Capítulo 10.

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Nany dejo el coche en la acera que daba a la casa de Mireia. El porche estaba con la luz encendida, como el primer día que él entró por primera vez en aquella casa.

-Bueno, espero que te haya gustado la clase de hoy.- dijo Nany como despedía.- Si quieres mañana podemos quedar todos para irnos juntos al instituto y así nos vas conociendo mas.

- Me encantaría. Muchas gracias por todo lo que me has enseñado hoy.- le acerco y le dio un beso en la mejilla.- Adeu.- se bajo del coche y se despidió con la mano.

No tardo mucho en llegar al portal de la casa y tocar al timbre. Mireia la abrió la puerta con una sonrisa y lo recibió con un abrazo.

- ¿Cómo fue el día?- le cogió de la mano y ambos se dirigieron al salón, la comida estaba sobre la mesa, como el otro día.

Se sentaron a comer. Había unos macarrones gratinados, tenían muy buena pinta.

-Pues la verdad es que muy bien, he conseguido dominar el poder de la súper velocidad. Y me he divertido mucho con Nany, ella es muy simpática.- se llevo un puñado de macarrones a la boca.

-Me alegro mucho, sabía que lo ibas a conseguir.-miro hacia el plato del chico que estaba ya medio vacío.- ¿están ricos?

-Si, te han salido buenísimos. Estas hecha toda un experta.- bajo el tenedor y la miro fijamente.- ¿Oye y cuál es tu don?

-¿El mío?- la pregunta la había pillado por sorpresa.- Pues… es leer la mente; para saber los movimientos que va a hacer mi contrincante; y el poder de dominar a la naturaleza, es muy útil en el ring, puesto que el suelo es de tierra; y hay ocasiones en las que puedo ver el futuro, pero es algo que me cuesta mucho.- Dicho esto volvió a comer.

-Un momento… Si lees el pensamiento, sabias lo que te iba a responder ¿no?- Mireia iba a responder pero Santo no le dio tiempo.- Entonces, ¿porque me obligaste a responderte?

-Bueno.- la chica no pudo evitar sonrojarse.- Hay veces en las que el pensamiento cambia y yo me quería asegurar…- intento parecer convincente, pero Santo no se lo creyó. 

- Ya… escusas, tú lo que querías es oírlo de mi boca ¿verdad?- se levanto y recogió su plato y su vaso, Mireia hizo lo mismo y ambos fueron hacia la cocina.

-Puede ser…- al ver la mirada de asesino que le lanzaba el chico, ella cambio su tono de voz y lo volvió más dulce; se acercó a él y le beso.- ¿Me perdonas?

-De acuerdo, pero que coste que solo lo hago por ser tú.- le devolvió aquel beso y la cocina se quedo en silencio durante el tiempo en el que sus almas se unieron en una sola, y como único testigo la oscuridad.- Yo tengo mucho sueño, además, mañana hay que madrugar; ¿Qué te parece si nos vamos a dormir?- le cogió la mano y se la acaricio.

- Me parece bastante bien, yo también estoy cansada.- subieron las escaleras.

Al llegar a la habitación empezaron a cambiarse de ropa, hablaron un rato sentados en la cama y escuchando música. Se besaron con la misma ternura, con la que acaricia el viento a las flores del campo.

- Adivina.- bromeo Santo.- ¿Sabes en lo que estoy pesando?- le dedico un guiño.

- Sí, pero yo no estoy pensando en lo mismo que tu. Deberíamos esperar un poco más, en verdad; no nos conocemos tanto. Solo tenemos recuerdos de cuando éramos pequeños y es obvio que hemos cambiado mucho.- Explicó la chica, mientras se metía en la cama.

-Como prefieras. Tienes toda la razón, te esperare todo lo que me pidas pequeña.- le dio un beso corto en los labios; pero cuando estaba a punto de dormirse; sonó el teléfono.

El chico contesto, pero de repente se puso a llorar.

-No puede ser, no ha podido ocurrir.- fue lo único que logro articular, antes de echarse a llorar. 

Secreto de clanes.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora