❝ Sana no sabe cuando parar. Realmente no lo sabe. ¡Pero es que no podía dejar escapar la necesidad de decirle a su bonita novia lo adorable que era! Podía decírselo todo el día, y no se iba a cansar.
Bueno, pararía en el momento en el que a ella s...
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Tzuyu y Sana se encontraban recostadas sobre el sofá sin muchas ganas de hacer algo. Era domingo, lo que disminuía sus ganas de hacer algo interesante. Habían probado de todo, desde hacer galletas de maní hasta jugar jenga; pero todo terminaba en ellas dos aburridas. Tzuyu se encontraba con su cabeza recostada en los muslos de la mayor, mientras revisaba por séptima vez las redes sociales en los 30 minutos que llevaban ahí.
Por otro lado, la japonesa estaba casi durmiéndose en el sofá. El sonido de las gotas de agua golpeteando contra las ventanas se combinaban a la perfección con sus suspiros cansados.
─Hey, encontré un juego divertido. ─Habló la pelinegra deteniéndose en una curiosa publicación al ritmo que movía el brazo de la otra para despertarla. ─Piedra, papel o tijeras.
─¿Estás bromeando? ─Bostezó la mayor, riendo vaga. ─No tenemos doce años.
─No, tonta. Hablo de una nueva versión que acabo de ver en internet. ─Ante eso, la chica le prestó absoluta atención. ─Es el juego de siempre pero, con una nueva dinámica, si tú pierdes te tengo que dar una bofetada.
─¿P-pero? ¿Y si yo gano qué?
─M-me tienes que... besar. ─Sana se enderezó tal como un perrito a punto de recibir un premio por ser bueno. ─Juguemos entonces.
La menor sonrojada, se acomodó frente a ella colocando sus piernas en forma de indio. Ambas comenzaron a jugar, y aunque Sana fuera mala en ello ciertamente se divertía. Llevaban aproximadamente cinco minutos jugando y su mejilla se encontraba rojiza y escocía solo un poco por las bofetadas que la taiwanesa le propinaba. No podía ganar ni una sola vez. ¡Era insólito!
─Uno, dos... ¡Tres! ─Sana sacó piedra y para su poca suerte, por primera vez la contraria sacó tijera haciéndole chillar de la felicidad. La rubia extendió sus manos acunando el pequeño rostro entre sus manos para luego dejar un beso en sus labios.
Sana se separó tranquilamente dispuesta a volver a empezar el juego, pero, no contaba con que su novia se abalanzara sobre ella haciéndoles caer. ─¿Y esto? ─Habló pausadamente, sus labios estaban a punto de tocarse.
─Pues... me cansé de darte cachetadas. ─Tzuyu terminó de hablar y con lentitud sus delgados labios acortaron la distancia apegándose a los de la japonesa en un dulce baile. Sus manos se dirigieron a su cintura agarrándola suavemente intensificando el movimiento de sus bocas.
─He-hey... ─Tzuyu se separó respirando de manera dificultosa. ─c-cuando estemos a-aburridas, d-deberíamos hacer esto siempre.
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