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El resto del día fue duro, el señor Hidalgo y yo nos pusimos al día con nuestro trabajo para poder acabar todo antes del viaje, a demás, queríamos ayudar a mi tío en todo lo que pudiésemos.

Eso mismo pasó al día siguiente, sumándole que Nataniel y yo nos esquivásemos durante toda la mañana y parte de la tarde. Aún había cosas que hablar sobre el viaje y las dejamos claras en una hora, sin tocarnos y con el mínimo contacto visual.

Él tenía razón, debíamos hablar sobre nuestra tensión sexual y lo peligrosa que era.

Finalmente llegó el día del viaje y yo tenía muchísimos nervios, jamás había montado en avión y no sé si me daría mucho miedo o sería una pasada.

Un taxi me estaba esperando abajo para llevarme al aeropuerto. El señor Hidalgo me había ofrecido venir a buscarme e ir los dos juntos, pero había declinado su oferta. Quería atrasar todo lo que pudiese la charla que él quería que tuviésemos. Yo simplemente quería dejarlo correr, al fin y al cabo somos dos adultos que sabemos lo que hacemos. ¡Ja! Como me engañaba a mí misma, para nada sabíamos lo que estábamos haciendo y lo que estábamos arriesgando.

Bajé con mi maleta y el taxista me ayudó a meterla en el maletero, después me subí y me llevó hasta el aeropuerto donde ya me estaba esperando el señor Hidalgo.

No tardamos nada en llegar al aeropuerto, pagué al taxista y me bajó la maleta, caminé hacia la entrada y ahí estaba él, vestido tan informal que ni me lo podía creer. Se me hacía raro verle con unos tejanos oscuros, un jersey gris y una chaqueta de cuero, más unas botas a juego.

Caminé temblorosa hacia él y pude ver cómo me inspeccionaba de arriba abajo, él tampoco estaba acostumbrado a verme tan despreocupada. Aún era una chica de veintitrés años por lo cual vestía juvenil. Llevaba unos pitillos negros dejando ver mis tobillos cubiertos por unos calcetines de rejilla negros, unas botas negras con plataforma, un jersey de un tono gris claro y, al quedarme tan ancho, se me veía un hombro dejando a su vez a la vista la tira de mi sujetador de encaje, mi abrigo lo había colocado debajo de mi brazo ya que dentro del aeropuerto hacía un claro terrible.

-Buenos días señor Hidalgo.

-Lo mismo digo, ¿nos vamos ya?

Asentí y le seguí arrastrando mi maleta a la vez qué él hacía lo mismo con la suya. Un trabajador del aeropuerto nos guió hasta una salida que daba a la pista de aterrizaje. Nada más salir al exterior otra vez tenía frío, pero poco nos duró porque pudimos llegar a nuestro elegante avión, proporcionado por la empresa Trans&Bro. No pude cerrar la boca de la sorpresa, la primera vez que viajaba en un avión y era privado, ¡era fantástico!

Me giré para mirar a Nataniel y le pillé con una sonrisa mientras me miraba. Sonreí avergonzada por la situación, seguro que tenía una cara de boba.

-¿Qué?

Negó sin dejar de sonreír y se sentó en uno de los mullidos asientos.

-Me divierte verte tan emocionada.

Tomé asiento en frente de él sin poder dejar de mirar todo el lujo que nos rodeaba.

-Es la primera vez que viajo en avión, y no me esperaba que fuese tan guay.

-Nuestros futuros socios de Barcelona se preocupan de que viajemos cómodos, a ellos les interesa unirse con nosotros.

Asentí con una sonrisa, el piloto salió de su cabina para presentarse y avisarnos de que estábamos a punto de despegar, al cabo de un rato una azafata nos atendió y nos sirvió unos cafés.

Forastera [Serie Forastera#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora