O24. Chicle.

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─Tzuyu, olvidé las palomitas en la cocina. ¿Podrías ir a buscarlas? ─Sana juntó sus manos formando un puchero. ─Anda... vamos, anda... ─La menor refunfuñó molesta puesto que ya se había acomodado. ─¿Por qué tengo que ir yo? ¿Por qué no puedes ir tú?

─Porque... fui la última en entrar al cuarto. ─Se excusó. ─Eso ni siquiera tiene sentido.

─Sí lo tiene. ─Atacó. ─No.

─Sí.

─Que no.

─Que sí y punto. Anda a buscarlas amorcito de mi vida y de mi alma.


Tzuyu bufó levantándose del sofá desganada, nunca podía ganarle una pelea a su novia. ¡Lo peor es que era por cosas tontas como ir a buscar algo! ¡Sólo eran dos tazones de palomitas! ¿Por qué tanto escándalo por ello? Tzuyu rodó los ojos en cuanto la escucho reír mientras se dirigía a la cocina. Sus pies descalzos se desplazaban por todo el salón para luego pasar por la puerta.

─¡Espera! ¡Yo te acompaño! ─Sana corrió hacia ella. ¿No era eso jodidamente extraño? ─¿Qué estás esperando? Camina. ─La alentó con una pequeña sonrisita en su rostro, la menor entrecerró sus ojos y se cruzó de brazos. ─No. ¿Qué estás planeando ahora? ─La chica de menor altura la observó y negó con una expresión un tanto tierna: con la punta de su lengua asomándose por la esquina de su boca. ─Nop, no estoy planeando nada. Lo juro.

Le dedicó una mirada acusadora y siguió caminando por el pasillo con naturalidad, pero a tan solo unos pasos se detuvo cuando los brazos contrarios se ajustaron alrededor de su cintura, sus manos descansando libremente cerca de su estómago. ¿Por qué era tan rara?

─¿Qué estás haciendo? ─Habló sin regalarle ninguna mirada. ─¿Qué crees que hago? Estoy abrazando a mi novia.

─¿Me vas a soltar?

─No.

─Está bien.


Los labios de la menor eran atacados a causa de Sana, quien tarareaba en su cuello a la par que sus manos jugaban con la tela de su delgada blusa. Cada paso que daba, la rubia aprovechaba para apegarse más a su espalda y poder seguirle el paso. ¿A Tzuyu le disgustaba eso? Realmente no, estaba disfrutándolo un poquito.

─Ya llegamos a la cocina, ¿puedes soltarme ya? ─Pidió y suspiró. ─Nop, te soltaré cuando regresemos. ─¡Iba a matarla! Sin embargo, lo único que hizo fue bufar y tomar a la fuerza sus manos para apartarlas de su estómago pero la chica no se dejó. Murmuró un par de insultos no aptos para niños y como último recurso enterró sus uñas en su brazo provocando que se alejase rápidamente. Ante esto, corrió hacia la cocina mientras la rubia se quejaba. ─¡Ven aquí! ─Exclamó, pero no pudo hacer nada cuando cerró la puerta de la cocina.

─No, quédate ahí.


Tomó los dos tazones de palomitas hasta el tope y suspiró antes de abrir la puerta con cuidado de no hacer un total desastre. Como lo supuso, su novia se encontraba apoyada en la pared un tanto molesta. Aunque, era más una molestia falsa.

─¿Me puedes ayu- ─Ambos tazones cayeron al piso y su corazón se rompió en miles de pedacitos diminutos al notar la cantidad de palomitas desparramadas por todo el suelo. Iba a llorar. Sus palomitas... ─Ups. ─Fue lo único que respondió la rubia.

Tzuyu estuvo lista para reclamar por su acto tan ridículo, pero Sana se adelantó relajada. ─Deja eso, ya no quiero ver películas. Quiero estar contigo. ─Tzuyu alzó una de sus cejas. ─¿De qué hablas? ¡Acabas de desperdiciar un montón de palomitas! Pareces un tonto chicle pegado al cabello, más bien, pegada a mí.

─Pero a ti te gusta, no me digas que no. ─La mayor tomó su rostro con sus manos mientras formaba un puchero demasiado exagerado. ─¡Está bien! ¡Sí me gusta!


─Soy tu chicle. ─Comenzó a realizar un baile un tanto extraño y Tzuyu le lanzó uno de los tazones de plástico protestando por sus palomitas.

 ─Comenzó a realizar un baile un tanto extraño y Tzuyu le lanzó uno de los tazones de plástico protestando por sus palomitas

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CUTE! ── SATZUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora