Bajé las escaleras del avión. Ya estaba nuevamente en mis tierras. Caminé hasta el área de desembarque y luego esperé mi maleta. Al visualizarla, la agarré y salí de allí para buscar a Benzon. Cuando lo distinguí, él se me acercó y agarró mi maleta.
- Espero que haya tenido un buen vuelo Srta. Montenegro--exclamó Benzon caminando a mi lado
- Gracias---comenté distraída. Estaba muy cansada. Son tantas las cosas que están en mi cabeza que desde hace una hora tengo un dolor de cabeza que se estaba convirtiendo en jaqueca. Caminamos hasta el automóvil. Benzon me abrió la puerta de atrás y luego se subió al conductor. Cuando encendió el auto suspiré---novedades.
- Hablé con Conexus Petroleum--respondió sin apartar la mirada del parabrisas--- la esperan hoy a la una de la tarde.
- Muy bien--respondí sin entusiasmo. Quedaban dos horas para ello---vayamos directo a la oficina.
- Como usted diga
Al llegar a la oficina, me enfrasqué en todos los documentos que se necesitan para firmar con Conexus Petroleum y de romper contrato con CCA y Bellington. Lo miré todo con frialdad y supe que era lo mejor. Era mi único boleto para desprenderme de Cristian.
Las dos horas pasaron y ya estaba atravesando los pasillos de la futura empresa que estaría asociada con los Montenegro. La secretaria de recepción se encogió un poco cuando me vio. Que rostro podría tener, no lo sé. Ya nada me importaba.
- Buenas tardes Srta. Montenegro, bienvenida a Conexus Petroleum, el sr. Horton la espera. Por favor acompáñeme---la joven secretaria se levantó y la seguí hacia los ascensores. Subimos al piso tres y caminamos a través del pasillo hasta unas grandes puertas de madera. La secretaria tocó la puerta y se anunció. Las puertas se abrieron de par en par. Allí estaba un hombre joven, tal vez de unos 27 o 28 años. Alto de musculatura gruesa y cabello rubio.
- Srta. Montenegro--saludó el joven
- Sr. Horton--devolví el saludo
- Pase por favor--señaló su oficina. Entré con altivez, mientras el sr. Horton despedía a su secretaria---gracias Srta. Bellamy, y por favor tráiganos dos tazas de té.
- Con gusto sr. Horton---exclamó la secretaria casi corriendo. Yo me senté al frente del escritorio.
- ¿Cómo estuvo su viaje Srta. Montenegro? su secretario nos comentó que estaba de viaje---comentó Horton sonriendo amablemente.
- Bien, gracias---respondí seria. "¿Y este por qué sonríe tanto?" pensé molesta---aquí están los documentos---abrí mi maletín y saqué un paquete de hojas---mi abogado los redactó solo queda que su abogado los revise para firmar---le tendí los documentos.
- Oh no se preocupe Srta. Montenegro. Su secretario nos envió una copia para que lo revisáramos----Horton sonrió---solo nos queda firmar ¿no?
- Sí---dije fría, aunque por dentro mi corazón palpitaba estrepitosamente. Algo me decía que estaba mal. Si hacía esto perdería a los niños completamente. "Ellos están mejor sin ti" pensé con frialdad.
- Bueno entonces aquí tiene---Horton me tendió un bolígrafo y sin pensar mucho, firmé el contrato. Horton hizo lo mismo que yo. Inexplicablemente sentí un vacío---excelente Srta. Montenegro. Fue un placer hacer negocios con usted. Espero no se arrepienta de nada---Horton sonriendo, me tendió la mano.
- No lo haré--exclamé estrechando su mano como símbolo de alianza. Agarré el contrato y lo guardé en mi maletín---muchas gracias sr. Horton, pero ya debo irme.
- ¿No se queda a tomarse una taza de té?--preguntó Horton arrugando su rostro--- mi secretaria ya lo trae.
