Capítulo Cuarenta y Dos (Parte II)

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Capítulo cuarenta y dos (Parte II).




—Algunos desastres son increíbles. Somos un desastre en camino a funcionar. Te prometo que haré todo lo que esté en mis manos para ser el mejor desastre que ha chocado en tu vida, solo dame la oportunidad de serlo...Por favor.

Sus palabras me llegan, acarician mi piel y llegan hasta mi corazón. No le respondo. Ya ha quedado claro que lo amo, se lo he dicho, y para ello están las acciones. Así que llevo mis manos a la cabeza de Dexter y atraigo su boca a la mía. Ambos gemimos ante el contacto.

Sus manos bajan a mi trasero para pegarme a su cuerpo mientras nuestros labios se mueven y su lengua me invita a dejarlo entrar a mi boca, cuando lo dejo, me estremezco. Es un baile de lenguas, caricias de labios. Yo gimo, él gruñe. La canción continúa reproduciéndose y es sensual, mi cinturón suena y mi cuerpo lo anhela. Su boca abandona la mía y hace un camino de besos por mi barbilla hasta mi cuello, exhalo su nombre y él tiembla.

Siento el tirón de su mordisco en mi cuello y de alguna manera terminamos arrodillados en el suelo, él con su culo descansando contra la plana de sus pies y yo a horcajadas de él. Los besos no se detienen y sus manos exploran. Las siento detrás de mí deshaciendo el broche de mi sujetador, lo ayudo a sacarlo y arrojarlo detrás de mí. Su boca cubre mis pechos expuestos. Lame, chupa y muerde. Mis gemidos se convierten en pequeños gritos y soy vagamente consciente de que le susurro una y otra vez "más." Tiro de su cabello para que su boca de nuevo viaje a la mía y mordisqueo su piercing, él gime de una manera que hace que mis músculos se aprieten. Amo todo de este hombre, incluso sus defectos.

Salgo de encima de él cuando comienza a sacarse su pantalón holgado y me estiro para tomar mi abrigo, saco de uno de sus tantos bolsillos, el solitario preservativo y él enarca una de sus cejas.

—Pensé que dijiste que no venías a tener sexo.

—Ya, pero ahora puedes agradecerme que esté preparada —digo de manera distraída arrojándolo a su lado, con la vista clavada en su entrepierna ahora desnuda.

No tengo que pensarlo dos veces, quizá es instinto, pero mi mano lo envuelve y lo acaricio, él hace su cabeza hacia atrás y exhala. Luego me agacho y durante al menos un minuto lo saboreo, llevándolo tan lejos en mi boca como puedo. Me hace incorporarme y baja mis bragas por mis piernas, las pateo mientras él se encarga del preservativo. Estoy desesperada por quitarme mi cinturón de monedas y él toma mis manos. Sacude su cabeza y me atrae por encima de su regazo, a horcajadas, rozándose contra mí.

—Déjatelo puesto. No interfiere con nuestros planes —susurra contra mis labios.

Una de sus manos desaparece entre nosotros y lo siento rozar antes de adentrarse en mí. Gimo y cierro mis ojos. Dexter muerde mi labio inferior mientras golpea desde abajo con lentitud, como si intentara guiarse por el ritmo de la canción aún sonando. Mi cinturón tintinea y esta es la experiencia más intensa en lo referente al sexo que he tenido alguna vez. Mis gemidos son incontrolables, se escucha nuestras pieles chocar, la boca de Dexter está en todos los lugares a los que alcanza llegar y es la primera vez que no reconozco la cantidad de palabras lascivas que salen de mi boca: lo que me hace, lo que quiero que me haga, lo que me hace sentir.

Y supongo que eso hace la confianza, te hace mostrar todas tus facetas sin vergüenza alguna, porque no me siento avergonzada de lo que pido y cuando él me lo da, es tan increíble.

—Necito... —susurro.

—Sé lo que necesitas —susurra.

Y lo hace. Su mano viaja entre nosotros y mi cuerpo no tarda en sacudirse cuando uno de los orgasmos más fuertes que alguna vez he experimentado me alcanza. Una de mis manos tiran de su cabello y otra clava las uñas en su hombro mientras murmuro cosas. Sus movimientos se vuelven más rápidos y un poco después, se estremece y dice mi nombre una y otra vez.

La D no es por Dexter (BG.5 libro #4) Disponible en libreríasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora