Los días fueron pasando poco a poco. Como si fueran días de invierno. Caminé hasta la ventana y sonreí. Ahí en el jardín delantero estaban Carlota y los niños. Le di un sorbo a mi vaso de whisky y seguí observando a Carlota. En estos ocho días, ella dio un cambio sustancial, por no decir completamente.
Con los niños es otra mujer. Sonríe y a veces ríe a carcajadas. En todo este mes jamás la había visto reír o sonreír y mucho menos cuando salía en las fotografías de las revistas y periódicos. Es un gran cambio para ella, en especial porque al hacerlo, su atractivo rostro se transforma en uno mágicamente bello. Se veía tan natural. Parecía un hada escondida en un bosque mágico. Cuando la veía sonreír, mi corazón se aceleraba rápidamente. Lo único malo es que ese cambio lo reciben los niños en su totalidad, porque a mí lamentablemente, me sigue tratando con seriedad. No con frialdad, pero sí muy seria y cortés.
Con respecto a los adultos, ella se mantiene reservada. De vez en cuando nos dedica una sonrisa y eso solo cuando los niños dicen algo. Sinceramente, me parece estupendo que haya decidido cambiar por el bien de ellos. Sin embargo, creo que ella es una bomba de tiempo que en cualquier momento va a explotar. Sonríe y dice cosas amables cuando los niños hablan de sus padres, pero ella no habla de ellos. Es como si ellos no existieran para Carlota. Y lo creería, si no fuera por las lágrimas furtivas que ella se seca al creer que nadie la está viendo. Se muy bien que a ella le duele. Por mucho que trate de esconderlo.
Me concentré nuevamente en ella y mi corazón latió desbocado al verla sonreír tan natural. Era tan magnífica, que mi imaginación cruzaba la raya de lo racional. Me lo podía imaginar frente de mí con su bella sonrisa y completamente desnuda, mostrándome sus curvas de reloj de arena y sus muy bien formados y larguísimas piernas. Sentí la presión en mi entrepierna y puse una mueca. Tendría que darme otro baño de agua fría. Últimamente lo he estado haciendo. Me terminé el vaso de whisky, me separé de la ventana y cuando me dirigía al baño, sonó mi celular. Al ver el número, sonreí.
- Thomas. Dime que tienes buenas noticias---pregunté ansioso
- No han firmado---dijo Thomas con un tono que me imaginé sus ojos girar
- ¿Por qué?---pregunté con una mueca--- ¿Y Carrington?
- Ellos si---respondió Thomas con el mismo tono---pero Montenegro aún espera por su jefa. Ella no se decide.
- Rayos----dije molesto
- Damien sigue sin gustarme esto--exclamó Thomas suspirando---como tu amigo y abogado, creo que estas cometiendo un error.
- Thomas...---dije paciente
- Escúchame Damien--- resignado---supón que ella se entere, que lo va a hacer Damien ¿Qué vas a hacer? ¿Cómo vas a resolver eso? ¿La despojaras de toda su vida? Porque por lo que pude investigar, para Carlota Montenegro el trabajo en su vida. Ella te va a odiar Damien.
- Lo sé Thomas---respondí serio---pero prefiero que me odie a que termine de enterrarse viva. Quiero que viva y si tengo que quitarle la cruz que le impusieron para que pueda hacerlo, lo haré así me odie--- escuché su suspiro.
- Bueno si así lo prefieres, así será--- dijo Thomas resignado--- te llamo cuando firme. Adiós Damien.
- Adiós--- colgué el teléfono y lo aventé a la cama.
****
- ¡Tía Charllota quiero ver a Coliry!--- gritó Diana entusiasmada
- Pero Diana si la vimos hace como dos horas--- respondí aguantando una sonrisa. En estos últimos días pude darme cuenta que tanto Diana como Sebastián, eran niños muy cariñosos. Diana más que Sebastián, pero me gustaba. Lo creyera o no, me gustaba mucho que ellos me abrazaran. Con ello pude darme cuenta que falta me hacían los abrazos. Hace tanto que nadie me demostraba su cariño, que me olvidé como era eso. Y ahora con los niños, una parte de mi duro corazón se estaba ablandando. Es como si una pequeña parte de la pared que erigí con tantas fuerzas cuando Cristian se fue, se estuviese resquebrajando poco a poco. Y lo que más me sorprende es que no me molesta.
ESTÁS LEYENDO
La Oscuridad de mi Corazón
RomanceCarlota Montenegro es una arpía sin corazón, todo el mundo lo sabe, incluso ella está orgullosa de serlo. Su lema es "sin compasión, vivirás en la gloria", pero, ¿qué pasaría si la muerte de su hermano exiliado, cambia su estilo de vida contra su vo...