O28. Ámame.

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꒰ Tiempo actual ꒱


─¿Qué hago primero? ─La rubia mordió sus uñas con nerviosismo. ─¡No sé por dónde empezar! ¡Parezco una idiota! ─Sana exclamó lo suficientemente alto como para atraer miradas ajenas ocasionando vergüenza en la otra chica que se encontraba junto a ella. ─No grites, estás llamando la atención. ─Murmuró pacíficamente la otra colocando sus manos debajo de su mentón. ─¿No se te ocurre nada de nada? Podrías hacerlo en un lugar que le guste o tenga un recuerdo agradable.─Levantó su dedo índice. ─O también en un evento importante, aunque no me parece muy facti-

─¡Oh dios Momoring! ─Sana saltó de la silla. ─¡Es perfecto! ¡Tienes razón! ¡Muchas, muchas gracias! ─Tomó las manos de su amiga y realizó un par de reverencias seguidas. ─¡Después te escribiré para que me ayudes!


La pelinegra apenas y tuvo tiempo de despedirse cuando la rubia ya había salido disparada como un cohete hacia la puerta de la cafetería. Momo no pudo evitar sonreír y llevó la taza de café americano a su boca para darle un sorbo rememorando los días de secundaria en su cabeza. Sana no podía parar de hablar acerca de la taiwanesa. Todo el día se la pasaba hablando de la chica y de lo perfecta que era de pies a cabeza.

Momo tuvo la ligera sospecha de que aquellas dos estaban hechas la una para la otra y, que de alguna manera, el destino las uniría. A pesar de que fueran algo diferentes.

Por otro lado, Sana portaba una sonrisa de oreja a oreja mientras balanceaba su abrigo con las manos dentro de los bolsillos. Pronto sería su cuarto aniversario junto a Tzuyu, algo un poco difícil de creer a estas alturas. A pesar de llevar cuatro años de relación, el amor que sentían la una por la otra no había cambiado con el pasar de los años, se seguían amando como la primera vez que ambas se confesaron en la primera nevada.


Pero, algo carcomía la mente de la japonesa. ¡No era algo malo! Sana quería dar el siugiente paso en la relación. Quería complementarse en cuerpo y alma con la preciosa taiwanesa, pero todavía sentía algo de inseguridad acerca de ello puesto que sería la primera vez que lo haría. Sí, la extrovertida Minatozaki Sana sentía inseguridad cuando se trataba de su pareja.

Además de eso, la japonesa tenía otro gran plan en mente que podría resultar o bien, o muy mal. Sabía que estaba arriesgando mucho pero debía hacerlo, anhelaba estar siempre al lado de esa chica que la había vuelto loca desde el primer momento que la observó en los pasillos de la secundaria. Todos sus pensamientos de despejaron de su mente, su pierna vibraba a causa de su teléfono y lo sacó al instante. Sonrió como una idiota al notar el nombre de su novia en la pantalla.

─¿Sí, yodita? ─Sana aguantó sus ganas de reírse por aquel viejo apodo. ─No me digas así, rubia oxigenada. ─Esta vez, el turno de reír fue suyo. ─¿En dónde estás? Llegué y no te encontré.

─Voy en camino. ─Mintió. Su idea principal era comprar unos deliciosos muffins para llevárselos a su novia. ─¿Por qué? ¿Me extrañas? ─La menor balbuceó. ─¡¿Q-Qué?! ¡No! ─Sana sonrió de solamente escucharla hablar de esa forma. ─Claro que no, estoy bien sola.

─¿Ah sí? ─Sana cambió de lugar su teléfono, colocándolo en su otra oreja para poder abrir la puerta de la tienda de muffins. ─Entonces no te importa que llegue un poco tarde, ¿no?


La línea quedó en silencio por algunos segundos. ─Quiero que vuelvas, ahora. Rápido.

─Entonces espera unos minutos, ¿sí? ─Hizo un ademán hacia la chica que atendía indicándole unos muffins de chocolate y de arándano. ─No me extrañes.

─No lo haré. ─Colgó y la mayor rió con ligereza. Pagó los pequeños postres que olían delicioso y se marchó hacia su hogar. ¡No podía esperar para ver a Tzuyu correr en cuanto notara el olor de los muffins!

 ¡No podía esperar para ver a Tzuyu correr en cuanto notara el olor de los muffins!

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CUTE! ── SATZUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora