Capítulo treinta.
Grito automáticamente antes de propinar un codazo detrás de mí. Escucho una maldición. Mis manos temblorosas aprovechan para abrir la puerta y la cierro detrás de mí.
Recargo mi frente de ella y tomo rápidas respiraciones, si fuese una persona asmática, definitivamente necesitaría un inhalador en este momento. Me sobresalto cuando golpean con fuerza la puerta, tomo mi celular para marcar el número de emergencia cuando los gritos comienzan.
— ¿Qué carajos, Ela? ¿Qué clase de bienvenida es esa? Seguro mejor me doy la vuelta y vuelvo a Japón.
Me paralizo antes de tomar lentas respiraciones.
— ¿Leslie?
—Sí, y tu codazo ha dolido mucho.
—Oh, Dios —Abro rápidamente la puerta para encontrarme con mi hermana. Ella tiene el ceño fruncido y yo tiro de su cuerpo para un mega abrazo—. ¡Leslie!
— ¡Sí, soy yo! —Me devuelve el abrazo con la misma fuerza, y creo que es el miedo lo que hace que lágrimas comiencen a desbordarse de mis ojos—. ¿Estás llorando?
—Solo estoy tan sorprendida de que estés aquí.
Y agradecida de que seas tú y no personas queriendo lastimarme. Pienso.
Se libera de mi abrazo y sale, cuando vuelve trae consigo dos maletas antes de cerrar la puerta de mi apartamento. Suelta las asas de sus maletas y una vez más me abraza.
— ¿Estás bien, hermanita?
—Estoy bien, solo me asusté.
— ¿Por qué? ¿Alguien está buscándote? —Ella bromea, pero yo tengo mis dudas.
—No seas tonta —Rio finalmente. Me separo para observarla—. ¿Qué haces aquí?
—He vuelto a casa, lo había conversado con Eva, me sentía lista para volver y retomar mi vida.
—Bienvenida, Les. ¿Planeas quedarte aquí? Es pequeño, pero eres bienvenida.
—Gracias —Me sonríe—, solo serán unos pocos días, luego iré a Preston y pasaré un tiempo con papá antes de decidir bien cómo retomar mi vida laboral.
»Por ahora lo que te agradecería es comida. Estoy con un hambre feroz y me duelen los pies, ¿Qué tal darme un masaje?
— ¿A tus pies apestosos? Paso.
— ¡Oye! —Ambas reímos, ella pasa un mechón de mi cabello detrás de mi oreja—.Te extrañé, patito.
—No soy un patito —Ruedo mis ojos—. Gracias por volver.
—No me agradezcas por volver a casa. Tú solo aliméntame.
—Pero no sé cocinar casi nada.
—Bueno, sabes hacer milanesa de pollo con puré de papa. Eso servirá, pero mata mi hambre.
Prácticamente soy obligada a ir a la cocina. Leslie es una excelente cocinera, pero dice que está cansada y que solo quiere ser consentida. Trato de sacarle información sobre su decisión de volver, sobre su experiencia y qué tal estuvo el viaje. Por supuesto que ella intenta sacarme información sobre Dexter, sobre cómo marcha el trabajo e incluso se interesa, un poco, por saber de Fabricia.
Mientras cocino, uno de los pocos platos que sé hacer, rio y sonrío con mi hermana; poco a poco me va calando hondo que ella ha vuelto y que esta vez no vamos a despedirla. Cuando la comida está lista y la observo comer, ella habla y la escucho, pero por un momento pienso en el miedo real que sentí cuando creí que ella era otra persona.
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La D no es por Dexter (BG.5 libro #4) Disponible en librerías
RomanceDexter Jefferson tiene la palabra desastre adherida a su nombre y últimamente eso parece estar más que científicamente comprobado. La prueba de ello puede ser el corazón roto que el mismo se encargó de obtener. Dexter puede ser persistente, terco y...