Muchas horas después, Damien apagó el motor del auto. Cerró los ojos, suspiró y los volvió a abrir. Me observó sin expresión y luego a Sebastián quien dormía en el asiento trasero. No quité la mirada de al frente. Afuera ya estaba oscuro por la noche, pero podía sentir los ojos lobunos de Damien queriendo decir algo. Hasta que por fin se decidió.
- ¿Qué vas a hacer ahora?--- preguntó Damien muy serio. Esa pregunta me tomó desprevenida.
- No sé---respondí sincera. Realmente no sabía nada. Me quedaba una semana para cumplir con el plazo de los 30 días, pero a Sebastián le dieron reposo absoluto por dos semanas. Quería irme y sellar trato con Conexus Petroleum, pero los niños cavaron un hueco en un corazón que creía muerto. Y sé que el accidente fue culpa mía. Sebastián está así por mi orgullo Montenegro--- ¿Por qué lo preguntas? dentro de una semana tendré la custodia de los niños---él me siguió observando, pero no me dijo nada. Abrió la puerta y salió. Yo apreté los puños, respiré hondo y salí del auto. Aguanté el dolor para que Damien no se diera cuenta. Al final, el doctor me observó y cumplí con el papel que siempre he desempeñado. Me mostré fría y déspota. Y como era de esperar, el doctor solo me observó por cinco minutos y me recetó unas pastillas para los dolores musculares y salió refunfuñando del consultorio.
Al salir de allí fui con Damien y Sebastián. En la habitación me conseguí a un Damien triste y a un Sebastián lloroso. Ambos al verme cambiaron sus rostros. El más mayor se puso serio, pero el más joven se puso a llorar. En ese momento no supe que hacer. Mi primer pensamiento fue largarme de ahí, pero escondí mi terror y me acerqué a Sebastián para tranquilizarlo. Horas después le dieron de alta y pudimos irnos. Sebastián se quedó dormido en el asiento trasero. Tenía que guardar reposo por la escayola que le pusieron en el hombro.
Observé a Damien sacar a Sebastián del auto. Yo esperé para cerrar la puerta y subimos las escaleras de la entrada principal. Allí nos esperaba Marie y Enrique con preocupación. Damien pasó a la casa y subió directo a la habitación de Sebastián para dejarlo en su cama. Él aún seguía durmiendo producto de los calmantes. Yo me quedé estancada en el vestíbulo queriendo refugiarme en mi soledad.
- ¿Cómo se encuentra Sebastián?---preguntó Marie luego de unos minutos de silencio
- Tenía el hombro dislocado, pero se lo trataron y le colocaron una escayola. Tiene reposo absoluto por dos semanas sin moverse de la cama---respondí tensa. Solo por decir eso se me revolvió el estómago.
- Mi pobre niño--- comentó Marie suspirando
- Lamento todo esto Srta. Montenegro-- se disculpó Enrique---si hubiese estado más pendiente...
- Olvídalo Enrique---lo interrumpí de inmediato. No quería muestras de sentimentalismo y culpabilidad---Ya pasó todo---ambos se miraron sorprendidos---estaré en mi habitación---subí las escaleras aguantando el dolor. Al llegar fui directo al baño y vomité. Cuando terminé, me lavé la boca y fui hasta la bañera para que se llenara. Necesitaba quitarme el olor de la sangre. Me desnudé tiré la ropa manchada hacia una esquina del baño. Con la bañera ya llena, me sumergí en el agua y recosté la cabeza en la cerámica de la bañera. Cerré los ojos y traté de serenarme. Deseché a un lado todos los pensamientos de lo acontecido en el día y me hundí completamente en el agua.
****
- ¿Qué se hizo Carlota?--- pregunté al entrar a la cocina
- Subió a su habitación---respondió Marie calentándome la cena. Puse una mueca. Esa mujer es una fosa de misterio. Aun no entiendo porque se puso así por la sangre y el hospital. Suspiré y me senté en unos de las sillas. Marie me colocó el plato al frente y le sonreí.
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La Oscuridad de mi Corazón
RomanceCarlota Montenegro es una arpía sin corazón, todo el mundo lo sabe, incluso ella está orgullosa de serlo. Su lema es "sin compasión, vivirás en la gloria", pero, ¿qué pasaría si la muerte de su hermano exiliado, cambia su estilo de vida contra su vo...