Subí corriendo las escaleras y estuve a punto de caerme de boca en un par de ocasiones por no estar pendiente en lo que estaba haciendo. Cuando llegué al piso superior me encontré que la puerta de los gemelos estaba cerrada. Algo bastante extraño si tenía en cuenta que siempre estaba abierta de par en par, por si alguno le daba la vena freaky. Tenían varias consolas y muchos videojuegos para estar entretenidos.
Me di cuenta de que algo raro pasaba. A decir verdad, tampoco los había visto en el comedor con el resto. Pero quizás fuese que yo estaba demasiado asustado y confuso para fijarme en las caras de los alli presentes. De todas formas decidí asomarme a la habitación. Sólo para asegurarme de que todo iba bien. Empujé la puerta y descubri a un lloroso muchacho tirado boca a bajo en su cama. Cogí una silla y la coloqué a lado suya, me senté y esperé a que parara de llorar o se percatara de mi presencia.
Al cabo de unos minutos dejó de llorar y se incorporó, sentándose al borde de la cama. Me miró fríamente. Para mi sorpresa no había tristeza en sus ojos, si no rabia y odio.
-Todo esto es tu culpa.-se puso de pie y me miró de tal forma que hizo que se me helara la sangre- Mi hermano está muerto por tu culpa.
No podía pensar con claridad. ¿Qué estaba diciendo? ¿Muerto? ¿Mi culpa? Un sentimiento de rabia e impotencia me inundó. Salí rápidamente de esa habitación y me encerré en la mía, dando un portazo.
Me senté en la cama y comencé a llorar, topándome el rostro con las manos. Mis lágrimas eran más de impotencia que de tristeza. Ya había muerto una persona, supuestamente por mi culpa, y si no hacía nada, Mireia iría por el mismo camino.
No se en que momento comencé a sentir unos brazos rodeandome.
Me aparté corriendo. No pensaba llorar en los brazos de nadie.
-Soy yo, no debes preocuparte.- era Anikomory, que me miraba con una media sonrisa dibujada en sus labios.- Ven, anda.-se acercó más a mi e intentó volver a abrazarme.
-Estoy bien.-respondí con la voz lo más calmada que pude. ¿Cuándo había entrado?
-No lo pareces.- sonrió- ¿No quieres consuelo?.-se acercó mucho a mi, pero no solo a mi, si no a mis labios.
-No, no lo quiero.- me levanté de un salto- Deberías ir a prepararte, tenemos que ir a ayudar a Mireia.
-¿Ayudar? ¿A Mireia?.-se levantó riéndose y se colocó enfrente mia- ¿Es que no te das cuenta que era una espía? Nos ha estado intentando matar desde el principio.-bajó el tono de voz- Y hoy lo ha conseguido.
"¿A eso se refería el gemelo?"
-Mientes, no sabes de lo que hablas.-alzé el tono más de lo que debería.
-Santo...Mireia te ha estado engañando.-se acercó a mi y comenzó a acariciar mi cuello- Olvidala.
-No nos ha engañado, ni a mi ni a ninguno de nosotros. Es más, nos necesita.-la retiré de mi lado y me alejé.- Si no venís conmigo iré solo a ayudarla.
-Iremos.-dijo con resignación y se encaminó hacia la puerta.
-Anikomory, que no se te olvide que yo la amo.-dicho esto fui al armario y comencé a preparar mis cosas.-Sólo espero que no sea todo una mentira.-sentencié, para mi mismo. ,
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Secreto de clanes.
FantasyEs una historia que crea un mundo donde más de uno quisiéramos vivir. Deja volar la imaginación y conviértete en uno de los personajes. Con ellos podrás sentir el poder del amor, la amistad y la traición.