Capítulo 25 "Capítulo final"

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Camino a través de la niebla que cubre mi mente. Trato de enfocar mis pensamientos, pero era muy difícil. Era doloroso. Sigo caminando sin rumbo. Cada paso que realizaba era muy pesado. Respiraba con lentitud. Cerré los ojos y me rendí.

- Carlota---muy cerca de mi escuché una voz que hace tanto tiempo no lo hacía. Levanté mi mirada y lo vi. Tragué grueso para desatar ese nudo que se formó en mi garganta.

- ¿Cris-cristian?---pregunté confundida. Él me sonrió alegremente

- Hola caro-caro---yo me quedé estática al oír su dulce voz---no debes rendirte. De los dos, tú siempre fuiste la más fuerte. Así que despierta de una buena vez.

- No puedo cris. Te necesito---le contesté llorando---quiero que me lleves contigo

- No caro-caro--miré su serio rostro y lloré más fuerte. Cristian se acercó a mí y me colocó su mano en mi hombro---tú debes cumplir con tu misión en la tierra.

- Pero duele mucho Cris---presioné mi pecho---lo lamento tanto. Nun-nunca supe la verdad---y seguí llorando.

- ¡Oh caro-caro!---él me miró dulcemente--no lo lamentes. Yo siempre te amé y tu también lo hiciste a tu modo. Así que haz las pases contigo misma y con nuestros padres y avanza. Continúa con tu vida.

- Pe-pero Cris...--- balbuceé con dolor

- Te amo caro-caro, cuida de mis hijos. Ámalos como yo lo hice---Cristian empezó a desaparecer--y cuida también de Damien, él fue mi otro hermano.

- ¡Cris! ¡Espera!---pero él continuó desapareciendo--- ¡Yo también te amo!--- Cristian me sonrió dulcemente y desapareció entre la neblina. Yo quise desaparecer con él, pero sabía que no podía ser. De mis ojos seguían saliendo lágrimas. "Te amo Cristian. Fuiste el mejor hermano que una chica pudo tener" pensé con dolor y amor a la vez. Cerré los ojos y dejé que todo a mí alrededor desapareciera para volver a la realidad.

Me desperté llorando. Con mi mano izquierda me sequé las lágrimas. Todo fue un sueño. "Un doloroso y maravilloso sueño" pensé con un nudo en la garganta. Permanecí acostada observando el techo oscuro de la habitación. No podía pensar con coherencia. Han sido tantas cosas las que han ocurrido que mi mente solo se sobresaturó. Los segundos, minutos, fueron pasando sin darme cuenta. Giré mi cabeza hacia la ventana y pude ver la oscuridad de la noche. Era clara y llena de muchas estrellas. Se formó un nudo en mi garganta. A Cristian le encantaban las estrellas. Todo el tiempo hablaba de eso. Una lágrima solitaria cayó por mi mejilla.

Seguí contemplando el cielo nocturno hasta que a lo lejos escuché una melodía muy conocida para mí. Mi corazón se aceleró y con lentitud me levanté de la cama. Coloqué los pies en el piso y al estirarme me tambaleé un poco. Estaba débil. Caminé despacio hasta la puerta. La abrí y seguí el sonido del piano como si él me llamara. Mientras continuaba caminando por el pasillo, el sonido se hizo más fuerte, hasta que llegué a su fuente. "Cristian" pensé azorada, pero sabía que no era él. Al final de la sala, se encontraba sentado frente al piano, Sebastián. Tapé mi boca para evitar un sollozo. Caminé despacio hasta él y en silencio para no interrumpirlo. Solo me quedé a un metro detrás de él, sin saber qué hacer. "Cristian este es tu hijo" pensé con dolor mientras escuchaba la maravillosa pieza que tocaba Sebastián.

Mis piernas se aflojaron y caí de rodillas en el piso. Con cada nota que tocaba de la sinfonía de Caro-Caro, la primera composición de Cristian, se venían a mi mente pequeños fragmentos de mi vida con él. Los 16 años que estuvimos juntos. Cada momento compartido se agazapaban en mí, sin contemplación. Lo único que podía hacer fue llorar silenciosamente por esos recuerdos maravillosos y por aquellos que jamás pudimos compartir. Sentí unos pequeños brazos rodear mi cuello y mi corazón se aceleró. Detrás de mí estaba Diana sonriendo feliz.

La Oscuridad de mi CorazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora