Después de un viaje que se me hizo eterno, gracias a Nataniel, llegué a mi casa. Estaba cansada, no sé por qué pero siempre que viajo lo paso mal, hay a veces que me mareo incluso, pero esta vez fue por culpa de Nataniel. Durante todo el viaje se lo pasó trabajando en su ordenador y me ignoro por completo, haciendo así que las dos horas de viaje en avión se me pasasen lentísimas.
Cuando llegamos al aeropuerto me ofreció llevarme a casa en su coche, tuve que denegar la oferta ya que si me llevaba, ambos sabíamos cómo íbamos a acabar y yo quería darme un baño y relajarme.
Nada más llegar a casa, así hice, dejé la maleta pequeña que me había llevado, en la habitación y entré al baño desnudándome. Y, en cuanto me senté en la bañera, todos los músculos de mi cuerpo se relajaron al instante gracias al agua caliente. Cerré los ojos y apoyé la cabeza hacia atrás, solté un largo y pesado suspiro, que bien se sentía.
No quería pensar en todo lo que ocurrió ayer por la noche, y esta mañana, con Nataniel, pero la verdad era otra. Mi mente voló hacia los recuerdos. No podía parar de pensar en qué pasaría ahora con nuestra relación en la oficina. Obviamente no podría salir con mi jefe, sería un cliché demasiado común en las novelas románticas. No, yo no quería seguir esas gilipolleces, aunque, por otra parte, estar con Nataniel no estaría tan mal.
Sacudí la cabeza haciendo que esa idea volase lejos de mí, definitivamente no podría estar con él de ese modo.
Froté mi frente con los dedos, debía buscar una solución que no nos perjudicase a ambos, algo se me debería de ocurrir. Cerré de nuevo los ojos, sí, debía buscar una solución, pero ahora no quería pensar en eso, así que dejé que el sueño me meciese en sus brazos y cayese dormida casi en el acto.
No sé cuánto tiempo estuve dormida, lo único que sé fue que el timbre de la puerta me despertó haciendo que casi cayese de la bañera. Miro todo un poco aturdida y al acto me dan asco mis manos, las tenía completamente arrugadas, ¿cuánto tiempo había pasado? El timbre volvió a sonar, reaccioné y salir de la bañera, me cubrí con una toalla y fui a abrir la puerta. Al instante me arrepentí. Miré sorprendida a Nataniel en la puerta de mi casa.
-¿Qué haces aquí?-Pregunté dejando ver lo realmente sorprendida que estaba.
Nataniel me escaneó con la mirada mientras mantenía las manos metidas en los bolsillos de su abrigo. Se rascó la nuca y carraspeo, ¿a caso estaba nervioso?
-Tú primo me manda, quería saber si estabas bien porque no le contestabas a los mensajes y llamadas. Ha venido a buscarte para ir a la finca de tú tío, pero se ha ido, así que, aquí estoy yo.
Abrí los ojos como platos ante la revelación y fui corriendo a por mí móvil, mierda, tenía veinte mensajes y diez llamadas. Solté un pequeño gruño de rabia.
-Voy a vestirme, no tardo.-Hablé de forma rápida mientras entraba corriendo a mi habitación y cerrando la puerta con un portazo.
La risa al otro lado de la puerta me hizo ver lo mucho que le divertía la situación a Nataniel. Negué con una sonrisa, ¡hasta su risa me ponía a mil!
Abrí el armario dejando caer la toalla, me puse un conjunto de ropa interior, el único que tenía. Ahora tocaba lo difícil, ¿qué coño me ponía? Había pensado en ponerme unos pantalones estilos boyfriend con una básica blanca a juego con mis deportivas blancas. De repente, la absurda petición de Nataniel con que me pusiese falda regresó a mí, ni loca me podría falda con el frío que haría en la finca. Sí es cierto que vamos a estar en el porche cubierto, pero aún así, seguro que salimos a tomar el fresco y me moriré de congelación. Definitivamente no me pondría falda. Es más, me pondría algo cómodo ya que no tenía muchas ganas de arreglarme.
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Forastera [Serie Forastera#1]
RomanceGabriela llega a Madrid deseosa de cumplir su sueño, centrada cien por cien en ello. Pero lo que no sabes es que, Nataniel, entrará en escena. ¿La distraíra en su camino? ¿O la ayudará con su apoyo? Una historia de amor que, tal vez, tenga cierto cl...