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Estuve mirándome durante un buen rato en el espejo, ¿a caso la ropa que llevaba era la adecuada? Revisé mil veces el armario y acabé la sentencia con un sí. Llevaba un traje de dos piezas, de color negro, con una blusa blanca bastante suelta y unos tacones negros. El pelo simplemente me lo recogí en una coleta despeinada, no quería aparentar más de la edad que tenía y con el maquillaje que llevaba, un par de sombras y labios color granate, más el traje, ya aparentaba demasiado.

Quería hacerme respetar, pero no ser temida, joder no soy un ogro.

Solté un suspiro antes de salir por la puerta con mi bolso de color gris oscuro echado al hombro. Estaba pensando en pillar el metro, pero al ser solo un par de calles donde se encontraba el edificio de mí tío, opté por ir andando, a demás, tenía tiempo de sobra.

Aproveché en comprarme un café en cuanto vi un Starbucks a mano derecha. Sin duda fue la mejor decisión que de momento he tomado. Todo me estaba yendo demasiado bien.

En cuanto retomé mi camino, un mensaje llegó hasta mí móvil, tuve que parar un momento ya que con el café en mano, no podía coger el dichoso aparato. Al instante sonreí en cuanto leí el mensaje de mi mejor amiga deseándome suerte en mi primer día de trabajo.

Menos mal que no volví a guardar el móvil en el bolso porque, nada más bloquearlo, mi tío llamó. Lo descolgué a la vez que daba un sorbo de mí café.

-Dígamelo.-Contesté con un tono que irradiaba felicidad.

-Vaya, noto que te has levantado con un buen humor.-La risa de mi tío invadió por completo mi conducto auditivo. Tuve que separarme un poco el móvil para no quedarme sorda.

-Así es, no todos los días se empiezan yendo al trabajo de tus sueños.-Al igual que él, reí, solo que más calmada.

-¿Cuánto te queda para llegar?

Miré al frente y sonreí, allí estaba, la empresa de mi tío Luis, Comer.tic.

-Acabo de llegar, ¿subo a tú despacho?

-Sí, te espero aquí princesa, ahora nos vemos.

-Adiós tío.

Colgué y, esta vez sí, guardé el móvil en el bolso. De un trago me acabé el café que me quedaba y lo tiré a una basura cercana. Me sudaban las manos, estaba muy nerviosa por empezar y a la vez ansiosa. No me vendría nada mal fumarme un cigarrillo ahora mismo, pero no me quedaba más tiempo. Tomé aire y entré con paso firme al edificio.

Nada más entrar, me quede embobada viendo la decoración, todas las paredes eran de cristal y el suelo era un blanco puro, a juego con los pocos muebles que había. Me acerqué a la recepcionista para que me pudiese indicar dónde estaba el despacho de mí tío.

-Buenos días, bienvenida a Comer.tic., ¿en qué puedo ayudarla?

-Hola, buenos días.-Dibuje una sonrisa amable.- Soy Gabriela Alonso, vengo a...

-Sí, la sobrina del señor Alonso, ahora mismo la guiaré a su despacho.- Habló a la vez que se levantaba de la silla.

Moví rápidamente las manos angustiada porque dejase su puesto de trabajo por mí.

-No, no se preocupe, dígame dónde está y subo yo sola.

La chica se quedó un poco descolocada ante mí petición, se la veía que debatía sobre si seguir mis órdenes o no.

-Pero el señor Alonso ha pedido expresamente que la acompañe, señorita.-Sentenció finalmente.

-No te preocupes Ángela,-Nos interrumpió una voz masculina.- yo acompañaré a la señorita al despacho del señor Alonso.

Forastera [Serie Forastera#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora