Divergente zombie

50. Uriah

De un momento a otro nos vemos rodeados por unos veinte soldados que nos apuntan con armas automáticas y que han salido de sus escondites en árboles y casas. Parece que han acabado con todos los zombies de la zona.

-LEVANTAD LAS MANOS Y SOLTAD LAS ARMAS.

Por instinto todos miramos a Cuatro y este asiente con la cabeza. Dejamos caer nuestros cuchillos al suelo y de repente sucede algo que ninguno esperábamos. Tris y Richard han dejado caer sus pistolas pero Cuatro ha sacado la suya y ahora apunta directamente a la cabeza de Richard.

Richard: ¿Qué...qué haces?

Cuatro: Le necesitáis vivo, lo sabemos. Sin él tardaréis demasiado en identificar el compuesto.

El que parece ser su líder, algo parecido a Max el antiguo líder de Osadía, avanza un poco hacia nosotros.

Capitán-No queremos haceros daño.

Chris: Cualquiera lo diría.

El hombre ignora a Chris y nos mira fijamente uno a uno.

Capitán-Os hemos estado observando. Pero os equivocáis. No le necesitamos, solo al suero.

Cuatro: Mientes.

Capitán-Basta ya! Entregadle y se os dejara ir.

Tris: Y por qué íbamos a creerte?

Capitán-Porque no tenéis más remedio.

El hombre continúa avanzando paso a paso.

Cuatro: Para o le mato.

Capitán-No vas a hacerlo.

Cuatro: Por qué?

Por primera vez el capitán se queda sin palabras por un momento y se limita a pedir calma a sus hombres, que comienzan a ponerse nerviosos. Parece que por alguna razón lo último que desean es matarnos.

Capitán: Porque aquí no tiene que morir nadie- dice indicándole a sus hombres que bajen las armas- Somos amigos.

Cuatro: Por qué lleváis siguiéndonos todo este tiempo.

Capitán: Para protegeros, por supuesto. Pero ahora nos corresponde a nosotros llevarle el suero a las autoridades pertinentes.

Richard parece enfurecerse e ignorando por un momento que está siendo apuntado a la cabeza comienza a gritar.

Richard: Soy su creador! No tenéis derecho a llevároslo!

Capitán: Señor Diao, si nos lo llevamos nosotros conseguiremos salvar más vidas.

De repente desconecto de la conversación. Algo se ha movido detrás de la casa, seguramente un zombie, pienso al principio. Pero después veo que no. Es Susan. Ha debido de salir por otra puerta o ventana.

Haciéndome el disimulado miro en esa dirección cada pocos segundos hasta que ella asoma su cabeza. Nadie parece darse cuenta ni de su presencia ni del gesto que me hace para que guarde silencio, seguido de otro que es la palma de la mano abierta. ¿Qué significa? ¿Que esperemos?

Vuelve a ocultarse.

Capitán: Comprendo todo eso que estáis diciendo. Pero tengo órdenes directas de conseguir el suero y de llevarlo junto al señor Diao con un equipo de científicos.

Chris: El suero?-dice empezando a reírse muy fuerte- no lo tenemos.

Un murmullo empieza a levantarse entre los soldados.

Capitán: Cómo has dicho?

Chris: El suero fue destruido durante el bombardeo. Si vinimos aquí fue solo para comprobar si Richard había dejado por escrito aquí la forma de conseguirlo.

Capitán: Mentira. Abrid las mochilas!

Dicho esto Christina se agacha junto a la mochila de Richard y saca todas las cosas una a una para finalmente sacar la pequeña caja de madera.

Capitán: Y eso?

Uriah: Mi inhalador para el asma, algún problema?

Veo como Chris hace una sonrisa casi imperceptible. Ya he entendido lo que quiere.

Capitán: Ábrelo.

Christina abre lentamente la pequeña caja con la mano derecha y aprovechando que no la están apuntando coge una de las pistolas con la otra. Justo después la usa para apuntar a la pequeña cápsula.

Chris: Vaya, si no nos dejáis irnos lo perderéis todo.

Richard: Chicos, por favor...

Cuatro: Lo siento Richard. Pero esto es un sálvese quien pueda.

Capitán: Muy bien. Se acabaron los jueguecitos, tenéis treinta segundos para soltar las armas o matamos a vuestros amigos- dice haciéndoles un gesto a los soldados para que nos apunten a Tris y a mí.

Cuando va a comenzar la cuenta oímos el sonido del motor de un jeep militar dirigiéndose hacia nosotros a toda velocidad. Cuando llega a nosotros tres hombres se bajan del vehículo, dos soldados y un civil al que no podemos ver por nuestra posición. Pese a ello sí vemos, aliviados y asustados, como el capitán se dirige hacia él con algo de duda, de respeto.

-Capitán, me envía el Inspector, ordénele a sus hombres bajar las armas.

Capitán: Sí señor Eaton.