- Agradezco mucho la oferta---caminé hacia la puerta---pero no gracias. Tengo una reunión y no debo llegar tarde---abrí la puerta y vi a un Horton sorprendido por mi actitud--- gracias por firmar con Industrias Montenegro. Hasta la próxima---salí de la oficina con rapidez. Necesitaba salir de allí. Necesitaba no pensar. Necesitaba... "¿qué necesito?" pensé contrariada. Salí del edificio y me dirigí a mi automóvil. Allí ya me esperaba Carlos, con la puerta abierta---llévame a mi casa por favor---Carlos solo asintió y se puso en marcha. Me recosté al asiento y suspiré. La presión y el cansancio estaban haciéndose palpables en mi cuerpo. Quizás con una buena ducha, una botella de vino tinto y música de Debussy, mi cuerpo, mente y alma se puedan relajar.
Solo tardamos 30 minutos en llegar. Despedí a Carlos hasta el día siguiente y caminé hasta los asesores. Me subí a uno de ellos y marqué el pent house. Al subir los diez pisos, me bajé del ascensor y abrí la única puerta que se encontraba allí. Hace cinco años me costó conseguir este PH. Quería uno que estuviera solo en el pasillo, para no tener vecinos, pero casi siempre hallaba edificios con dos PH. Hasta que por fin hallé este edificio y moví cielo, tierra y mar para comprar este PH. Ahora es mi dulce morada. Nadie ha venido aquí. Con excepción de Benzon que se encarga de que todo marche bien. Ni mis padres, aunque a ellos tampoco les interesa.
Al entrar a la casa respiré hondo. Hace un mes que no venía. Fui hasta el balcón y abrí las ventanas. Luego fui hasta la cocina y tomé un vaso de agua. Al abrir la nevera, vi que Benzon la llenó de ensaladas y bebidas naturales. Además de mi botella favorita de vino tinto. La descorché y me serví una copa. Le di un sorbo y respiré hondo. Agarré la botella y fui a mi habitación. Allí caminé directo al baño. Encendí las luces, coloqué la botella y la copa cerca de la bañera, y preparé la bañera con aceite de rosas. Busqué mi ipod y lo conecté a un reproductor. En cuestión de segundos, las notas de Debussy inundaron el baño. Me desnudé y me metí en la bañera. Agarré la copa y di otro sorbo. Recosté la cabeza en la cerámica y cerré los ojos. Es increíble que todo esto haya pasado. Quise no pensar en ello, pero era inevitable. Las imágenes de los dos pequeños niños sonrientes estaban empeñadas en no desaparecer de mi mente. Todavía no podía creer que ellos se hayan alojado en una parte de mí. No lo quiero admitir, pero los extraño. Estos últimos días fueron para mí, muy reveladores. Quiero estar con los niños, pero es mejor que no. Sé que al final arruinaría sus vidas.
Agarré la botella y bebí directo de ella. Sin pensar en consecuencias. Odio a Damien Aldridge. Aunque muy adentro de mí lo extraño. Ha sido la única persona a la que le he contado de mi trauma. De mi pasado. Y gracias él mi alma se liberó un poco, enlazándose con la suya, de una forma que no comprendo. Aun podía sentir el calor de sus labios y sus dulces palabras... Y todo era una cruel mentira. Un nudo se formó en mi garganta. Y sin premeditarlo, lágrimas surcaron mis ojos hasta que no podía dejar de llorar. Cerré los ojos con mis puños.
- ¡Demonios! ¡Demonios!¡Demonios!¡Demonios! ¿Por qué tenías que hacerme esto Damien? ¿POR QUÉ?---mi grito desgarrador solo lo oyeron las baldosas de mi baño, mezclándose con las notas tristes de Debussy.
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La Oscuridad de mi Corazón
RomanceCarlota Montenegro es una arpía sin corazón, todo el mundo lo sabe, incluso ella está orgullosa de serlo. Su lema es "sin compasión, vivirás en la gloria", pero, ¿qué pasaría si la muerte de su hermano exiliado, cambia su estilo de vida contra su vo...