Después del ajetreado día que había tenido, lo único de lo que tenía ganas era de llegar a casa y relajarme. Me ardían los pies de llevar los tacones y la cabeza de tanto trabajo que me habían mandado de repente. Eso sin contar el martirio del señor Hidalgo.
Si creéis que lo de por la mañana fue el único acto de odio hacia mí estáis equivocados. No paró de chocar conmigo aposta intentando que perdiese el equilibrio, también, cuando se acercaba tanto para tirarme, me susurraba gilipolleces para ponerme de mal humor. ¡Ah! ¿Y creéis que tanto trabajo me lo había mandado mi magnífico jefe Gustavo? Pues no, había sido el gilipollas de Hidalgo. Según me había enterado, había sido petición suya que tuviese tantas tareas para que así cogiese ritmo en la empresa y práctica en el campo.
Es por eso que, nada más haber llegado, en vez de ponerme a cenar la comida caliente de Daniela, me puse a hacer los informes que debía llevar para mañana y dejarlos en la mesa de Nataniel.
Mi cara de amargada me delató en cuanto empecé a farfullar por lo bajo cómo se lo haría pagar, con lo que Daniela cerró la tapa de mí portátil y me miró con los brazos cruzados.
-¿Qué te pasa? En cuanto has entrado por la puerta no has dicho más de dos palabra y te has sentado a trabajar ¿tanta caña te mete Luis?
Negué echando la cabeza hacia atrás mientras soltaba un gritito de frustración.
-Para nada, mi tío está siendo un blando y, además, me había puesto al cargo de un jefe igual de blando que él, lo que me jode la existencia es el vicepresidente, mi segundo jefe por así decirlo.- Alcé las manos al aíre gritando esta vez con fuerza.- ¡Es un gilipollas!
Daniela se sentó en la silla de al lado, apoyando la cabeza en su mano a la vez que el codo en la mesa.
-A ver, cuéntame sobre ese gilipollas.
Estaba tan deseosa de desfogarme con alguien que no tuve pelos en la lengua.
-El gilipollas se llama Nataniel Hidalgo, es el segundo de mi tío, me ha insultado en la cara por ser la enchufada y me ha hecho el día imposible. Pero tranquila-sonreí de lado.- ya tendré tiempo para planear algún complot contra él.
-¿Y ese tal Nataniel, está bueno?
Rodé los ojos ante la pregunta de mi mejor amiga. ¿Por qué era tan salida? ¿Y por qué me engaño? Yo era igual que ella.
Volví a abrir el ordenador y tecleé en el buscador el nombre y apellidos del orangután. Al instante Daniela se subió sobre la silla, casi tirándose encima de mí, para acercarse más a la pantalla.
-¡Está tremendo! ¡Quiero que esté empotrándome!
-¡Te quieres callar cerda!-Grité medio riendo, yo también había pensado en eso cuando le vi la primera vez.- Está que te cagas, pero cuando habla lo jode todo.
Mi amiga siguió cotilleando fotos que aparecían en el buscador por si encontraba alguna en la cual no saliese con camisa, pero su búsqueda fue en vano. Harta de los periódicos, se metió en las páginas del corazón.
-Bien, ya tengo lo que me interesa.
-¿El qué?-Pregunté desde la cocina sirviéndome un filete con patatas pobres.
Daniela movió las cejas de forma pícara.
-Saber si tiene novia o no, y, para mi suerte, no la tiene.
-Daniela, ni se te ocurra acercarte al señor Hidalgo.-La amenacé apuntándola con el tenedor mientras comía.- Es mi jefe y no quiero tener más problemas.
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Forastera [Serie Forastera#1]
RomanceGabriela llega a Madrid deseosa de cumplir su sueño, centrada cien por cien en ello. Pero lo que no sabes es que, Nataniel, entrará en escena. ¿La distraíra en su camino? ¿O la ayudará con su apoyo? Una historia de amor que, tal vez, tenga cierto cl...