Capítulo Veintiuno (Parte II)

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Capítulo Veintiuno. (Parte II)



— ¿Para qué te voy a decir lo que ya sabes? —Exploto— ¡Lo sabes! ...Oh, Dios, mío. Lo sabes. Lo recuerdas.

Paso las manos por mi cabello y huyo hacia el baño, por primera vez agradezco lo diminuto que es mi apartamento porque me da tiempo de poner seguro antes de que me alcance. Siento lágrimas deslizarse por mi rostro mientras me dejo caer sentada sobre el suelo.

Lo sabe. Él lo sabe. Lo recuerda. Lo recordó por ese maldito tatuaje que hice en un impulso ese mismo año, en la fecha de su cumpleaños, debajo de mi pecho izquierdo donde casi nadie pudiera verlo y donde nadie entendería.

—Tiene la letra «D» porque supiste luego que era yo ¿Verdad?

—Creo que debes irte, Dexter.

—No voy a irme; si debo hablar con la jodida puerta atravesada, lo haré. Pero vamos a hablar. Ahora.

—Por favor vete.

—No te dejé sola hace años y no lo voy a hacer ahora, Elanese.

Cierro mis ojo sintiendo más lágrimas caer, es como viajar en el tiempo y caer en ese día. Estoy segura de que escucha los pequeños sollozos que logran escapar de mí.

— ¿Sabes por qué fui al bar esa noche? —Pregunta, no espera mi respuesta—Porque alguna mujer morbosa afirmó, a finales del 2010, ser mi madre biológica cuando se hizo viral la noticia de que yo era adoptado. Durante los primero años de la banda no se hizo público porque ¿Qué mierda importaba eso? Pero luego solo se dijo de forma normal en una entrevista y ella lo vio como un ganar, obtener dinero porque mi rostro ahora estaba en todas partes y yo era parte de una banda famosa.

»En un primer momento quise creerle, porque a veces se sentía tan mal no saber de dónde diablos venía, a veces me asustaba ser propenso a alguna maldita enfermedad hereditaria, a veces me asustaba no saber quién rayos era. Y en un primer momento quise creer que tendría respuestas a muchas preguntas, pero esa idea me duró solo dos putas horas hasta que Max escuchó toda la mierda que ella decía y se encargó de desmentirla.

Se hace un largo silencio y en medio de mis propios tormentos siento pesar y dolor por él y el que atravesara por algo como eso.

—Estaba furioso, finalmente entendí que ya no era solo cualquier puta persona, era alguien de quienes los demás querrían obtener cosas, debía ser prudente y jodidamente cuidadoso. Tuve que estrellarme muchas veces para entenderlo, pero eso me dolió tanto que necesitaba creer que aún podría ser real, ser algo más que el chico al que podrían sacarle dinero o algo. Pensarías que solo lo superé, pero me quedó esa maldita espina y entonces la mujer con la que tomé la mala decisión de enrollarme me vio como solo Dexter Jefferson, un medio para un fin. La misma mierda de siempre.

»Así que, sí, estaba en medio de una biografía, escrita por mi ahora cuñada Hottie, con planes para la banda pero ese día solo sentí que necesitaba recordar que yo era real, una maldita persona que hacía más que ser una figura pública. En realidad solo Harry supo que esa mañana en un loco impulso viajé a Manchester, nunca se lo dijo a nadie. Usé el peor camuflaje, pero funcionó para entrar a un bar terrible en el que solo me dediqué a beber y a beber hasta notar la llegada de una hermosa chica deprimida.

—No es tu culpa que existan malas personas—susurro, pero al parecer no es tan bajo porque logra escucharme.

—Lo sé, y la misma jodida cosa te digo a ti. No es tu culpa que existan personas de mierda—pasan unos segundos—. Ya te dije por qué estaba esa noche en el bar, solo mi hermano lo ha sabido, ahora dímelo tú.

La D no es por Dexter (BG.5 libro #4) Disponible en libreríasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora