Capítulo Diecinueve (Parte II)

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Capítulo diecinueve (Parte II).



***

Dexter detiene su auto frente al edificio donde vivo y honestamente tengo miedo de que alguien aparezca de pronto y robe su auto, no es que viva en la peor zona, pero tampoco vivo en la mejor.

Pero entonces caigo en cuenta que además del peligro de que roben su auto, siempre está la posibilidad de ser fotografiados y que todo se arruine incluso antes de que tenga oportunidad de enmendar todo el lío en el que he contribuido. Eso sería terrible y honestamente si sucediera no me extrañaría porque al parecer arrastro conmigo un horrible karma, tal vez yo solo fui Hitler o algún horrible señor feudal en mi vida pasada.

Volteo a ver a Dexter que golpea sus dedos, al ritmo de alguna canción contra el volante, luce totalmente perdido en sus pensamientos y me gustaría saber qué pasa por su cabeza tan peculiar. Detallo cuidadosamente su perfil dándome cuenta que nunca tuve oportunidad de no desarrollar atracción por él.

¿Cómo vas y pasas tiempo con alguien tan encantador, atractivo y lleno de vida como Dexter sin involucrarte con él? El hombre está soltero, es un experto siendo dulce y coqueteando, no tenía oportunidad de darme la vuelta e ignorarlo. Nunca la tuve.

Permanecemos en silencio. Siento que me cae un balde agua fría sobre toda la situación de esta noche. El beso, la manera en la que compartí con sus amigos. Es momento de sincerarme y hacer lo correcto. No voy arruinar las cosas para ellos ni para mí. Puedo ser madura.

—Entonces...

—No debemos vernos...

— ¿Qué?

—Oye, sé lo que hago. Lo prometo—volteo a verlo— ¿Puedes tener fe y creer en mí?

—Sí, jodidamente sí—él ni siquiera lo duda y eso me toma por sorpresa, las personas no suelen creer de esa manera tan rápida en mí.

— ¿De verdad?

— ¿Por qué no lo haría? Has resultado ser digna de confianza y una genial persona.

—Vaya...—trago, pero sacudo mi cabeza—Yo te llamaré o ya verás tú si quieres llamarme cuando todo esté en orden. Necesito hacer algo primero.

—Bien, no me hace jodidamente feliz, pero confío en ti.

—Ahora voy a bajar del auto y vas a irte derechito a tu apartamento, evita cualquier inconveniente.

—Me portaré bien. Confío en ti, Copo de azúcar, pero...

— ¿Pero?

—Promete que no es como una despedida para que desaparezcas. Ser abandonado no es bonito, puedo asegurarte eso.

Por un breve momento siento que hace referencia algo de su vida, pero sacudo mi cabeza. Sé que fue adoptado, pero no tengo ninguna referencia real de lo que fue todo ese proceso.

—Yo no quiero desaparecer.

—Entonces no lo hagas. Sé que puede cagar hasta la médula sentir tanto en tan poco tiempo, que asusta sentir que no haces lo correcto y que todo podría salir mal. Pero cuando sientas que la vida te pasa por encima y que no das, solo recuerda que hay un puto tipo que cree que eres grandiosa y tiene fe en ti.

Siento repentinas ganas de llorar por sus palabras, por su voto de confianza cuando no sé cómo tomará lo que pasa por mi cabeza. Lo que se supone voy a hacer.

»Y le digo esto a Elanese la mujer, no la trabajadora social. Has hecho mucho por Lucecita y por mí, nosotros necesitábamos una trabajadora social, pero tú a ella le has dado una amiga, confianza y sonrisas. Y a mí...—ríe—A mí me has dado esperanza y esa es una puta cosa que nadie va a cambiar.

La D no es por Dexter (BG.5 libro #4) Disponible en libreríasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora