Capítulo 29

15 1 0
                                    

Esa voz... Esa frase... Era ella, no hay duda, la persona que estaba a su lado era Mireia, no cabía duda. Pero, si ella estaba allí con él, significaba que no podía ser una asesina. O quizás estuviera vigilandole... Pero no tendría mucho sentido, él estaba con los ojos vendados y unos grilletes en las muñecas, además, aún no controlaba bien sus poderes, por lo tanto, en esas condiciones, era no solo una presa fácil, si no una presa enjaulada. Si a fuera se iba a dar una fuerte y peligrosa guerra, no tendría sentido dejar a una de las mejores armas vigilando a una persona que claramente no puede escapar. Por lo tanto no puede ser una enemiga, sin embargo ha matado a uno de los nuestros. Ha matado a Senom, y eso era algo bastante sospechoso. A no ser... ¿con quién iba él en ese momento? Dudo mucho que a esas horas de la noche, y como estaba el panorama, saliera solo. No. Sin duda salió acompañado, pero, ¿Con quién? Siru... Si, él dijo que iba a ir al bosque para coguer algunas plantas que curarán la herida que yo tenía. Pero, eso significaría que por lo menos uno de los gemelos está con la extraña conspiración de Los Cobras. De no ser asi, seguramente Mireia no le hubiera puesto la mano encima. Si, ahora las cosas comenzaban a tener más sentido, aunque aún tenía muchas preguntas sin responder en su cabeza. 

-¿M-mireia, eres tú?.-su voz sonaba ronca.

-¿Me echabas de menos?.-tenía un tono suave pese a no encontrarse en la mejor de las situaciones. 

-No, estoy acostumbrado a despertarme después de casi morir y decubrir que no está una persona a la que aprecio. Ah, y el hecho de que me dijesen que te consideraban una asesina me deja bastante más calmado.- se notaba la ironia en su voz y también cierto tono de desprecio. 

-Creo que tengo mucho que contarte...-el estilo de sus palabras se tornó triste- Pero no es el momento, debemos salir de aqui, cuanto antes mejor.-estaba animada, seguramente llevaba mucho tiempo esperando para poder salir de ese lugar. No parecía demasiado acojedor. 

-Mmm... Parece que tienes algún plan por tu forma de hablar. Pero por si no lo has notado, yo estoy esposado y con los ojos vendados. Y me imagino que tú no estarás mucho más libre que yo.-esta última frase la dijo con desconfianza, pues de no ser así, significaría que Mireia no era tan de confianza como él pensaba. 

-Pues... ahora que lo dices, no tengo exactamente un plan para escapar de este luchar, llevo aquí mucho tiempo, o quizás solo unas horas. No sabes bien cuanto ha pasado cuando se está bajo tierra. Pero si hay una entrada, debe haber una salida. El problema estará en librarnos de las ataduras.-se acercó como pudo al muchacho, quedando de tal forma que sus brazos se rozaran.- Quizás tú si puedas hacer algo. 

-¿Hacer algo? ¿El qué? Siento decepcionarte, pero no llegué a aprender a controlar mi fuerza.- deja caer la cabeza desanimado.- No sabes cuanto lo siento.

-Seguro que no es tan complicada de controlar. Solo... no sé, intenta pensar en cosas que te enfaden mucho.-soltó una pequeña risa.- Ahora creo que lo tienes fácil. 

-¿Y luego?

-Luego...-tardó unos segundos en volver a hablar.-Golpea algo.

-¿Así de simple?- estaba confundido, no creía que fuese todo tan sencillo.

-Por intentarlo no perdemos nada.-se encoje de hombros.-Además, es mejor que quedarse aqui parados.

Se quedaron un rato en silencio, esperando a ver si su experimento tenía efecto. Santo comenzó a recordar todo lo sucedido esa noche. El miedo que había sentido, la desesperación al verse atrapado, la decepción cuando Siru y Anikomory le traicionaron... Y empezó a sentir como una sensación de cosquilleo le recorría cada parte de su cuerpo. Cuando se vio repleto de esta extraña energía, tiró con todas sus fuerzas para romper los grilletes. En apenas unos segundos se escuchó un crujido y el sonido de las cadenas al caer. No tardó más de unas centésimas en quitarse la venda de los ojos para poder observar a la persona que tenía al lado. Sus miradas se cruzaron mientras el silencio se apropió del lugar. Sin pensarselo dos veces se acercó a sus muñecas y también a ella la liberó de su prisión. Acto seguido, ambos se abrazaron, intentando detener el tiempp. Pero no era el momento ni el lugar para ponerse cariñosos, aún tenían que salir de allí y luchar una gran batalla.

Solo entonces se pusieron de pie, dispuestos a obserbar aquella improvisada celda donde los habían tenido recluidos. El lugar donde se encontraban, era sin duda una caberna bastante amplia. Su especie de celda estaba totalmente rodeada de piedra. No habia nada más. Y esp era lo curioso y al mismo tiempo el problema. No habia puerta. Se quedaron mudos al obserbar que no se apreciaba ninguna grieta o apertura por donde entrar o salir. Todo era un cojunto de piedras, unas encima de otras. Con el corazón en un puño comenzaron a pasear las manos por todas las paredes, por el suelo, por el techo...Santo golpeó con todas sus fuerzas la mayor parte de aquel recinto. Pero no obtuvieron resultados. Estaban sepultados bajo tierra, sin forma de salir de allí. Y tampoco nadie tenía forma de llegar hasta ellos. 

Secreto de clanes.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora