... Senom tampoco estaba por ninguna parte. Su cuerpo no se encontraba con vida, ni con ella. Directamente no se encontraba. Se había esfumado.

El hombre andó hacia el sitio donde se debía encontrar su compañero. Miro alrededor.

-Quizás le había dado tiempo a apartarse y estaba detrás de un árbol. O quizás...- dijo Siru a media voz mientras movía su dolorido cuerpo mirando detrás de cada árbol.

-Esté muerto.- fue Nany la que terminó la frase.

El hombre se giró a la rapidez del rayo, para ver a sus espaldas una desagradable escena. Eran Mingrem y Nany. El chico llevaba en brazos el cuerpo inerte de tu propio hermano. Aún en la oscuridad de la noche se podía observar como varias lágrimas salían de sus ojos humedeciendo su rostro.

-Volvamos a casa.- sentenció la chica y los tres emprendieron el camino a la cabaña. En único sonido que se podía apreciar era el de las ojas al crujir bajo sus pies. Como si el bosque guardara silencio por el muchacho.

Al llegar a la cabaña vieron a Rears y Ana María en la puerta. Estos, al percatarse de su presencia corrieron a su encuentro. Ninguno preguntó. Rears cogió el cuerpo sin respiración de Senom y lo cargó lejos de alli. Mañana lo enterrarian.

-Asesina.-susurro Mingrem apretando los puños.

-Calmate.- Ana María hizo amago de abrazarle para intentar consolarle, pero el joven se zafó de ella.

-!Déjame!.- gritó, y acto seguido salió corriendo hacia su habitación.

-No lo juzges, es normal que reaccione asi.- dijo Nany intentando quitar hierro al asunto.

-¿Qué coño ha pasado en el bosque? Y ¿Dónde diablos está Mireia?.- era Rears el que hablaba. Parecía furioso.

-Entremos dentro. No quiero contarlo veinte veces. Reune a todos en el comedor.-sentenció Siru.

-Santo está peor.- era Anikomory que salía detrás de los jóvenes.- Se ha desmayado y la fiebre no le baja. Estoy preocupada.- se le rompió la voz y una lágrima juguetona se escapó de sus ojos.

-Santo... Tranquila, ahora le curamos.-se llevó la mano al bolsillo y sacó varias plantas de él.

Mientras Siru iba preparando y dando la medicina al convaleciente, al mismo tiempo explicó los hechos ocurridos en el bosque y lo que habían descubierto de Mireia.

Algunos reprimieron unas lágrimas y otros unas palabras de incredulidad. Prácticamente se habían criado con esa chica, no podía... no podia haberles traicionado.

Pasadas unas horas, Santo abrió los ojos, haciendo que todos se alegraran y tranquilizaran. Pero las palabras que pronunció no fueron tan bien recibidas.

-¿Y Mireia? Hay que encontrarla. Rápido.- hablaba apresuradamente

-Santo, verás, Mireia...- Rears comenzó ha hablar para intentar explicarle la clase de persona que era esa chica.

-Cállate. He dicho que nos necesita, está en peligro.- no dijo una palabra más, se levantó de la cama y fue a vestirse.

Secreto de clanes.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora