Capítulo 4 "En la casa de Cristian"

2.7K 243 2
                                    

- Me estás mintiendo ¿verdad Benzon?---pregunté apretando el puente de mi nariz

- No jefa---contestó Benzon con voz seria---las leyes australianas, con respecto a la adopción, permiten que el Estado disponga de ciertos plazos para confirmar si el tutor legal está en condiciones de asumir al niño o niña.

- No lo puedo creer---repliqué molesta mientras me tomaba un vaso de whisky

- Jefa, disculpe mi intromisión, pero ¿ocurre algo?---preguntó Benzon con un leve tono de curiosidad

- Benzon tendré que estar fuera de Bélgica por un mes---dije molesta---así que haremos el trabajo vía web. Yo les notificaré por correo a los gerentes y jefes de división el porqué de mi falta. Con respecto a las reuniones, algunas las haré por Skype y otras serán aplazadas. Ya te diré cuáles serán. Necesito que me envíes la agenda a mi correo. Yo me organizo por aquí---suspiré--- sé que ésta es la primera vez que me ausento por tanto tiempo de la oficina, pero todo... se me escapa de las manos---apreté los dientes---Benzon necesito total discreción con esto. No quiero que nadie se entere, mucho menos la prensa.

- Seré una tumba jefa---dijo Benzon serio--- ahora mismo le envío toda su agenda con las reuniones programadas para que usted lo pueda reorganizar.

- Muy bien Benzon---dije bebiendo otro sorbo de mi whisky--- ¿Buscaste la información?

- Si jefa. Ya le envié al correo una lista de internados con las ventajas y desventajas, opiniones de personas y preparación académica.

- Excelente ya lo veré. Gracias Benzon---dije viendo a través de la ventana

- A su orden jefa---dijo Benzon serio--- que pase un buen día---"Lo dudo" pensé mientras colgaba la llamada y seguía tomando mi bebida.

Apenas ha pasado una hora de la terrible noticia y ya me duele la cabeza. Volví a apretar el puente de mi nariz y resoplé. Lo primero que tenía que hacer era alquilar un auto. No me gustaban los taxis. Tampoco me gustaba manejar, para eso pagaba un chofer. Sin embargo, aquí no me quedaba otro recurso que utilizar mis técnicas de conducir. Luego, debía ir a una boutique y comprar ropa, porque sólo había llevado lo necesario: dos faldas, un pantalón y tres blusas, aparte de pijama. Eso no me alcanzaría para un mes. Observé toda la habitación y negué con la cabeza resignada. Odio a ese hombre con cara de lobo. Jamás, ningún hombre o mujer me había hecho jaque mate. Nadie, hasta este inferior hombre. Un simple trabajador social. Alguien que no llegaba a mi estatus. Rechiné los dientes y me acabé el trago, pero ya vería él. Con Carlota Montenegro nadie se metía.

Dejé el vaso en el mini bar y llamé a recepción para que me consiguieran un auto de alquiler. Les di las especificaciones y me dijeron que una hora estaría listo mi pedido. Luego, bajé a la boutique del hotel y me compré varias faldas y unos pantalones oscuros de lino. Las blusas las pedí a juego. Una de las dependientas me mostró trajes de baño, pero me negó de inmediato. Odiaba la playa y el sol. Solo pedí que me trajera sandalias de tacón alto que combinaran con la ropa. Aunque cuando iba a pagar vi unos pendientes hermosos y no pude evitar comprarlos.

Vi la hora y solo me tardé media hora en escoger todo. Yo no soy de esas mujeres que tardan miles de horas escogiendo una simple blusa. Para mí, eso es perder el tiempo. Pedí que me subieran todo a mi habitación dentro de media hora. Quería ir primero a la librería que estaba cerca. Cuando entré, suspiré lentamente. Desde hace mucho que no sabía lo que era leer un buen libro. El último que leí, tendría 21 años y acababa de graduarme de la universidad y comenzando a trabajar en la industria familiar. Tuve tanto trabajo a partir de ahí que no pude volver a leer algo que no fueran informes y cartas

Pasé por cada pasillo maravillándome de la cantidad de libros que había, hasta que llegué a la sección de historia universal. Escogí varios títulos interesantes, igual que con ecología y literatura inglesa. Seguí caminando con todos los libros que escogí hasta que vi en el fondo la sección de astronomía. Caminé lentamente por él y pasé mis dedos por todos los libros ordenados. Tragué fuerte y cerré mis ojos. Respiré hondo y me di la vuelta para marcharme de allí. Esa puerta en mi mente y corazón debe permanecer sellada.

La Oscuridad de mi CorazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora