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Solo quedaban un día para la fiesta de aniversario de la empresa y aún no había salido a comprar ni un solo vestido, ni siquiera había ojeado nada. El agobio que tenía en el cuerpo se estaba haciendo cada vez más presente. A penas tenía tiempo para mí misma.

Hoy era viernes y entre el cansancio de la semana acumulado más el agobio por la fiesta, tenía muy pocas energías. Quería aprovechar el viernes para recorrerme cada una de las tiendas de todo el puto centro de Madrid. Tendría que encontrar algo si no quería ir desnuda a la jodida fiesta que estaba siendo un quebradero de cabezas.

Fue por eso que, acabé todo lo que tenía que hacer antes de la hora de comer y me dirigí a mi jefe para pedirle que me dejase salir antes.

No me puso problemas, cosa que le agradezco, pero a cambio me pidió que me acercarse a las oficinas de correos de Cibeles, donde se celebraba la fiesta, para saber cómo iban los preparativos. Al igual que yo, mi jefe también estaba un poco agobiado con el tema de la fiesta, según él, tenía que mantener una reputación ante sus colegas de profesión.

Sin problemas acepté y me marché más feliz que una perdiz a encontrarme con mi prima Eva. Estaba en el último año de universidad sacándose la carrera de Bellas Artes, después de eso me contó que no le importaría hacer algo de diseño ya que la moda es su pasión. Y como gran apasionada de la moda me ayudaría a elegir el vestido para la fiesta de mañana.

Al final Óscar no puedo conseguirme ninguna pareja, así que a la fiesta tendría que ir con Laura ya que ella tampoco había podido encontrar pareja, e ir con mi familia era una cosa que descarté en el primer momento. No lo toméis como si me avergonzase de ellos, al contrario, pero no quería prometerles estar todas las horas con ellos. No solo era fiesta para mí, también tenía que encargarme de que todo seguía su orden y no había ningún problema. Por lo menos durante las tres primeras horas de la fiesta.

Eso sí, mi tía me obligaba a estar con ellos en el momento en el que mi tío diese el discurso de celebración. No podía negarme.

Salí casi corriendo de la oficina y, en cuanto pisé la calle, llevé mí dedo índice y el pulgar a los labios para llamar a un taxi, automáticamente paro a mi lado y me subí en este. Le di la dirección y no tardó en llevarme a Cibeles.

Ya allí, sentada en uno de los escalones, mi prima estaba esperándome en la puerta. En cuanto me vio, nos fundimos en un abrazo, hacía muchos días que no la veía.

-Hola Gabi, ¿cómo llevas estos días?

Solté un suspiro agotada mientras caminaba en dirección a la entrada.

-Muerta, necesito que acabe ya el día con urgencia, estoy por comprar en internet, con eso te digo todo.

Mi prima se rió y me dio un leve codazo.

-Vamos, anímate, ya queda menos para que este lío se acabe y así disfrutar de la fiesta.

-Si tú lo dices.-Dibujé una pequeña sonrisa.

Ya dentro del edificio, comprobé cómo iban los preparativos. Todo iba sobre ruedas, estaba quedando maravilloso y seguro que a mi tío le encantaría. Llamé al director del departamento de Marketing, mi jefe obviamente, y le conté cómo estaba la situación. Contento por el resultado, colgó y yo salté de la emoción. Mañana no podía salir nada mal.

Salí de nuevo con mi prima y comenzamos a caminar hacia la zona de las tiendas.

-¿Tenías algo pensado en ponerte?

Alcé la vista hacia el cielo pensativa, sí que tenía una idea, pero a lo mejor es poco adecuada.

-No me importaría ponerme un vestido con la espalda al aíre, largo de seda y con tirantes muy finos.

Forastera [Serie Forastera#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora