Habían pasado ya casi dos semanas desde que llegué a Madrid, me había acostumbrado a los ajetreos mañaneros y las noches alocadas de los fines de semana ya que pude echarme un par de amigos. Ambos eran dos compañeros de trabajo que estaban haciendo prácticas en la empresa y solo les sacaba dos años. Se llamaban Laura y Óscar, dos personas majísimas.
Hoy era lunes y como el domingo no hice ni levantar el dedo del pie, solo comer palomitas y ver Netflix, me costó cuerpo y alma levantarme a las siete para ir a trabajar. Como una buena zombi que me sentía, entré a la ducha para espabilarme, y bien que me espabiló, al parecer el agua caliente no funcionaba y toda el agua helada cayó sobre mí. Empezábamos bien el día.
Ese día opté por añadirle color a la cosa, así que me fundé un vestido de tubo y manga larga, de color azul turquesa con unos bonitos tacones grises y un bonito bolso saco gigante. Al ser ya finales de octubre, el abrigo no podía faltar y tenía uno ideal que me valía perfectamente para ir a la empresa.
Antes de venir a Madrid, salí de comprar con Daniela, pero aún así necesito salir a comprar más porque no tenía suficiente ropa de invierno para la empresa. Solo tenía abrigos de deporte que usaba cuando trabajaba en la granja.
Lista, con desayuno y maquillaje hecho, salí de casa y me puse en marcha a la oficina, andando. Hacía frío, sí, pero estaba acostumbrada al tiempo de Galicia que tampoco me parecía para tanto Madrid. A demás, le estaba cogiendo el gusto el ir caminando a la empresa y así practicar con los tacones, ya los dominaba por completo, parecía que había nacido con ellos ya puestos.
Entré en Comer.tic. Emocionada, hoy tendría mi primera reunión de equipo para contarle a mi jefe qué tal iban con los preparativos para la fiesta de aniversario de la empresa. Solo quedaba una semana y aún faltaban unos retoques que finalizar.
Saludé a la recepcionista y esta me devolvió el saludo. La verdad, no podía llamar amiga a Ángela, pero nos lo pasábamos genial cuando se unía, de vez en cuando, a comer con nosotros tres en el tiempo libre.
Subí al ascensor mientras cotilleaba las noticias de última hora que habían pasado en el mundo. No me di cuenta de que a mi lado había pasado alguien. Una vez llegué a mi planta, alcé el rostro y ver que el señor Hidalgo estaba a mi vera, ahogué una mueca de fastidio que estaba deseando salir. Con una falsa sonrisa, le saludé.
-Buenos días señor Hidalgo.
No habíamos vuelto a tener contacto desde que me trajo a casa de la finca de mis tíos.
-Lo mismo digo señorita Alonso.-Iba a salir del ascensor, pero el señor Hidalgo me lo impidió colocando el brazo en las puertas.- Necesito que suba a mi despacho en cuanto se instale en su puesto de trabajo.
-Me temo que eso no será posible, tengo una reunión ahora.- Y menos mal, porque no quería empezar el día con un cabreo descomunal.
-De acuerdo, entonces suba cuando haya terminado.
Solté un suspiro y asentí.
-Ahora nos vemos señor Hidalgo.
Apartó el brazo y me dejó salir finalmente del ascensor.
-Que todo vaya bien en esa reunión.
No me dio tiempo a darle las gracias ya que las puertas del ascensor se cerraron y le perdí de vista. Mejor
Olvidando por completo al señor Hidalgo, caminé hacia la sala de reuniones ilusionada por todo lo que había hecho, espero que mis esfuerzos no sean en vano y sepan valorar el trabajo que he hecho.
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Forastera [Serie Forastera#1]
RomanceGabriela llega a Madrid deseosa de cumplir su sueño, centrada cien por cien en ello. Pero lo que no sabes es que, Nataniel, entrará en escena. ¿La distraíra en su camino? ¿O la ayudará con su apoyo? Una historia de amor que, tal vez, tenga cierto cl...