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Las semanas pasaron bastantes rápidas hasta que llegó nuestro viaje de Acción de gracias a América. La verdad, estaba ilusionada ya que, finalmente conocería a los padres de Nataniel, a su entorno, todo lo que era él. Pero, por otra parte, no me apetecía mucho.

Ambos hemos estado distanciados estas semanas ya que, por causas que desconozco, ha estado desapareciendo sin previo aviso. Os pondré un ejemplo, el otro día, después del trabajo, habíamos llegado a casa y nos habíamos sentado en el sofá para ver una película, cuando, de repente, recibe una llamada y tiene que marcharse a toda prisa.

Incluso, un día que estábamos viendo la prensa rosa en la televisión, cosa que le flipa a Daniela, salieron unas imágenes de Nataniel con una chica. Recuerdo que fue una gran bronca que tuvimos los dos. La peor que habíamos tenido.

Él me juró y perjuró que no era nadie importante, que no me estaba poniendo los cuernos, simplemente era una socia con la cual había quedado.

No sé, la verdad es que le creí, pero había una pequeña parte de mí que tenía miedo de que me estuviera poniendo los cuernos con esa chica. No podía perderle, no ahora cuando las cosas de mi tío estaban en un tema, un poco peliagudo.

Tenía seguridad para todo, menos mal que nos dio un respiro en este viaje a Nueva York, porque si tenía que visitar la ciudad seguida por un armario alto y tocho, no lo iba a disfrutar.

Pero volviendo al tema de los no cuernos, era un tema muy importante que debía tratar con esa socia, por eso quedaba a menudo con ella.

Me ha dicho que, cuando llegue el momento, me lo contaría todo, pero la intriga que iba creciendo dentro de mí, era mayor. Seguro que este viaje nos ayuda a unirnos de nuevo, no sé qué tramará, pero me parece que no es nada bueno.

Lo peor que llevé del viaje fue las largas horas. Me vi mínimo cinco películas y me acabé de ver una serie entera. Al final, no pude aguantar más, y me quede dormida, verás el jet lat que iba a tener cuando fuese de noche en New York.

No sé cuánto tiempo pasó, pero sentí la mano de Nataniel sobre mi hombro despertándome.

-Preciosa.-Susurró mientras acariciaba mi mejilla.- Es hora de levantarse, ya hemos llegado.

Fruncí el ceño soltando un bostezo y abrí los ojos despacio para acostumbrarme a la luz del avión. Una vez totalmente despierta, me asomé por la ventana, ya habíamos llegado y era totalmente de noche. Miré a Nataniel mientras se levantaba del asiento y cogía nuestro equipaje de mano.

Recorrimos todo el aeropuerto hasta llegar finalmente a la puerta con nuestras maletas. Según ponía en mi móvil, eran las doce de la noche. No tuve que haberme dormido en el avión, ahora estaba totalmente despierta y a saber cuándo me volvería a dormir.

Nataniel iba mejor que yo, como él no había dormido, estaba muerto de cansancio, mierda, mi única distracción me había abandonado.

Subimos a un taxi y Nataniel le dio la dirección al conductor. Aproveché para acurrucarme entre sus brazos y apoyar mi cabeza en su pecho. Quería aprovechar este viaje para volver a unirnos, no soportaba este distanciamiento que habíamos tomado.

No tardamos mucho en llegar la verdad, el taxi entró a una urbanización a las afueras del centro, todo era pequeñas casas familiares con colores vivos y alegres. Era un contraste muy grande la verdad. Estábamos a dos pasos de los rascacielos y verlos alzarse por detrás de las casitas, era alfo fascinante.

Finalmente el coche paró frente a una casita con las paredes de color azul, casi blanco. El techo era negro y las puertas y ventanas blancas, al igual que el porche de la entrada.

Forastera [Serie Forastera#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora