17.

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Era domingo por la mañana, las diez para ser más exactos, y no me quería levantar ahora ni nunca de la cama. No solo porque me doliese todo el cuerpo por culpa del hombre que se encuentra durmiendo a mi lado, sino porque me siento en una nube de felicidad. Todo estaba saliendo como jamás me hubiera imaginado. Tenía el trabajo de mis sueños y un hombre al que quería.

Sí, quería a Nataniel, al fin he sido capaz de admitirlo. Solo hay un problema y es nuestra vida profesional. Si mi tío se llega a enterar de que Nate y yo tenemos una relación podría despedirme o despedirle a él. Es cierto que la empresa le pertenece a mi tío y él tiene el poder absoluto, pero no excluye la profesionalidad que desea que haya. Joder, me estaba empezando a doler la cabeza.

Me incorporé en la cama estirándome todo lo que pude, Nataniel aún seguía dormido así que opté por no despertarle, necesitaba descansar con todo lo que trabajaba. Con cuidado, me levanté y, volviendo a ponerme la camiseta ancha que usaba de pijama, más las bragas, fui a la cocina. Quería prepararle un desayuno romántico, sonaba muy ñoño, lo sé, pero tenía muchas ilusiones puestas.

Entré a mi pequeña cocina y revisé lo que tenía en los armarios, apenas tenía cosas, está semana debería ir a hacer la compra sin falta. Al menos tenía un par de huevos, se los haría revueltos y unas tostadas de jamón con aceite. Puse un poco de música en un tono bajo y me puse manos a la obra.

Tan distraída estaba preparando el desayuno que ni siquiera me di cuenta de que llamaron a la puerta de casa. Aparté la sartén del fuego y fui a abrir la puerta, una chillona amiga saltó encima de mí.

-¡Hola!-Gritó Daniela con emoción.

Con una gran rapidez le tapé la boca con las manos para que no hiciese más ruido. No quería despertar a Nataniel. ¡Mierda! Como Daniela lo viese ya podría estar muerta.

-¿Qué haces aquí? Podrías haberme avisado.-La regañé dejando ver lo enfadada que estaba con esta sorpresa.

No me mal interpretes, me encanta que mi mejor amiga venga a verme. Lo que no me gusta es que esté mi jefe en mi habitación desnudo y durmiendo en mi cama.

-Tenía mucha ilusión de darte una sorpresa.-Sonrió inocente tras haber cerrado la puerta de mi apartamento. El vecino de enfrente es un viejo verde y no quiero que me vea en bragas.- A demás, tengo muchas noticias.

-¿Sí? ¿Por qué no me lo cuentas después de dar una vuelta?-La empujé hacia la puerta, la fuerza que hacía era nula.

-Ahora no me apetece, quiero estar contigo.-Alzó una ceja mientras me miraba, no dejaba de empujarla.- ¿Qué te ocurre?

Reí nerviosa, que no me pillase por favor. Dejé de empujarla y la guié hasta el sofá, menos mal que desde ahí no se podía ver la puerta de mi habitación, tendría tiempo de esconder a Nataniel.

-¡Nada! Me has pillado tan desprevenida.-Volví a reír nerviosa.

Daniela me miró alzando una ceja a la vez que sonreí de lado.

-¿A caso me estás ocultando que no puedo ver?

-No, no, no, no.- Repetía tantas veces la palabra "no" que me era imposible parar.- Deja que me ponga unos pantalones antes.

-Por favor Gabriela, te he visto un montón de veces en bragas, no me importa que esté cómoda en tú casa.

-Tengo frío.-Entré corriendo a la habitación y puse el pestillo.

Hice tanto ruido que Nataniel se despertó. Soltó un gran bostezo sin levantarse, me miró desde la cama mientras yo intentaba calmarme apoyando mi espalda en la puerta y calmando mi respiración.

Forastera [Serie Forastera#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora