Capítulo 7 "Pequeños recuerdos"

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Bajé con rapidez las escaleras y casi corrí hasta la cocina. Vi que todos estaban ahí comiendo, pero no me importaba. En esos momentos había algo más urgente.

- Sra. Julie ¿Qué pasó con el internet? No quiere funcionar--- pregunté alterada---tengo---observé el reloj--- una reunión dentro de diez minutos y es muy importante para mí.

- Lo siento cariño, pero se dañó anoche ¿no te diste cuenta?---negué con la cabeza molesta--- ya llamé al técnico para que lo vinieran a revisar, pero me dijeron que vendrían en el transcurso del día.

- No, tiene que ser ahora--repliqué molesta. Hoy tendría la reunión con el presidente de las Industrias Monogami y él es una persona muy temperamental.

- Lo siento, pero no puedo hacer nada--dijo la Sra. Julie volviendo a comer. Vi a los dos niños, quienes también comían y al indeseable que me observaba burlonamente.

- Ahww---gruñí molesta. Salí de la cocina hacia mi habitación. Marqué el número de Benzon---cancela todo.

- Pero Srta. Montenegro si cancelamos los de Monogami se molestarán---exclamó Benzon asombrado

- No puedo hacer la video llamada, no tengo internet, así que cancélalo---colgué la llamada y me senté en la cama con las manos sujetando mi cabeza. Conociendo a Shinji Monogami, con este desplante no llegaremos a unos acuerdos. Suspiré y bajé. Necesitaba una buena taza de café. Tanto trabajo ido a la cañería por culpa de un estúpido módem de internet. Si estuviese en mi oficina eso no hubiese pasado.

Fui hasta la cocina, pero ya no había nadie. Los niños jugaban en el jardín trasero, mientras que la Sra. Julie hacía la colada. Busqué una taza y me serví el café que estaba en la cafetera. Me senté en una de las sillas y me quedé viendo la nada.

- Seguro estás pensando ¿qué fue primero, el huevo o la gallina?---dijo la voz burlona del indeseable. Giré los ojos y lo ignoré. Bebí un poco más de café--- ¡Oh vamos! Es divertido cuando te alteras. Tus ojos se ponen más grandes de lo que ya son.

- Yo no soy un bufón---dije con indiferencia

- Para mí si lo eres---exclamó él riendo

- Mire sr. Aldridge...---comencé a decir, pero él me interrumpió

- Oh por dios Carlota, hace ya tiempo que nos tuteamos, así que olvida lo del "señor", solo lo haces cuando estas molesta

- No me importa, yo te nombraré como me dé la gana---contesté molesta

- Muy bien, pero solo no me llames "cosita", "amorcito", "corazón" o "amor de mi vida" delante de los niños. No quiero que piensen mal---exclamó sonriendo. Me dio hasta escalofríos el tan solo pensar en decir cosas como esas.

- Definitivamente eres imposible---dije con frialdad. Bebí otro trago de café---como si yo, Carlota Montenegro fuera capaz de decir algo así.

- ¿Y eso por qué?---preguntó él, haciéndose el que no sabía nada

- Esas palabras no existen en mi diccionario Montenegro---respondí con apatía. Terminé de tomarme el café y dejé la taza en el fregadero. Cuando me iba, él me llamó

- Oye aquí no tienes sirvientes---dijo el ceñudo---si ensucias, limpias. Al parecer es la regla principal de esta casa---resoplé fuertemente y agarré la esponja con jabón para lavar la taza. Él me observaba sonriendo. Quería echarle todo el agua del chorro para que dejara esa estúpida sonrisa burlona. Me imaginé la escena y sonreí.

- ¿Te diviertes?---preguntó Damien con voz socarrona

- Muchísimo--dije sarcásticamente

- ¡Oh qué bueno! porque entonces te puedes encargar de eso en todas las comidas---dijo sonriendo

La Oscuridad de mi CorazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora