21.

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La hora de la cena había llegado y yo estaba aún cabreada con Nataniel. En toda la tarde no había dado señales de vida, cosa que me molestaba. Tampoco es que yo haya hecho mucho esfuerzo por pedirle perdón ya que, aunque empezase él, yo también dije cosas muy feas. Al fin y al cabo esto es una relación, no cuenta quién pide perdón antes, sino que se haga y que ambos estemos juntos felices.

Me hubiera gustado llamarle antes de ir al restaurante, pero no me había dado tiempo. Tuve que salir a hacer la compra con Daniela, hablar por teléfono, aunque sea, para pedirle perdón por la situación. Al final quedé con él mañana para comer y hablarlo todo con más calma. Y, como tardo la vida en arreglarme, tardé prácticamente el resto de la tarde que me quedaba.

Espero que la situación no sea muy incómoda, porque en cuanto llegásemos me gustaría apartarlo de todos, con alguna escusa del trabajo, y hablarlo.

Para esa noche opté por ponerme un vestido granate que me llegaba por encima de las rodillas, de tubo y con la espalda prácticamente al aíre. Íbamos a un restaurante bastante elegante, me advirtió mi tío, así que debía ir arreglada. Finalicé el look con unos tacones altos de color beige, un bolso a juego, el pelo recogido en una coleta alta y con un maquillaje bastante discreto. Eso sí, iba a tope con el iluminador, era lo que más me gustaba del maquillaje.

Como el restaurante quedaba a poca distancia de mi casa, opté por ir andando. Me coloqué mi abrigo gris largo y salí a la calle, no se me olvidó coger una bufanda bastante gordita para no congelarme. Caminé sin prisa, había salido con tiempo por si acaso tenía algún contratiempo.

Finalmente llegué al restaurante después de haber estado pensando durante todo el camino cómo pedirle perdón a Nataniel. Miles de ideas se me venían a la cabeza, pero no encontraba la adecuada. A lo lejos vi a mi hermano en la puerta del restaurante solo, ¿qué hacía en la puerta? Aligeré el paso y llegué a su lado.

-Eh.-Llamé su atención.- ¿Qué haces aquí solo?- Pregunté mientras le revolvía su cobrizo cabello.

Lucas arrugó su nariz mosqueado, no le gustaba nada que le despeinase. Se paso las manos por su pelo intentando colocarse un poco su mata. Se notaba que había acicalado un poco esa melena para la cena.

-Todos han entrado ya, me han pedido que te espere fuera a ti y a Nataniel.

Alcé una ceja sorprendida, ¿no había llegado aún? Antes de que pudiese hablar, un coche bastante llamativo por su color rojo y el ruido del motor, demostrando que era un deportivo, nos hizo mirar hacia nuestro lado. Del coche rojo salió Nataniel, genial, se estaba haciendo el chulo. Pensé que ya había dejado de hacer el ridículo cuando, dejándome totalmente descolocada, le abre la puerta al copilado, dejando ver a una pelirroja despampanante.

Toda la sangre de mi cuerpo comenzó a hervir de la rabia que corría por mis venas. El muy imbécil se había traído a una guarra para darme celos. Si quería jugar a esto, está bien, jugaríamos. Nataniel caminó hacia nosotros con la pelirroja agarrada a su brazo, al brazo de MI hombre.

-Buenas noches Lucas.-Saludó a mi hermano con una sonrisa para después, sin borrar su sonrisa, saludarme a mí.- Señorita Alonso.

Apreté con fuerza las tiras de mi bolso fingiendo una sonrisa.

-Buenas noches señor Hidalgo.

-¿Vamos ya a dentro?-Preguntó mi hermano.- Todos nos están esperando.

-Ir vosotros.-Contesté.- Aún tengo que esperar a alguien.

Sin darle más importancia, mi hermano entró y la pelirroja. Como Nataniel se había quedado mirándome, tuvo que tirar de él para que reaccionase. ¿En serio creería que me quedaría de brazos cruzados? Que poco me conoce el imbécil.

Forastera [Serie Forastera#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora