46. Susan

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Richard salta por el agujero del tejado y ya solo quedamos Cuatro y yo.

Cuatro: Te toca.

Susan: Me da miedo...Está muy alto?

Cuatro: Que va, asómate y mira, no es muy alto.

Me acerco al borde del agujero y miro hacia abajo. En ese momento siento que dos manos me empujan y empiezo a caer. Grito de miedo pensando en que voy a aplastarme contra el suelo hasta que en lugar de eso reboto, sobre una red.

Tris: Ven aquí Susan- dice cogiéndome la mano y ayudándome a salir.

Unos segundos después Cuatro salta, sale de la red y se me acerca.

Cuatro: Era lo mejor.

Susan: Traidor- sonrió.

Chris: ¿Qué hacemos?

Roberto: Eso quisiera saber yo, chicos- dice apareciendo escoltado por cuatro guardias armados con metralletas. -Bienvenidos de vuelta.

Tris: Hola de nuevo. Nos alegramos de verte.

Roberto: Yo también la verdad- dice indicándole a los guardias que se retiren- parece que finalmente encontrasteis a vuestros amigos.

Tris: Sí, no sabemos si fue suerte o un milagro, pero los encontramos.

Roberto: Perfecto. Soy Roberto- dice saludando a Cuatro y a Richard- y vosotros debéis de ser Cuatro y Zeke.

Cuatro: Cuatro y Richard.

Roberto: Pasad chicos, debéis estar muy cansados. Ahora me contaréis que os trae de vuelta.

Marion: Te agradecemos tu hospitalidad Roberto, pero tenemos que volver a irnos enseguida. No es una visita de cortesía.

Uriah: Ya no es que haya muchas de esas.

Todos nos reímos con el chiste y Cuatro le cuenta a Roberto lo de los túneles.

Roberto: Estás seguro de que esos túneles existen?

Cuatro: Por supuesto, por qué no iba a estarlo?

Tris: Relaja.

Roberto: Pues guíanos, os acompañaré hasta la entrada.

Comenzamos a caminar.

Chris: ¿Qué vais a hacer vosotros?

Roberto: Nos vamos de Chicago. Vienen a rescatarnos, parece que esta vez de verdad. Entre uno y dos días. Mientras tanto, mantenernos a salvo. Los últimos días estamos recibiendo muchos ataques... y no todos de zombies.

Uriah: Resistiréis Roberto, tenéis una buena base.

Roberto: Así es, gracias a Dios. Si no... quién sabe qué hubiera sido de nosotros. También hemos acogido a algunas personas más estos días. Parece que en Chicago queda más gente viva de la que pensamos... aunque no todos tengan muy buenas intenciones.

Pues la verdad es que es obvio, estaríais muertos y nosotros también. Cuatro nos ha llevado hasta algunos pasillos por los que Tris, Uriah y Chris dicen que no pasaban mucho. Después hemos entrado por una pequeña puerta que Cuatro nos ha dicho que antes siempre estaba cerrada con llave.

De ahí hemos pasado a un pequeño almacén donde había un poco de todo, desde sillas de plástico hasta cajas polvorientas, y hemos llegado hasta otra puerta, cerrada.

Roberto dice que no es un problema y le dispara a la cerradura, abriéndose la puerta inmediatamente.

Cuatro: Tal y como recordaba.

Una angosta escalera desciende.

Uriah: Por qué Zeke nunca me habló de esto?

Cuatro: Era nuestro secreto y no era apto para mañacos de vuestra edad.

Tris/Susan/Uriah/Tris: Ehhhh

Uriah: Ya ya, a saber a qué veníais aquí.

Chris: A hacer manitas, seguro.

Cuatro: Guarros. Ya os lo dije, para ir a la ciudad por las noches.

Tris: El increíble Cuatro fugándose por las noches durante su iniciación. Wow.

Roberto: Chicos, tengo que volver con los demás. No puedo seguir con vosotros. Muchísima suerte.

Chris: A ti Roberto. Suerte con lo vuestro, pronto estaréis a salvo.

Richard: Resistid.

Roberto: Así lo haremos, ahí tenéis unos faroles. Id rápido o se les acabarán la batería. No los encendáis todos a la vez.

Cuatro: Sí, nosotros usábamos uno de esos.
Después de terminar de despedirnos de Roberto empezamos a bajar la escalera de dos en dos. Delante van Cuatro y Marion con un farol. Detrás de ellos Richard y Tris llevan otro. Despues vamos Uriah y yo junto al bebé con otro farol, pero apagado y al final del todo Chris. Tenemos cuatro en total, dos encendidos.

Cuatro: Esto tomará su tiempo. El truco que Zeke y yo usábamos para llegar a la ciudad era ir siempre pegados a la pared de la derecha, pero nosotros tenemos que ir más lejos. De todas formas, de momento vamos por la derecha.

A lo pocos minutos de haber comenzado a caminar está claro que estamos en el alcantarillado de la ciudad, tanto por los olores como por todo lo demás.

Al poco rato tenemos que ponernos de uno en uno y el bebé vuelve a comenzar a llorar.

Uriah: Tiene hambre.

Chris: ¿Cómo lo sabes?

Uriah: Lo sé...

Susan: Es el instinto maternal.

Los tres de detrás empezamos a reírnos y Uriah saca de una pequeña mochila que consiguió uno de los últimos biberones, pronto comenzarán a escasear.

Cuatro: Quietos! No hagáis ruido, oigo algo.

Divergente zombieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora