Capítulo veintiséis.
Siento que voy a enloquecer hasta que suena la reja avisándome que Henry la ha abierto. Respiro hondo y entro cerrando la reja detrás de mí. Prácticamente subo corriendo las escaleras ignorando totalmente el ascensor.
Llego al cuarto piso jadeando, Henry me observa desde la el marco de la puerta de su apartamento y prácticamente corro hasta él. Lo abrazo porque siento que es lo que necesito para sentir que el mundo no está sacudiéndose bajo mis pies.
Me devuelve el abrazo y aunque el miedo baja, no me siento, de igual forma, del todo segura. Estoy tan asustada.
¿Cómo...? ¿Qué...? ¿Por qué? Es como adentrarme a una nueva pesadilla.
— ¿Qué sucede, Elanese? —Nos hace entrar a su apartamento. Me guía hacia un sofá y se aleja, cuando vuelve tiene un vaso de agua.
Mi mano tiembla mientras bebo, mi rostro se siente pegajoso por las lágrimas secas.
—Estaban...Me estaban siguiendo. No eran buenas personas, yo lo sé...
— ¿Cómo?
—Salí de una entrevista de trabajo y un auto comenzó a seguirme. Es peligro, yo lo sé.
Yo sé quién era. Lo sé muy bien.
— ¿Así que guiaste a hombres peligrosos a mi hogar?
Abro mi boca mientras lo observo. Tiene el ceño fruncido y me observa como si yo estuviese loca.
—Estaba asustada y tú vivías cerca y...
—Vale y, entonces, traes a malos tipos a mi hogar.
—Que te den por el culo —Y le arrojo el agua al rostro dejando el vaso luego en el suelo.
Ha sido un impulso, quizá se deba a toda la adrenalina, miedo y molestia que en este momento hierve bajo mi piel.
—Pero ¿Qué te sucede?
Me pongo de pie, estoy aterrada de salir, pero no tengo que aguantar esto.
—Salimos por años, te conté de mí, te amé y todo lo que piensas es en tu hogar, vale, lo siento. Fue imprudente venir y tienes razón sobre el peligro, pero ni siquiera te importa el que buscaba de salvarme para que no me atraparan o qué sé yo.
—Tú me dejaste y...
—Y si hubiese sido a la inversa, yo sin dudar te recibiría en mi casa, porque nunca quisiera que alguien te lastimara, porque fuiste importante para mí. Lamento haber venido, perdóname. Que te den a ti y tu apartamento.
— ¿Sabes qué? En el mundo hay mejores mujeres que tú, mujeres que no hicieron algo tan vil y sucio como tú. No tengo por qué aguantar tus desplantes cuando podría tener a alguien mejor.
—Es tan bajo que recurras a un argumento tan sucio y vil.
—No encontrarás a alguien mejor que yo.
No puedo evitar reír y sacudir la cabeza. Todo lo que me dice me duele, porque fue importante en mi vida y pensé que al menos conservamos un respeto mutuo. Me lastiman sus palabras.
—Demasiado tarde. Ya he encontrado a alguien que me comprende y no juzga. Y solo para que te duela, alguien que da muchos mejores orgasmos que tú.
Me doy la vuelta dispuesta a irme y no caer más bajo. Tengo la sensación de que este es un final definitivo para cualquier tipo de amistad que pudiéramos haber establecido.
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La D no es por Dexter (BG.5 libro #4) Disponible en librerías
RomansaDexter Jefferson tiene la palabra desastre adherida a su nombre y últimamente eso parece estar más que científicamente comprobado. La prueba de ello puede ser el corazón roto que el mismo se encargó de obtener. Dexter puede ser persistente, terco y...