O1O. Mimos.

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─Ow... ¡Hola cosita! ¡Sana, mira! ─La susodicha sonrió feliz observando a su novia jugando con un pequeño perrito. Ambas se encontraban en un evento de protección de animales a la cual había asistido luego de que su novia le insistiera muchas veces. ¡Toda una bebé grande! La chica la había arrastro hasta parar en una especie de toldo, en el espacioso lugar que se expandía a lo largo, habían desde bonitos perritos hasta pequeños loros, por supuesto, Tzuyu no había dudado ni un segundo en dirigirse hacia la zona de los canes.

─¡Míralo! ¡Es tan lindo! ─Tzuyu reía mientras el inocente animal lamía su rostro con pura alegría. Le parecían unas cositas tiernas y si tuviera las agallas de adoptar uno lo haría. Pero le parecía que no era el momento adecuado.

─Sana~ ─La susodicha se quejó por lo bajo al notar lo que se aproximaba. Lo había esperado desde que habían bajado del auto. ─¿No podemos adoptarlo? ─Sana la miró mientras las manos contrarias se enroscaban en su brazo, disminuyendo las posibilidades de salir corriendo.

─Cariño, un perro es una responsabilidad muy grande. ─Tzuyu formó un mohín con sus labios. ─¿Con quién crees que estás hablando? ─Se señaló a sí misma con obviedad. ─Yo era la primera que cuidaba de Gucci, es prácticamente mi hijo. Sé todo sobre los perros. ─Por último le regaló una mirada enojada que la hacía ver todavía más tierna.


Mientras la chica seguía mimando al perrito, Sana suspiró y mordió su labio inferior. Una mascota era una responsabilidad muy grande para ellas dos. ¡A duras penas se aguantaba a sí misma!

Sana se agachó posicionándose a su lado mientras su mano se movía de manera escurridiza hacia su cuello. ─¿Qué estás haciendo? ─Sana se encogió de hombros y siguió acariciando en aquel lugar. ─Te estoy mimando, ¿qué no lo sientes?

─Déjame. Vas a hacer que me de sueño... ─Suspiró y luego gruñó cuando la rubia pellizcó su piel. Sana carraspeó un par de veces y cuidadosamente habló: ─Oye Tzuyu, creo que es muy pronto como para tener un perro... tal vez después. Sí, creo.

─¿De verdad? ─Exclamó con una gran sonrisa, el universo entero reflejándose en sus oscuros ojos. ─¿Puede ser una semana? ¿Un mes? ¿Quince días?

─Eh... e-eso no era lo quería decir- ─Tartamudeó negando de todas las maneras posibles; con su cabeza, sus ojos expresivos y sus manos. ─¡Te amo unnie! ─La azabache la abrazó haciéndolas caer al suelo, unos segundos después, un juguetón perro se acercó a ellas para lamer sus rostros efusivamente provocando un mar de risas en ellas. Por el resto del día siguieron mimando a los bonitos animalitos.


Y la japonesa siguió mimando a su bebé gigante con inocentes besos.

Y la japonesa siguió mimando a su bebé gigante con inocentes besos

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CUTE! ── SATZUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora