A la mañana siguiente me levanté sobre las ocho de la mañana. Había conseguido quedarme dormida después de lo noche tan fogosa con Nataniel, había ayudado al Jet Lat.
Giré la cabeza al notar que Nataniel no se encontraba a mi lado, tenía un poco de vergüenza estar sola en su habitación, la verdad sea dicha. Y espero que no se haya ido de casa y me haya dejado sola, porque entonces sí que me mato de la vergüenza.
Como si alguien escuchara mis plegarías, mi sexy y caliente novio hizo su aparición cubierto únicamente por una toalla blanca atada a su cintura.
Me incorporé en la cama cubriéndome con las sábanas y sonreí de lado, que espectáculo tenía ante mí. Al fin se percató de mi mirada lasciva y unió nuestros ojos.
-¿No tuviste suficiente anoche?-Preguntó en tono de burla.
Negué sin borrar de mi rostro esa sonrisa tan provocativa. Aparté las sábanas y gateé hasta el borde de la cama para sentarme y poder mirarle con deleite.
-La duda ofende señor Hidalgo.-Nataniel caminó hasta mí y juntó sus labios con los míos creando así un dulce, pero a la vez, picante, beso.
-Me encantaría continuar lo de anoche, pero tenemos que bajar, mi madre te tiene preparada un montón de actividades.
Hice pucheros tirando de la toalla que llevaba atada a la cintura, dejando así a la vista, su erección matutina.
-¿Ni uno rapidito?
Justo, cuando mi dios griego iba a saciar mi sed, la voz de su madre a través de la puerta nos interrumpió, ¡mierda!
-¡Chicos! Necesito que bajéis ya, tenéis cosas que hacer.-Gritó para hacerse oír.
-Ahora vamos mamá.-Contestó Nataniel antes de levantarse de mi lado.
¡Solté un suspiro de decepción y me coloqué la camiseta de Nataniel, me estaba justo por encima de las rodillas. Cogí ropa limpia para cambiarme en el baño.
-Esta noche exijo una sesión doble.-Le advertí señalándole con el dedo.
La risa de Nataniel llenó el espacio mientras caminaba hacia el baño, será capullo, encima se ríe de mí.
Después de una ducha relajante, e intentando saber regular el agua, ya que el grifo estaba mal, salí del baño maquillada únicamente con el air liner, vestida con un jersey/vestido de color gris oscuro y unas medias de rejillas. Subí a la habitación para ponerme unas deportivas y bajé a la cocina. Por suerte, mi padre nos enseñó en su día a mi hermano y a mí a ser unos manitas.
Entré en la cocina, al parecer la madre de Nataniel estaba preparando la comida, solo eran las nueve y media de la mañana, pero por el poco espacio que había en la encimera, pude adivinar que había muchas cosas que hacer.
-Buenos días.-Saludé a Tessa con una sonrisa y me senté al lado de Nataniel para desayunar.
-Hola Gabriela, ¿has dormido bien?
Asentí con una sonrisa y miré a Nataniel mientras cogía mi taza llena de café que me había servido.
-De maravilla.-Di un sorbo al café y giré sobre la silla para poder mirar a Tessa.- Por cierto, he visto que el grifo del baño está roto, podría arreglarlo.
-¿En serio?-Preguntó sorprendida Tessa, asentí riendo, a lo que esta se frotó la barbilla pensativa.- Tenía otras tareas preparadas, pero si puedes hacerlo, por mí encantada.
-Claro, lo puedo hacer en un momento.-Volví a beber de la taza de café.
La madre de Nataniel nos había preparado un desayuno digno de América. Había de todo, pero lo único que podía tomar, ya que mi estómago estaba acostumbrado, era a una tostada con mermelada y un café. Como mucho, podría añadirle un zumo de naranja, pero nada más, si no quería explotar en mis pedazos.
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Forastera [Serie Forastera#1]
RomanceGabriela llega a Madrid deseosa de cumplir su sueño, centrada cien por cien en ello. Pero lo que no sabes es que, Nataniel, entrará en escena. ¿La distraíra en su camino? ¿O la ayudará con su apoyo? Una historia de amor que, tal vez, tenga cierto cl...