El día pasó bastante rápido gracias a la ayuda de Óscar y Laura. Pude terminar todo a tiempo y salir de la oficina sin problemas, incluso les dejé que se marchasen a casa ya que les debía una. No pude despedirme de Nataniel ya que tenía una reunión bastante importante la cual debía atender con urgencia.
Salí del edificio y caminé hacia mi casa con calma y una sonrisa radiante dibujada en mi rostro. No podía parar de pensar en las palabras que había soltado Nataniel a la hora de desayunar, me sentía tan afortunada.
Tan abstraída de mundo me encontraba que no me di ni cuenta de que alguien me llamaba a mi espalda, me giré y al ver que era Rodrigo paré para que pudiese alcanzarme.
-Estabas en tú mundo, ¿verdad?
Asentí a la vez que reía.
-Claro, estaba pensando en qué hacer con mis padres.-Mentí como una bellaca.- Han venido a pasar unos días a Madrid para verme.
-Eso es fantástico, me encantaría poder verles, si es posible.
-Por supuesto, mi tío a reservado mesa en un restaurante de por aquí, le diré que llame y ponga un plato más para ti.
Una radiante sonrisa se dibujó en el rostro de Rodrigo.
-Genial, hablando de restaurantes, ¿has comido ya?-Negué.- Entonces podríamos ir a comer los dos juntos, tengo el resto del día libre.
-En tal caso, ¿por qué no vienes a mí casa? Estoy cansada de comer siempre fuera y para un día que puedo, quiero preparar lago.
Rodrigo aceptó mi oferta así que fuimos juntos a mi piso, a la vez le enviaba un mensaje a Daniela para avisarla por si también salía pronto que se pasase por casa. Rápidamente me contestó que no podía porque tenía mucho jaleo en la galería, incluso iban a pedir algo para llevar y comerlo allí.
No tardamos mucho en llegar, el trayecto se me hizo corto mientras charlábamos y reíamos. Me encantaba estar con Rodrigo, era como volver a mi adolescencia despreocupada.
Finalmente llegamos a mi casa y lo primero que hice, fue quitarme los tacones y lanzarlos lejos. No me importaba la presencia de Rodrigo, la confianza que teníamos era incluso de hermanos.
-Ponte cómodo, voy a cambiarme y ahora preparamos la comida.-Le hablé mientras entraba en mí habitación.
-Si quieres voy mirando yo.-Se ofreció Rodrigo dejando el abrigo y la chaqueta del traje en un perchero de la entrada.
-No, eres mi invitado así que te atenderé yo.-Le amenacé señalándole con el dedo.
-Como quieras.-Río mientras yo cerraba la puerta de la habitación y así tener privacidad.
Saqué de debajo de la almohada el pijama y me lo puse, era una costumbre que siempre tenía. Todos los días cuando llegaba de trabajar me ponía el pijama, me sentaba en el sofá y me viciaba con alguna serie. No hay ropa más cómoda que el pijama.
Salí de la habitación y puse los brazos en jarra al ver cómo Rodrigo estaba cortando unas patatas.
-¿Qué te he dicho?-Pregunté fingiendo enfado.- Tú eres el invitado por consiguiente, no cocina.
Sin mirarme, Rodrigo continuó cortando patatas mientras reía.
-Sabes que yo ya no soy más un invitado en tú casa, soy uno más.
-En eso te doy la razón.-Abrí la nevera y saqué dos cervezas, le pasé una a Rodrigo.- Cocina para mí esclavo.
Fingí que le daba con un látigo mientras cocinaba.
ESTÁS LEYENDO
Forastera [Serie Forastera#1]
RomanceGabriela llega a Madrid deseosa de cumplir su sueño, centrada cien por cien en ello. Pero lo que no sabes es que, Nataniel, entrará en escena. ¿La distraíra en su camino? ¿O la ayudará con su apoyo? Una historia de amor que, tal vez, tenga cierto cl...