- ¡Oye, ahí viene! mírala--- dijo una voz en susurros mientras veía caminar a la alta castaña.
-¿Es ella?---exclamó otra voz con asombro.
- Si, es la famosa y temible "Rosa Negra"
- ¡Oh! pensé que la llamaban "Tempestad"
- Si, tiene varios sobrenombres como "Corazón de hielo", "medusa", "Cruella de Vil" y "Úrsula"
- ¡Es increíble!-- viendo como la mujer llamada por tantos nombres se acercaba a ellas-- ¿Por qué tiene tantos motes?
- Ya lo verás cuando la trates. Arréglate que ahí viene--- dijo la voz nerviosa viendo como la "Rosa Negra" se acercaba a la recepción--- Buenos días señorita Montenegro. ¿En qué...---pero la joven se interrumpió cuando la "Rosa Negra" levantó la mano para hacerla callar.
- ¿Sabe qué es lo que más me molesta señorita?---la miró con ojos de acero--llegar a mi trabajo y ver como dos recepcionistas hablan de mi en susurros, como si yo no las estuviese viendo. Yo no les pago para que murmuren de mí.
- Pero seño...
- Silencio---dijo la "Rosa Negra" con una mirada que les heló cada fibra de su cuerpo---Benzon--dijo llamando a su asistente personal---llama al de personal y diles que necesitamos a dos nuevas recepcionistas. Acabo de despedir a dos incompetentes.
- Si jefa---dijo el hombre sin mostrar alguna expresión
La mujer llamada "Rosa Negra" se volteó sin inmutarse hacia los ascensores, mientras escuchaba como su asistente personal y dos hombres de seguridad se llevaban a las dos mujeres.
- Definitivamente eres como te describen, una arpía sin corazón y despiadada. Te mereces todos esos sobrenombres---exclamó con rabia la recién despedida recepcionista mientras forcejaba con los de seguridad.
La "Rosa Negra" paró en seco y se volteó para encarar a la joven ilusa.
- No me importa lo que una persona como tú me diga, pero de todos esos sobrenombres que dijiste te faltó mi favorito, "Hija de Satanás"---se rio suavemente y se montó en el ascensor.
- ¡Eres una...--- pero las puertas del ascensor se cerraron antes de terminar el insulto.
***
- Ya hablé con el jefe de personal, señorita Montenegro. Para la tarde ya tendrá a dos nuevas recepcionistas---dijo el asistente personal viendo a su jefa sentada tras el escritorio.
- Muy bien Benzon, ya te puedes retirar--exclamé girándome hacia la ventana. Cuando escuché el clic de la puerta, suspiré. Odiaba la ineficiencia y sobre todo si hablaban a mis espaldas y tan cerca de mí. No lo soportaba. Pueden hablar lo que sea, pero no en su cara, no lo permitiría. Eso significaba debilidad y yo no lo soy.
Sus padres la habían criado para que no tuviera ningún tipo de debilidad. Y las emociones humanas como la tristeza, humildad, empatía, condescendencia, melancolía, alegría, eran parte de ello. De joven creía que tal vez estaban equivocados, sin embargo, con Cristian comprendí lo que mis padres decían y que tenían razón. Decidí abandonar cualquier emoción para no ser más nunca débil. "Si no quieres tener tristeza no ames, si quieres tener éxito y ser la mejor, no tengas humildad, ni temor. Solo haciendo eso irás por el buen camino" esas son las palabras de mis padres. Solo el más apto sobrevive. El sonido del intercomunicador interrumpió mis pensamientos.
- Dime Benzon
-Tiene una llamada del abogado Yang
- ¿Abogado Yang?---dije extrañada-- ¿Quién es ese?
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La Oscuridad de mi Corazón
Roman d'amourCarlota Montenegro es una arpía sin corazón, todo el mundo lo sabe, incluso ella está orgullosa de serlo. Su lema es "sin compasión, vivirás en la gloria", pero, ¿qué pasaría si la muerte de su hermano exiliado, cambia su estilo de vida contra su vo...