La hora había llegado, al fin era la fiesta de aniversario de la empresa y estaba ilusionada y nerviosa.
Al ser la que organizaba todo, tenía que estar una hora antes para recibir a los invitados y para organizar al servicio de camareros y cocineros que estarían atendiendo en la fiesta. Es por eso que, a las cinco de la tarde, me encontraba en la casa de mi vecina Amelia, ayudándome con mi desastroso pelo.
-Querida, aún no entiendo por qué has bajado tan pronto, se supone que la fiesta no empieza hasta las nueve y tienes que estar allí a las ocho.- Me preguntaba mientras me peinaba.
-Sí, lo sé, pero siempre he sido muy puntual para estas cosas y, aunque tenga que estar lista dos horas antes para no llegar tarde, lo haría. A demás, tengo que maquillarme.
Amelia rió mientras sujetaba un mechón de mi pelo para después unirlo al moño que me estaba haciendo con una pinza.
-¿Irás sola al final? Ya sabes que mi nieto está disponible y no le vendría mal salir de su cotidiana vida.
-Tranquila.-Sonreí amable desde el espejo para que me viese.- No me importa, a demás, lo prefiero, a penas tendría tiempo para atenderle.
-Pero tienes que prometerme que quedarás con él otro día.
Reí divertida por la insistencia de Amelia en que conociese a su nieto Ángel.
-Sí sí, lo prometo, pero sigue con el moño que tengo prisa.
-Ya está desde hace rato quejica, te estaba reteniendo para que no fueras con tanta prisa.
Rodé los ojos sonriendo y miré en el espejo el resultado de la mejor peluquera del mundo. Me había hecho un moño estilo romántico bajo. Había liberado unos cuantos mechones de mi cara para que no pareciese que tuviese la cara chupada, lo agradecí la verdad, no me gustaba ir tan repeinada. Levantándome del asiento con una radiante sonrisa, la abracé con ganas y besé su mejilla.
-¡Muchas gracias! Ha quedado genial.
Movió la mano para que le quitase importancia.
-No ha sido nada, la próxima vez que necesites a una peluquera, vuelve.
Asentí sonriendo y volví a abrazarla antes de marcharme a mi piso. El resultado había sido fantástico, a ver qué tal se me da maquillarme. No tengo ningún problema en hacerlo, es más, me encanta, pero al ser un momento tan importante, no podía hacer un estropicio en mi cara probando nuevas sombras.
Llegué a mi piso y nada más entrar y cerrar la puerta, me desnudé quedando en ropa interior. Al tener un escote de vértigo el vestido, tenía que ir con pezoneras, cosa que me ruborizaba un poco, jamás iba sin sujetador, y creía que tenía uno especial para esos escotes, pero no era así.
El vestido me quedaba como un guante y, en verdad, no me lo debería haber puesto antes de maquillarme, pero no quería estropear el peinado. Para no manchar el vestido, me puse una camisa vieja que tenía y me dispuse a maquillarme escuchando de fondo la melodiosa voz de Lukas Graham.
En el maquillaje, como ya había dicho antes, debía ir a lo fácil, a lo que sabía hacer. Por mí me hubiera hecho un maquillaje rompedor que vi el otro día en una de los miles de tutoriales que veo en YouTube, pero no, tenía que hacer que ya supiese. Ya tendría tiempo para practicar otro día.
Bueno, no había salido al final tan mal el maquillaje, simple ya que quería que el vestido se llevase todo el protagonismo. Un air liner sutil, base, corrector, colorete, etc. Lo que sí había hecho era poner un potente granate en los labios, a juego con el bolso y los tacones.
ESTÁS LEYENDO
Forastera [Serie Forastera#1]
RomanceGabriela llega a Madrid deseosa de cumplir su sueño, centrada cien por cien en ello. Pero lo que no sabes es que, Nataniel, entrará en escena. ¿La distraíra en su camino? ¿O la ayudará con su apoyo? Una historia de amor que, tal vez, tenga cierto cl...