Capítulo Catorce

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Capítulo catorce.

Oh, Dios mío.

Me observo en el espejo de cuerpo completo con la boca abierta. Me veo... ¡Mierda! Me veo más que bien.

Doy la vuelta viendo mi reflejo desde todos los ángulos. El top blanco de mangas largas se ajusta a todo mi busto y la malla transparente brillante va desde debajo de mi pecho a mis caderas uniendo el top a una falda algo corta y holgada. Llevo panty medias blancas, a las que Fabricia le agregó purpurina para hacerla brilla, y mis zapatillas blancas tiene algodón por encima de ellas, como un algodón de azúcar. Toco el gorro de algodón de lado en mi cabeza, al estilo gorro de marinero. La idea inicial de mi disfraz no se veía como esta cosa sexy que estoy usando, pero admito que me encanta.

—Azúcar—leo las letras bordadas en negro a lo largo de mis pechos.

—No sé si la gente entenderá tu disfraz.

—Qué me importa, a mí me encanta.

—Eres toda una dulzura.

Soy más que una dulzura, no estoy disfrazada de dulzura. Evalúo mi maquillaje, obra de Fabricia también, no es que no sepa maquillarme, solo que ella insistió. Ha vuelto mi piel más pálida, nívea, mis ojos están delineados con plateado al igual que mis pestañas brillan con ese color. Da la impresión de que soy una criatura de un mundo mágico. Mis ojos se ven muy resaltantes entre tanto blanco y brillo y mis labios tienen un rosa muy suave. Yo no hubiese pensado en este maquillaje, pero Fabricia acertó.

Ella definitivamente es una sexy enfermera, si se agacha o inclina definitivamente descubrirán el tanga blanco que yo por horas vi mientras me maquillaba en ropa interior.

— ¿Dónde llevo mi celular si no tengo cartera? — no puedo evitar hacer la pregunta, en respuesta Fabricia rueda sus ojos mientras pinta sus labios de carmín.

—Para eso tienes el liguero, dale uso.

Me inclino y pruebo dejando el celular ahí, camino y aunque es un poco incómodo al principio, acabo por adaptarme y confiar en que no se caerá.

—Listo. Podemos irnos. Busquemos unos buenos penes.

La mejor motivación de la vida, ruedo mis ojos.

***

El salón de fiesta luce impresionante. Eva lo ha hecho perfecto, y Eva está caminando hacia mí.

— ¿Treinta personas? Han llegado cincuenta, Elanese ¡Cincuenta!

—Bueno, eso no es mucho, hada madrina—señalo su bonito y angelical disfraz. Ella observa el mío.

— ¿Qué se supone que eres? ¿Un sobre de azúcar?

—Bueno, al menos entiendes un poco del concepto. Soy algo así, pero definitivamente involucra azúcar.

—Original. Te ves preciosa.

Elliot, el novio de mi hermana, aparece y ve mi disfraz de arriba hacia abajo, frunce el ceño.

—No es la noche de Halloween para salir como gatita sexy o algo así.

—Tampoco es el día de los inocentes para disfrazarse de imbécil—digo con dulzura y a mi lado Fabricia ríe. Eva suspira.

—Iré a hablar con el encargado de cocina—anuncia, un fotógrafo no sé de dónde sale y pide foto con mi hermana. La foto es tomada y Eva se marcha a dar órdenes mientras Elliot la sigue.

La D no es por Dexter (BG.5 libro #4) Disponible en libreríasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora