Si Fede, me iría contigo

2K 100 28
                                    

Comencé a escuchar ruidos a mis espaldas.
Me tapé hasta la cabeza con el edredón.
Cada vez los escuchaba mas fuertes, en mi ventana, algún ladrón quería entrar quizá, o quizá fueran fantasmas.

Mi respiración se comienza a acelerar cuando escucho un par de zapatos caer con fuerza sobre el piso de mi habitación.
Quería levantarme y correr pero mi cuerpo no me responde.

Siento un mano darme la vuelta del hombro, iba a gritar pero siento como me cubren la boca.
Arañé con fuerza la mano que me cubría la boca y el ladrón ahogó un grito, se subió a la cama, sobre mi cuerpo aprisionándome contra la cama.
Con una mano me sujeta con fuerza de las manos y las coloca sobre mi cabeza, con la otra continúa tapando mi boca.
Se acuesta sobre mi cuerpo dejándome totalmente inmóvil, se acerca a mi oído y susurra.

-No grites por favor.

Es Fede, me tranquilizo y dejo de luchar por salir de su agarre.
Quita su mano lentamente de mi boca.
Yo giro hacia mi derecha y enciendo la lámpara que tengo sobre la mesa.
Y puedo verlo, suelto un suspiro de alivio al ver a Fede montado sobre mi.

-Me asustaste idiota.
-Lo siento, no pensé que te fueras a asustar tanto.
-¿Qué haces aquí? Son las 2 de la mañana.

Digo mirando el reloj que cuelga sobre mi pared de en frente.

-Ven conmigo.

Dice levantándose de mi cuerpo.

-¿Qué dices? Estás loco.
-Por favor, no te vi desde el día que te llevé a mi departamento.
-Mis papás me tenían muy vigilada, por eso no podía verte.
-Pues ven ahora, mañana es sábado, no tienes clase.
-¿Pero a dónde?
-Solo ven, prometo traerte temprano.

Pienso por algunos segundos, lo observo y observo la puerta de mi habitación.
Comienzo a levantarme de la cama.

-Bien, solo espera mientras me pongo algo.

Saco ropa de mi armario y me quito la pijama para ponerme la ropa.

Fede me observa mordiéndose en labio inferior, termino de quitarme la pijama y él sigue observando mi cuerpo.

-¿Me quieres coger?

Le pregunto, él levanta la vista hasta mis ojos con una sonrisa.
Se mete una mano en la bolsa del pantalón.

-Es que estás muy buena.

Sonrío y lo llamo con un dedo.
Él avanza rápido hasta mi y me quita la ropa interior de un tirón, se baja su pantalón y sus bóxers y nos tiramos sobre la cama.

Lo hace con desespero, yo ahogo gemidos y rezo porque mis papás no escuchen el sonido de la cama contra la pared.
Quiero arañar la espalda de Fede pero no se quitó la playera.
Sujeto la cabecera de mi cama con fuerza mientras me muerdo la lengua para no gritar.
En cuestión de minutos, ambos comenzamos a sudar. Unos minutos más y terminamos.
Fede deja caer su cuerpo sobre el mío completamente, ambos tenemos las respiraciones agitadas, yo lo abrazo por el cuello y nos quedamos allí algunos minutos más.

Veo el reloj y ya son las 3 de la mañana.

-Fede -se remueve un poco sobre mi cuerpo pero no responde -son las tres.

Se levanta rápido y comienza a vestirse.
Yo hago lo mismo.

salimos por la ventana y bajamos por el árbol que está fuera de esta.
Tratando de hacer el menor ruido posible.

Corremos de la mano hasta perder mi casa de vista.
No se a donde vamos pero decido seguirlo.
Comenzamos a subir algunas rocas.
Vamos casi corriendo y yo bastante agitada pero no digo nada.

De pronto se voltea hasta quedar de frente conmigo y obstruyendo mi vista del camino.

-Llegamos.

Se aleja poco a poco y me deja ver la hermosa vista de la playa.
La luna logra iluminar bastante el agua.
Y algunas luces que brillan con fuerza a nuestros pies.

Estamos en la quebrada.
Me lanzo sobre él y lo abrazo.

-Me encanta.

Sonreímos y nos acercamos a la orilla para sentarnos a contemplar la hermosa vista.

-¿No me trajiste de día porque no tenías dinero?

Fede suelta una risita.

-No, porque me gustaría ver el amanecer contigo.
-Pero me dijiste que me llevarías temprano a mi casa.
-Si, como a las cinco o seis.
-¿Y si me descubren?
-Te vas conmigo lejos y nos olvidamos de todo y todos.
-Estás loco.

Digo golpeando su hombro con el mío.

-¿No lo harías?
-¿A dónde podríamos ir?
-A donde sea, pero lejos de todo lo que intenta separarnos.
-Si Fede indudablemente me iría contigo.

Me da un beso en la mejilla, me rodea con su brazo y continuamos observando la hermosa vista de mi bello Acapulco.

Y no, no estamos en el mirador.
Estamos en la quebrada, donde se lanzan los clavadistas.
¿Cómo no me di cuenta de a dónde me traía? Si estábamos subiendo bastante.
Pero por la rapidez con la que íbamos no me permitió contemplar el sitio por donde estábamos subiendo.

(...)

Bajo rápido las escaleras, Fede ya me envió un mensaje, ya está en el parque donde quedamos de vernos.

-¿A dónde vas?

Dice mi mamá levantándose del sofá.

-Es que... Rob y Mica me invitaron al cine.
-Ninguno a llegado todavía.
-No, es que nos vamos a ver en el parque.
-Que raro, Rob siempre pasa por ti.
-Pues hoy no mamá. ¿Puedo irme ya? Ya es tarde.
-Bien, vete.

Salgo rápido de la casa, se que no me creyó nada, pero por alguna extraña razón no me detuvo.

Fede está parado de espaldas a mi.
Avanzo hacia él con discreción para evitar que me escuche.
Y le pongo una mano en la entrepierna.

Él se aleja rápido y da media vuelta.
Me ve y sonríe.

-No te asustes.

Digo entre carcajadas.

-Iba a voltear dispuesto a golpearte, -reímos él niega levemente con la cabeza -bueno vamos.

Dice sujetando mi muñeca.
Caminamos hasta la parada de autobús.

-¿Has subido antes a un autobús?

Le pregunto a Fede.

-Si, aquí en México no, pero si e subido antes.

Llega nuestro camión y subimos.
Suerte que no va lleno.
A pesar de que es domingo y todo mundo sale a comprar o pasear.

Llegamos al cine.
Y lo peor de todo fue ponernos de acuerdo para una película.
Porque no, Fede no es de esos novios que dejan que su novia elija la película.
Tardamos siglos discutiendo sobre que película ver.
Y bueno, como me gustaría decir que gané esa pelea.
Pero este tipo con alma de niño hizo un  berrinche acostándose en el piso, en medio del cine, y no se levantó hasta que le dije que veríamos la película que él quisiera.

Me siento como su mamá y no como su novia.

Y todo para que al final no le gustara la película y saliera furioso del cine.

-Yo no tengo la culpa Federico.
-Ya te dije que no vengo enojado con vos.
-¿Entonces por qué no me hablas?
-Te estoy hablando.
-Pero no me tocas.
-Porque hay gente.
-Hablo de la mano, ni me abrazas ni siquiera me ves.
-No estoy enojado, solo decepcionado.
-Pareces un bebé a veces.

Voltea a verme y no dice ni hace nada.
Vuelve la vista al frente y seguimos caminando en silencio.

Contigo ¡Porque te quiero!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora