─¡Tzuyu, ya llegué! ─Sana gritó quitando sus zapatos llenos de tierra, dejándolos a un lado de la puerta principal. ─¿Dónde estás, yodita?
─Arriba. ─Una voz puramente nasal y constipada resonó por toda la casa. ─Estoy muriendo, aquí arriba.
Sana rió dejando su abrigo que anteriormente cubría su uniforme escolar en el perchero. Cada vez que daba un paso dirigiéndose hacia las escaleras, una voz nasal la interrumpía haciéndola reír a carcajadas, cosa que, a la dueña de la casa no le hacía mucha gracia. Era hilarante observar su rostro rojizo mientras mordía su labio intentando disipar las risotadas que amenazaban con salir de su boca.
A medida que subía las escaleras, en la habitación de Tzuyu se escuchaban grandes estornudos y uno que otro grito cargado de frustración.
Unas semanas atrás habían asistido a un evento a las afueras de la ciudad, organizado por la institución a la que asistían. Los días en los que estuvieron disfrutando y riendo sin parar, Tzuyu había adoptado la posición de un imán atrae mosquitos. Todas las secciones de sus brazos se encontraban llenos de picaduras rojas y algunas partes levemente hinchadas.
Pero, ¿qué hacía Sana allí? ¡Eso era muy fácil! Sana en incontables ocasiones se había burlado de la mala suerte de Tzuyu, y por supuesto, la pelinegra no le dirigió la palabra desde ese momento. Así que, con tal de que la taiwanesa la perdonara, se atrevió a cuidarla.
─¿Dónde estás, yodita? ─Canturreó meneando la bolsa plástica en su mano. En el camino había aprovechado para comprar algunas bebidas energizantes y unas cuantas botanas. ¡Además de haber pasado a la farmacia! Está claro.
─En el polo norte, por si quieres venir a visitarme. ─Habló de manera sarcástica asomándose en el umbral de la puerta. ─¿En dónde más voy a estar?
─Ay. ─Largó un quejido y llevó su mano al corazón. ─Me lastimaste.
─Deja de ser tan... ─Sana la observó. ─¿Tan qué? ─Replicó adentrándose en la habitación. ─Tan dramática.
─¡Hey! ¡No me molestes! ─Alzó sus brazos provocando que las latas dentro de la bolsa suenen entre sí. ─Solamente soy así contigo.
Movió sus cejas de arriba hacia abajo haciendo que la pelinegra ruede sus ojos aburrida. ─¿Cómo has estado? ─Preguntó casual dejando la bolsa arriba de su escritorio. ─¿Cómo crees que estoy? Estoy enferma, tengo gripe, dolor muscular y una voz horriblemente constipada. ─Alzó sus brazos con exageración.
─Lo siento, yodita. ─La rubia se acercó para abrazarla dejando sus rostros a pocos centímetros. Colocando a la pelinegra en una situación incómoda. ─Sana, quítate por favor. ─La nombrada negó abrazando más el cuerpo contrario. ─No quiero.
─¡Te estoy diciendo que te quites!
─¡No!
─¡Quítate! ¡Voy a- ─Acto seguido, no pudo contener el gran estornudo y este impactó de una forma graciosa, en el rostro de la japonesa. ─¡No! ¡Qué asco!
─Te lo dije.
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CUTE! ── SATZU
Fanfiction❝ Sana no sabe cuando parar. Realmente no lo sabe. ¡Pero es que no podía dejar escapar la necesidad de decirle a su bonita novia lo adorable que era! Podía decírselo todo el día, y no se iba a cansar. Bueno, pararía en el momento en el que a ella s...