AIDEN.
Se pasó por cuarta o quinta vez la mano por el cabello, lo único que había era desordenarlo de la coleta. El elevador emitió un sonido "Pin" indicando que ya habían llegado a su destino, suspirando mientras las puertas se abrían así dejando ver la elegante recepción, las paredes eran de un blanco puro, el único adorno que devoraba la habitación sin incluir el escritorio de Amilaj eran las dos mesetas de palmeras que se hacían ver más llamativas por su color. Salió del interior del elevador, Amilaj alzo su vista de los papeles que estaba leyendo, al verlo se levanto de forma rápida sin perder la compostura fría y calculadora que la identificaba como una erudita.
— Señor, Markov.
Le regalo una sonrisa, ella no debería de decirle por un apellido cuando ni un ángel o demonio lo tenían, el apellido era cosa de humanos para identificarse los unos a los otros.
— Amilaj, ¿Como has estado? –Le pregunto con cordialidad mientras avanzaba hacia la puerta doble detrás del escritorio de ella–
— Bien, ¿Y usted? –Amilaj avanzaba hasta la puerta para abrírsela– El consejo lo espera desde hace dos horas, señor.
Hizo una mueca, lo sabía pero se había tomado unas horas demás antes de ir a ver eso rostros fríos y culos estreñidos.
— Lo bien que se puede estar bajo la mirada de esos –Le señalo la puerta– Saludame a tu esposo y felicidades por tu hijo.
— Gracias, señor. Suerte con los del consejo.
Sonrió aunque por dentro estaba más que enojado y furioso, odiaba el puto consejo de ángeles, ¿Como pudo aguantar Abimalec a esos parásitos? --Suspiro-- vamos agarrar al toro por los cuernos.
Entro una vez que Amilaj expuso el interior de la sala de juntas, la gran mesa se cedro color negro con sólo un jarrón de porcelana blanca y una rosa era lo único que había sin contar a los doce del consejo.
Gael fue el primero en levantarse, su rojizo cabello resaltaba al contraste de su traje blanco haciéndolo llamativo, sus rasgos faciales eran rudos y toscos, una belleza griega, su tono de piel oscura era única porque con el cabello rojizo se había notar de una forma única.
— Tu padre era mucho mejor, que esto que dices ser, tu. –La voz de Gael tenía un toque grave y suave– una decepción para todos que tu seas nuestro líder.
Gael volvía a su cómodo asiento, el volteo a ver a cada uno del consejo con sus reprobatorias miradas llenas de perjuicio, ignorado la pulla tomo asiento en la cabeza de la mesa.
— Si tienes una queja, puedes a quejarte como un niño chiquito al cual le han quitado una pelota. –Sonrió socarronamente– estoy seguro suelo alto señor estará dispuesto a escucharte.
Observo la mueca qe se formaba en el bello rostro, ¡un punto para Aiden! Chúpate esa pelirrojo estreñido. Sitael carraspeaba para dar por zanjada la discusión, la vio dejar la pluma sobre los papeles y dedicarle una mirada severa, ahí iba el sermón de no romper las reglas.
— No estamos para juzgar las decisiones de nuestro padre. –Sitael había lanzado una verdad que dolía a muchos– por algo él escogió a Aiden, y vamos aceptarlo y ayudar a que tome el lugar con severidad. ¿Aiden?
— ¿Que?
— ¿Tienes algo que decir? –ella lo miro inquisitivamente–
Controló sus pensamientos, algo que hacia a Sitael muy peligro era el hecho de que ella podía leer los pensamiento de cualquier ser, un enemigo con ese poder podía ser muy peligroso.
— No. Sin embargo fui llamado con urgencia.
— Con el hecho de que tu te tomaste esa urgencia a tu tiempo. –Replico Mijaíl– es una ofensa hacia nosotros, una que dede ser castigada.
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5. EL CORAZÓN DEL ARCÁNGEL (Evil 5)
ParanormalEl mal siempre estará presente buscando maneras para alzarse y gobernar. Aiden tendrá que encontrar esa humildad que perdió hace años, aceptar la debilidad como la fuerza de los humanos. Sin embargo no esperaba enamorarse de lo que odia y detesta...